La boda de Íngrid y Jordi en L' Ametlla Del Valles, Barcelona
Al aire libre Verano Verde 5 profesionales
Í&J
02 Sep, 2022El día de nuestra boda
El 2 de septiembre de 2022 me casé con el amor de mi vida. Empecé el día con bastantes nervios, como es normal, y quizá un poco más, ya que según las previsiones del tiempo habría lluvia esa tarde, y nuestra ceremonia era al aire libre. Nos casábamos por la tarde, así que tuve toda la mañana para revisar una y otra vez todas las webs de pronóstico del tiempo, y convencerme de que las más optimistas eran las que tenían razón.
Sobre las 15h me recoge mi madre en taxi para ir hacia el Serrat de l'Ametlla, donde haremos ceremonia, banquete y fiesta. El cielo está despejado cuando salimos de Barcelona, pero van apareciendo nubes a medida que nos acercamos a l'Ametlla del Vallès. No ayuda mucho con los nervios.
Llegamos al Serrat y nuestro contacto, Mar, nos hace pasar a la sala donde me cambiaré yo ahora, y mi futura esposa, después. Al poco rato llegan la fotógrafa y el videógrafo, y empieza el reportaje de cómo me preparo. Estoy bastante nervioso, así que tengo que pedirme a Juanfran, el videógrafo, que me haga el nudo de la corbata... Termino de prepararme y salgo al porche para recibir a los invitados que van llegando.
Seguir leyendo »Poco a poco se va llenando el porche, llegan familiares y amigos, y les saludo mientras voy mirando cómo el cielo se va llenando de nubes... Me preocupa que nos mojemos durante la ceremonia, aunque de momento no llueve. Mar, del Serrat, ha preparado un plan B que es hacer la ceremonia en el porche en lugar de los jardines, y me comenta que tenemos hasta el último momento para decidir... Pero el último momento está muy cerca y no veo claro qué hacer... Hasta que empieza a caer agua fuerte y decidimos quedarnos en el porche. No es lo que quería inicialmente, pero me quedo más tranquilo habiendo decidido.
Nos avisan de que ya es hora, y nos llevan dentro mientras los invitados se van sentando. Estoy nervioso, pero en cierta manera, también tranquilo. Suena la música de mi entrada y salgo del brazo de mi madre hacia el altar. Voy recorriendo las filas de amigos y familiares, ya mucho menos nervioso, y enseguida me encuentro en el altar, esperando a mi novia.
Empieza a sonar la música de entrada de Íngrid, y primero salen dos primas suyas tirando pétalos por donde pasará ella. Acaban de pasar las chicas y sale mi futura esposa del brazo de su padre.
Madre mía. Está más preciosa de lo que podía haber imaginado. En ese momento se me pasa todo: los nervios, la lluvia que va y viene a ratos, cualquier preocupación que pudiera tener... Mi mundo en ese momento viste de blanco y se acerca caminando. Veo que sonríe y llora un poco y se me humedecen un poco los ojos a mí también. Cuando llegan al altar, saludo a su padre y luego nos abrazamos. Desde ese momento, todo se me pasó volando. Curiosamente, al llegar Íngrid al altar también salió el sol en el cielo de l'Ametlla.
Después del parlamento de la juez de paz que nos va a casar, salen a hablar primero mi madre y después, la hermana de Íngrid. Escuchamos los parlamentos sentados y cogidos de la mano, donde hablan sobre nosotros y rememoran un poco nuestra historia. Un poco después, salimos nosotros a recitar nuestros votos y el parlamento que nos habíamos preparado cada uno. Voy yo primero, y ya sin nervios, explico un poco nuestra historia, lo que me gusta de Íngrid, y mis promesas. Después le toca a Íngrid, y hace un parlamento precioso con el que no puedo evitar sacar unas cuantas lágrimas. Nos abrazamos y llega el momento de los anillos.
Ari, la hermana de Íngrid, se acerca con las alianzas. Primero me la pone ella a mí, y después se la pongo yo. La juez de paz nos pregunta si queremos contraer matrimonio, y ambos respondemos que sí. Ya es oficial. Nos besamos y nos abrazamos entre los aplausos y las lágrimas de nuestros amigos y familiares, en un momento que recordaremos toda nuestra vida.
