La boda de Irene y Mónica en Valsequillo (Telde), Las Palmas

El día de nuestra boda

No puedo poner con palabras todo lo que vivimos ese día... ¡Fue un sueño! Por supuesto, nuestra boda tenía que ser algo nada habitual. Comenzamos con un recibimiento a la llegada de los invitados, que tenían que coger un vaso collar de chupito (por supuesto, con crema de tequila de sabores dentro, ¡para pasar el mal trago!) de color y quedárselo para el resto del día. Sorpresas desde el principio, tanto de los proveedores como de la familia, ¡que nos cantaron pasodobles compuestos por nuestro bride team! Sin palabras con nuestro oficiante, al que metimos en un aprieto (la mejor foto del día es cuando le pido que me dé la cerveza que tiene escondida, porque de los nervios tengo la garganta seca, ¡en mitad de la ceremonia de la arena!). Quitarme los tacones antes de terminar de bajar del altar para caminar descalza por el césped... Nuestra entrada al catering (sin palabras para lo bien que se portó Blanco y Negro, ¡mil gracias!) Con la canción de "Dónde están las gatas", el sinfín de sorpresas y animación que tuvimos con el DJ, el micrófono, mi mejor aliado, nuestra familia... En fin, lo voy a resumir contando que nuestro entorno nos ha llamado pidiéndonos que nos divorciemos para volver a casarnos, ¡porque ha sido la mejor boda de sus vidas! Y desde luego, de la mía también.