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Bodas

La boda de Carlos y Sandra: sencillez, personalidad y detalles DIY como protagonistas del "sí, quiero"

Tras conocerse en el trabajo y entablar amistad, Carlos y Sandra supieron que estaban hechos el uno para el otro. En plena "cremà" fallera, Carlos decidió dar un paso más en su relación: una pedida mágica que acabaría en un "sí, quiero" de película.

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Jesús Sanz

Como pasión y profesión compartida, la natación unió las vidas de Carlos y Sandra para siempre. Se conocieron en 2008 siendo monitores en una piscina, aunque rápidamente pasaron de ser compañeros de trabajo a tener una bonita y ferviente amistad. No obstante, no necesitaron mucho tiempo para descubrir que ese sentimiento que había surgido entre ambos era algo más que una estrecha relación de amigos. De todo ello nació un noviazgo de tres intensos años de amor. Y aunque Sandra siempre había soñado con casarse y era Carlos quien se mostraba algo reticente ante la idea de darse el "sí, quiero", fue precisamente él quien decidía dar el gran paso a una nueva vida juntos. Con motivo del aniversario de su primer viaje como pareja, Carlos quiso hacer a su preciosa novia un regalo muy especial: invitar a Sandra a las Fallas valencianas. Una vez ahí, y en plena cremà, Carlos daría el gran paso: sacar un anillo de compromiso como símbolo del amor y la eternidad, seguido de la más romántica de las propuestas... "¿nos casamos?". Después de un gran "sí", Carlos y Sandra comenzaron a soñar con el que se convertiría en el día más importante de sus vidas.

La Finca de Villanueva (Villanueva de la Cañada, Madrid) se convirtió en el lugar escogido por la pareja para vivir su romántica cita. Esta casa señorial cubierta de yedra enamoraría a Carlos y a Sandra desde el primer instante y, por ello, la quisieron convertir en el escenario de su "sí, quiero". Del mismo modo, ambos jóvenes soñaban con un enlace informal, por lo que convirtieron su boda en una auténtica fiesta. Huyendo de convencionalismos, Carlos y Sandra apostaron por un enlace completamente diferente, saltándose cualquier protocolo establecido: una ceremonia divertida y graciosa, en la que la risa y la amistad cobraron un sentido trascendental. Un familiar de ambos se encargó de amenizar una ceremonia única y dispar, en la que el guion destacó por ser una mezcla de formalismos, humor y una personalidad brillantes. Sin duda, un "sí, quiero" sorprendente e inolvidable, tanto para los novios como para todos aquellos que tuvieron el placer de presenciarlo. En cuanto al menú nupcial, los novios apostaron por un bufé alejado de convencionalismos. Quisieron que sus invitados se relacionaran, convirtiendo la comida en una interacción constante entre todos ellos... Y lo consiguieron. Entre un bufé de pizzas, una maravillosa barbacoa y una gran barra de chucherías, Carlos y Sandra hicieron de su banquete nupcial un momento único y muy divertido –todo cuando soñaban para ese momento–. 

La zona de regalos –unas tacitas personalizadas por los novios para cada invitado y unos Minions handmade para los más pequeños–, las letras gigantes con luces –elaboradas por el padre de la novia con palés y bombillas– y un puesto de ring for kiss –un ingenioso juego que consistía en que los invitados debían hacer sonar un cencerro colgado de lo alto de un árbol si querían que los novios corrieran a besarse–, pusieron el broche de oro a un enlace auténtico y caracterizado por su personalidad, por su ingenio y por una diversión indiscutibles. 

La etiqueta en este maravilloso enlace discernió de lo habitual, y todos los invitados pudieron lucir cómodos y fieles a su propio estilo. Por su parte, los novios también quisieron saltarse lo establecido. Carlos se distinguió del novio clásico con un pantalón de un tono coral –a juego con el ramo de la novia–, una camisa informal blanca con topos azulados y un chaleco azul marino a juego con los complementos: corbata y zapatos. Su look cobró un emotivo sentido gracias al anillo sello que lució durante toda la celebración, el cual había pertenecido a su abuelo paterno y por el que sentía un cariño muy especial. Sandra, por su parte, quiso lucir un vestido de novia en toda regla, pero prescindiendo por completo de cualquier detalle que formalizara su radiante look. Por ello, apostó por un diseño único –del que además personalizó la parte superior–, obteniendo como resultado un precioso vestido de estilo ibicenco. Los zapatos escogidos por la novia fueron unas cuñas de esparto con detalles de encaje. En cuanto al ramo, Sandra se decidió por rosas de jardín, claveles y dos gerberas en una fusión de colores anaranjados y rosados, los colores favoritos de ambos como símbolo de su unión. Además del ramo, la novia lució un precioso tocado floral a juego, complementando un bonito recogido alto con rizos. En cuanto a las joyas, unos pendientes de Swarovski con forma de mariposa y una pulsera –de la misma firma–, a juego con el anillo de pedida, pusieron el toque de elegancia único a su vestuario nupcial. 

Así, este enlace se caracterizó por una distinción absoluta... Los detalles handmade de la decoración, el reflejo de los novios en cada rincón de la ceremonia y el banquete, y el cariño que tanto novios como familiares pusieron en la preparación del escenario hicieron de la boda de Carlos y Sandra una auténtica maravilla. De todo ello fue testigo el equipo fotográfico de Jesús Sanz, encargado de retratar a la perfección –gracias a unas fotografías únicas– la autenticidad más nítida de este gran día... Un "sí, quiero" absolutamente inolvidable, del que no debéis perderos detalle.

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