Después de algunos abrazos y felicitaciones de los invitados más cercanos, se forma un pasillo y mientras caminamos nos llueven arroz y pétalos. Reímos junto con los invitados mientras nos entra arroz hasta en los calcetines...
Acabada la ceremonia, vamos con la fotógrafa y el videógrafo, Connie y Juanfran, hacia el jardín para nuestra sesión de fotos, mientras los invitados suben al primer piso del Serrat para empezar el aperitivo. El día había mejorado durante la ceremonia, las nubes habían escampado y pudimos hacer unas fotos muy bonitas, entre otros lugares en el "plan A" de la ceremonia. En ese momento pienso (y aún lo mantengo) que en el fondo prefiero el porche donde lo acabamos haciendo, que es precioso. No cambiaria la ceremonia que acabamos de vivir por nada en el mundo. Muy bonito el jardín, sin embargo.
Después de la sesión de fotos, vamos donde los invitados están tomando los aperitivos y empezamos la ronda de saludos y abrazos. La comida está tan buena que ya casi no queda, pero por suerte nos han guardado una bandeja a los novios (menos mal). Nos hacemos algunas fotos con los invitados y en seguida se hace la hora de entrar a cenar.
Nos sentamos en la mesa presidencial y al poco tiempo empiezan a salir platos. Parece que los invitados lo están pasando bien y disfrutando de la comida, lo cual me alegra muchísimo. Entre mordisco y mordisco, mi mujer y yo vamos haciendo alguna ronda entre las mesas y hablando con los invitados un poco.
Acabamos el plato principal (qué bueno estaba) y llega el momento del pastel. Íngrid y yo salimos a cortarlo, entre aplausos de los invitados, con una pequeña katana que nos dan los del Serrat. Al poco rato sirven el pastel "de verdad" (el que se corta no es el que se come, cosa que yo no sabía), y nos sentamos a comerlo.
Después del pastel viene nuestra primera sorpresita de la noche: nos ponemos de pie y le entregamos un pastel de cumpleaños a Luis, el padrino y uno de mis mejores amigos, que cumple años ese día. Me alegra mucho ver que le hace ilusión, y su pastel realmente está muy bueno.
Al poco rato empieza la segunda sorpresa: el juego del zapato. Una amiga de Íngrid y un amigo mío nos han preparado unas preguntas y las tenemos que responder levantando el respectivo zapato (el mío o el de mi mujer). Nos reímos junto con los invitados y pasamos un muy buen rato.
Después lleva el momento del lanzamiento del ramo. Íngrid le da un mini-ramo a una de sus amigas que se acaba de prometer, y acto seguido viene la tercera sorpresa que tenemos preparada: Íngrid le da el ramo a su madre en lugar de lanzarlo. El padre de Íngrid toma el micrófono y le pide a su mujer que el año que viene, por su 30 aniversario de casados, renueven sus votos matrimoniales. Se abrazan emocionados ante los aplausos de toda la sala.
Acabados tanto el banquete como las actividades que teníamos planeadas, los invitados bajan a la pista de baile e Íngrid y yo vamos a nuestra habitación para que ella se cambie y se ponga su segundo vestido, para bailar. Antes de entrar a la pista, practicamos rápidamente la coreografía que llevamos meses ensayando para el primer baile, diseñada por nuestro profesor de bailes de salón (empezamos las clases hace un año para la boda, y nos ha acabado gustando mucho).
Cuando llega nuestra señal, entramos y realizamos el baile como habíamos practicado. Cometimos (sobre todo, yo) algunas erratas técnicas, pero en general nos salió muy bien y nos lo pasamos genial. El segundo baile es Íngrid con su padre y yo con mi madre, y después se unen el resto de invitados y empieza la fiesta.
La noche continúa, entre música, baile y fotos en el fotomatón, y se pasa enseguida. Antes de que marche el equipo de fotografía, les pedimos unas últimas fotos fuera, con las luces de la ciudad de fondo. Acaba la fiesta, nos despedimos de nuestros amigos y familia, y los acompañamos al autobús de vuelta. Qué rápido que se ha pasado todo... Pero qué bonito, emocionante y divertido.
Fue un día tremendo, el mejor de mi vida.
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