Marbella es sinónimo de lujo, elegancia y exclusividad. Considerada de forma no oficial la capital de la Costa del Sol occidental, esta ciudad reúne en su interior un sinfín de atractivos que la convierten en uno de los puntos turísticos más aclamados de todo el país. Extensas playas bañadas por un brillante sol los 360 días del año se ven acompañadas de blancas casas con balcones llenos de flores, una estampa muy típica que identifica la personalidad de esta localidad malagueña.
A su indudable singularidad y su creciente modernidad, se suma su vertiente más histórica, representada en gran parte por su casco antiguo. Restos de la muralla que antaño custodió el municipio y algunos de los monumentos más sorprendentes se erigen en él aportando valor patrimonial a una población que, ya de por sí, es diferente a todas las demás.
Además de sus 28 kilómetros de costa, catorce campos de golf y cuatro puertos deportivos acaban de poner la guinda al glamour que desprende esta región. Junto a ellos, distinguidas fincas asoman dentro de este contexto convirtiéndose en el lugar escogido por aquellas parejas que quieren apostar por el buen gusto para el día de su boda.
En la misma ribera del arroyo de Realejo, en mitad de la refinada urbanización de Los Pinos del Ángel o en el centro, a escasos kilómetros de Las Chapas, una de sus zonas naturales de mayor interés. Estos son los escenarios escogidos por estas tradicionales edificaciones de aire andaluz para establecer sus instalaciones y poder sorprenderos con un entorno incomparable en mitad de uno de los lugares más prestigiosos alrededor del Mediterráneo.
