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Bodas

La boda de Mariano y Elena: todo comenzó gracias al baloncesto

Que Elena fichara por el equipo de baloncesto donde jugaba Mariano cambió sus vidas para siempre. Su pasión por el deporte los unió a ambos en una relación de más de diez años. Una bonita historia de amor que acabaría en un personal "sí, quiero".

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Wild Horses Studio

Ambos de Zaragoza, su pasión por el deporte, y en concreto por el baloncesto, les llevó a unir sus caminos de la forma más inesperada. Elena fichó por el equipo donde en aquel momento jugaba Mariano, y ese sería el inicio de una bonita y apasionada historia de amor.

Pasado el tiempo la pareja se formalizó y, después de cuatro años, decidieron comenzar a vivir juntos. Esta bonita e importante decisión les llevaría a ocho años de convivencia y, por fin, a dar el gran paso: darse el "sí, quiero".

Un deseo mutuo

Mariano y Elena plantearon juntos la idea de casarse y, por ello, decidieron de mutuo acuerdo que era el momento de forjar sus caminos y celebrar su gran amor. En definitiva, ambos vivieron la "pedida de mano" más bonita; aquella en la que los dos componentes de la pareja son conscientes que están preparados para dar ese gran paso en sus vidas.

¡Eso sí! Mariano no pudo contener las ganas y, una vez pasada la ceremonia, en plena fiesta postboda, se arrodilló ante la mujer de su vida declarándole su amor.

"Sí, quiero" en La Ribagorza

El pueblo de la madrina de la boda, Anciles –una preciosa localidad perteneciente al municipio de Benasque, en la Ribagorza (Huesca)–, fue el lugar escogido por la pareja para darse el tan esperado "sí, quiero". 

Deseosos de un estilo de boda rústico y completamente personalizado, Mariano y Elena quisieron hacer sus deseos realidad en cada uno de los detalles de su enlace. Por ello, el escenario elegido para su día B fue La Ribagorza y concretamente el Gran Hotel Benasque SPA***, un enclave magnífico para una celebración única en plena naturaleza.

Aprovechando su pasión por el DIY y por la elaboración de detalles handmade –y buscando seguir con la característica esencia de lo rústico–, la pareja elaboró prácticamente toda la decoración a mano con la ayuda de maderas y pintura. Entre otras cosas, Mariano y Elena crearon sus propios meseros, los indicadores para los invitados, el photocall y el candy bar.

Las flores y los colores naturales por excelencia –entre los que destacaron el verde y el amarillo– también fueron los grandes protagonistas del gran día, pues cubrieron el escenario de la ceremonia y del enlace, fundiéndose con la propia belleza del escenario y mostrándose en elementos importantes como el precioso arco de flores que despidió a los novios de la iglesia después de su "sí, quiero". 

Look romántico

Mariano y Elena lucieron impecables con dos looks nupciales llenos de romanticismo. Así, la novia apostó por un precioso vestido de corte recto y liso, hombros caídos y con fino encaje cubriendo las mangas. Un gran velo, unas hermosas joyas y un delicado bouquet en tonos blancos y amarillos– pusieron el broche de oro a un vestuario nupcial absolutamente único.

Por su parte, el novio se decidió por un clásico chaqué en negro, camisa blanca, corbata azul y un prendido a juego con el ramo de Elena.

El reflejo de dos personalidades

La pareja quiso que su personalidad se reflejara en cada uno de los detalles de su boda... ¡y lo consiguieron! Hablamos de un enlace absolutamente especial y personalizado, del que fue testigo el equipo fotográfico de Wild Horses Studio que, además de hacer un espectacular trabajo con sus imágenes, supo captar a la perfección la felicidad que se vivió durante el gran día de Mariano y Elena. ¡No os perdáis detalle de esta fantástica boda!

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