La boda de Sara y Iván en San Agustin De Guadalix, Madrid
Rústicas Verano Granate 6 profesionales
S&I
16 Jun, 2018El día de nuestra boda
Fue un día inolvidable. Desde que me enfundé el traje y tomé conciencia de que el gran día había llegado, hasta estrechar la mano por última vez al maître al despedirnos en la finca.
La recepción de invitados es uno de los únicos momentos en los que los novios somos los protagonistas, y se nota. Todo el mundo me buscaba, me felicitaba, sonreía por el gran día que compartíamos... Aunque sin ninguna duda, el día comienza cuando ves a tu futura mujer llegar, con su vestido, enfilar la alfombra, y acercarse a ti. En ese momento no te cabe ninguna duda de quién es la verdadera estrella del día, y quién es la que tiene que sonreír desde ese instante hasta el resto de su vida.
En nuestro caso fue una ceremonia civil, llena de detalles, con familiares y amigos hablando. Una de las mejores decisiones que tomamos fue la de escoger nuestros propios votos y leerlos nosotros mismos. Sus votos fueron preciosos, y no me lo pusieron nada fácil, ya que aumentaron mi nivel de estrés, y pusieron el listón muy alto (soy muy competitivo), pero estuve a la altura, ya que decidí improvisar unos votos ligeramente distintos a los que llevaba escritos. Lo recomiendo a todos los novios. Un guion en la cabeza ayuda, pero perded el miedo, e incluso procurad saliros de vez en cuando, disfrutaréis más del momento.
Seguir leyendo »Tras finalizar la ceremonia y todos los momentos de enhorabuena, nos tocó el momento de las fotos, algo que a mí personalmente no me gusta, pero como bien he comentado ya, la protagonista es ella. Después vino el momento del cóctel, el cual fue genial. Pudimos disfrutar todo lo que habíamos elegido, ver a los invitados disfrutar. Una maravilla.
Al terminar el cóctel ella fue a cambiarse de zapatos para estar cómoda (recomendado a todas las novias), y entrar a la cena. Por si acaso no habíamos comido suficiente ya, llegó mi momento favorito, comer. En nuestro caso optamos por canelón de boletus y gambas, y solomillo. Un gran acierto. Además, pude repetir un par de veces de solomillo, no vaya a ser que no volviese a comer en la vida. El postre excepcional, brick de mandarina, y durante los cafés empezamos con nuestras rondas de regalos y detalles emotivos. También fue el momento de disfrutar más de los invitados, aunque en nuestro caso, estuvimos toda la cena hablando con ellos y de pie por las mesas, para tortura del maître y los camareros, ya que, si no sirven a los novios, no sirven al resto.
Tras la cena llegó el momento que más temía yo, el baile. A pesar de que en los ensayos no estaba muy convencido, el resultado gustó mucho. Nadie tenía fe en mi psicomotricidad. No los culpo.
Y a partir de aquí, ¡a bailar y disfrutar!
Si tengo que recomendar algo a futuros novios, es sin duda el no emborracharse. Un par de sorbos en el cóctel, y catar los vinos en la cena, pero nada más. Esto hará que podáis disfrutar de la ceremonia, recordar cada instante, y que merezca la pena cada euro invertido en ese día, que no son pocos. ¡Cuando se casen el resto ya beberéis!
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