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Bodas

La boda de Natalia y Fernando: una historia real que cambió la vida de dos corazones

De un accidente laboral a una visita al podólogo... Y, de repente, surgió el amor. Esta es la historia de Natalia y Fernando, paciente y especialista que acabaron consolidando su relación en un amor de película y en una boda de auténtico ensueño.

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Daniel Olea

De la casualidad al amor más puro y real: trabajando como escaparista en Madrid, Natalia sufrió un pequeño accidente laboral que requirió la ayuda de un podólogo. Recomendada por sus más allegados, no había nadie que pudiera atender mejor su dolencia que un especialista de la Clínica Podológica San Martín... Y, sí, ese profesional resultó ser Fernando. Después de una simple visita, otra bonita casualidad haría que Natalia y Fernando iniciaran una conversación más cercana, pues ambos cumplían años el mismo día. A partir de esa sencilla charla, paciente y especialista comenzaron una relación más estrecha, en la que quedaron como amigos en varias ocasiones. No obstante, en ambos surgió un sentimiento que no pudieron contener... Y así, en un cálido verano de 2008, tanto Natalia como Fernando convirtieron su complicidad en un amor de película.

Cumpliendo la promesa que ambos se hicieron durante el primer mes de relación –casarse cuando su aniversario de novios cayera en sábado–, fijaron como fecha de su enlace un 27 de julio de 2013. No obstante, y a pesar de tener prácticamente todo el enlace organizado, un problema personal obligó a la pareja a cancelar todo aquello cuanto habían soñado para su "sí, quiero"... Pero ni siquiera este problema pudo con su amor y con el propósito de convertirse en marido y mujer. Durante un viaje a Escocia en 2015, a los pies del Castillo Eilean Donan, Fernando se arrodilló ante el amor de su vida y sacó de su bolsillo una cajita con el anillo de pedida en su interior. De esta forma, y esta vez sí, la pareja se comprometía de forma oficial y hacía posible su tan esperada y romántica celebración. 

El lugar escogido desde un principio, el Restaurante Kercus en Arroyomolinos (Madrid), volvió a ser perfecto para ambos enamorados, quienes no quisieron dar una oportunidad a otros espacios, pues siempre supieron que ese era el idóneo para su enlace. Un escenario diferente, perfecto para la celebración de una boda civil muy romántica, al aire libre, con la belleza más natural de un paisaje compuesto por maravillosos campos y con el atardecer como protagonista indiscutible de su ceremonia. Un lugar que, además, pudiera acoger tanto la ceremonia como el banquete y la fiesta nupcial... Por todo ello, únicamente el Restaurante Kercus podía ser el escenario del romántico "sí, quiero" de la pareja. 

Entre una mezcla de estilos únicos, como el romántico, el rústico y el clásico, Natalia y Fernando lograron plasmar en cada detalle del escenario y de su decoración la perfección absoluta, y el reflejo de dos tradiciones que se unían para siempre con la celebración de su enlace: la española –por parte de Fernando– y la uruguaya –por parte de Natalia–. Así, entre otros detalles, el espacio se caracterizó por el uso de fardos como asientos de ceremonia –en sustitución de las clásicas sillas– y por el protagonismo de un sinfín de preciosas flores –a juego con el ramo de la novia–, que decoraban todo el pasillo nupcial colocadas sobre el suelo en pequeñas cestitas de mimbre. En cuanto al seating plan, la pareja apostó por emplear el mismo diseño que el de sus invitaciones, con un marco compuesto por las románticas fotografías que ambos se hicieron en su preboda. Para la tarta nupcial, Natalia y Fernando siguieron una línea de diseño personalizada y única, ya que todos los detalles fueron ideados por la novia, quien quiso sacar partido a su profesión como escaparatista diseñando una magnífica tarta, obra de Barroco Cakes, que contenía la misma tipografía de las invitaciones y estaba adornada con flores de azúcar –las mismas que componían su ramo nupcial–, topos –a juego con su vestido– y en un color negro que no dejó a nadie indiferente.

El final más original de esta fantástica celebración fue el momento en el que la novia revivió una divertida tradición uruguaya, que no podía faltar para conformar un enlace Hispano-Uruguayo perfecto. Natalia portaba tantas ligas en su pierna como mujeres solteras invitó a su boda. Así, al son de la emblemática canción de Nueve semanas y media, el novio se encargó de quitar, una por una, las ligas a su ya mujer para ponerlas después en la pierna de cada soltera. Un momento único que, sin duda, sorprendió y divirtió sin excepción.

Para el gran día, tanto Natalia como Fernando apostaron por dos looks llenos de personalidad. El novio se decidió por un traje negro hecho a medida, de Mario Gretto, y por una camisa estampada de flores fucsias y moradas que le daban ese toque original. Una fantástica pajarita, de Massimo Dutti, y unos zapatos negros acharolados, de El Corte Inglés, pusieron el broche de oro a su vestuario. Por su parte, Natalia pudo lucir el look de sus sueños gracias a la ayuda de Angelica Martin, de Angélica Martín Designer Events. Pepe Beato hizo realidad el vestido que Natalia había querido desde siempre, corto e inspirado en los años 50, con topos, muy marcado en la cintura y con un toque único de color gracias al precioso can can que acompañaba su falda. El vestido se complementaba con unos zapatos de colores llamativos –el tacón y la parte trasera del zapato en charol fucsia y el resto de ante rosa nude–, obra de Jorge Larrañaga. En cuanto al maquillaje, de nuevo Beato apostó por unos labios bien marcados, a juego con el radiante color que desprendía la parte inferior de su vestido de novia. De la mano de Cristina Duran, de CD Marcos Peluquería, Natalia pudo lucir un precioso recogido rodeado con una trenza, que dejaba entrever su preciosa espalda desnuda. Respecto a las joyas, la novia quiso llevar un pequeño broche en el pelo y un collar perlado gris con unos pendientes a juego, pertenecientes a sus abuelas. No obstante, la joya que más brilló en su look fueron los cristales de Swarovski que Angélica Martín hizo para la preciosa espalda de Natalia, siguiendo el relieve de su tatuaje. En cuanto al ramo, a juego con el resto de la decoración floral, fue obra de Angélica Martín y logró caracterizar todo el look con un sinfín de colores y flores de todo tipo.

Un día de emociones generalizadas, donde únicamente los familiares y amigos más allegados de la pareja fueron los protagonistas indiscutibles de su enlace, y los mejores testigos del romántico "sí, quiero". La familia de la novia, que vino de lejos para estar presente en ese mágico momento, hizo que durante la celebración surgieran un sinfín de sentimientos únicos, pues pudieron compartir con Natalia uno de los días más importantes de su vida. De todo ello fue testigo Daniel Olea y su equipo fotográfico, quienes consiguieron capturar el hilo de un día magnífico y de una auténtica historia de amor plasmada en imágenes únicas para el recuerdo... No perdáis detalle del mágico "sí, quiero" de Natalia y Fernando.

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