La boda de Roberto y Ariadna en Barcelona, Barcelona

Llegó el día y todo el mundo estaba nervioso, mi chico no se separaba del baño. Bastante cómico contando que él es inmutable, los invitados estaban nerviosos y yo por contra me sentía serena y aburrida esperando que se iniciasen los arreglos del día (ya que el enlace era por la tarde). Debo decir que una vez empezados los preparativos de maquillaje, peinado, etc., parecía que ya todo era inminente y la sensación de letargo cambió a una de expectativa y emoción, ligeramente ensombrecida por la peluquera, la cual gastó todo su tiempo peinando a mi suegra y mi madre con mil horquillas durante más de tres horas y reservó 20 minutos para mí haciéndome un peinado que ni de broma duraría toda la noche y después de haberme cobrado el cierre de tienda.

Llegaron los fotógrafos, Escarlata Blanco y su equipo (Toni y Georgina), unos profesionales sin parangón que nos acompañaron, quitaron y ayudaron durante toda la inolvidable velada. Fue una gran experiencia desde su inicio, mi chico y yo habíamos elegido trajes muy singulares y vistosos, un traje de Ottavio Nuccio y un vestido de Julia Kontogruni, así que ya desde el minuto cero y contando que estábamos en pleno centro de Barcelona nos costó llegar a la Basílica del Mar porque todo el mundo nos paraba, situación singularmente graciosa, ya que mi abuelo (persona que me acompañaba al altar) se lo pasó fenomenal riéndose con semejante situación jamás vivida y más porque siempre intentamos pasar desapercibidos, así que contraste total sin lugar a dudas.

Una vez en la iglesia no hubo tiempo para dudas y/o nervios, nos habían entretenido en exceso en los previos, así que todo fue rodado y de modo muy natural. Resultó emocionante encontrarnos en el altar para subir juntos al atril dónde contraeríamos matrimonio.

Mi chico es de Madrid (aunque nacido en Toledo) y yo de Barcelona, así que decidimos demostrar y compartir nuestra unidad a todos los presentes solicitando una misa mixta en catalán y castellano, elección que valoraron muy positivamente los presentes y que agradó a la totalidad de asistentes y en primer lugar a los novios.

Para el convite habíamos elegido el Turó del Sol, una magnífica elección. Yo no puedo comer sólidos, así que se marcaron para mí un menú personalizado, cuidado, variado y detallista que pudiese comer para disfrutar el enlace (cosa que pensé que jamás podría hacer y por ello sólo me restan palabras de sincero agradecimiento). Juan, el cocinero, es simplemente un artista y una persona con una calidad humana extrema. El resto del menú fue espléndido y exquisito, copioso, asequible económicamente y de calidad sublime. Los invitados quedaron más que encantados, algunos restaron perplejos al no haberles gustado el pescado jamás y habiendo disfrutado dicho plato ese día. Raúl, el camarero principal de la mesa nupcial, un chico magnífico, simpático, próximo y profesional. Nos encantó poder contar con él, sin duda fue un punto a destacar ya que nos agrada mucho su carácter y predisposición. En cuanto a organización: Daniel, Pere y Jordi se portaron muy bien, su eficiencia marcó la diferencia. Nos encantó el nivel de detalle y organización que demostraron, fue una elección más que acertada, ya que en todo momento a lo largo de la preparación nos han ayudado volcándose con nosotros y demostrando no sólo una profesionalidad inmejorable si no un cariz humano increíble. Ojalá pudiésemos repetir cada año ya que jamás nos hemos sentido tan extremadamente bien (y que añadir que nunca como yo así). El único pero es que mis primos de 6-9 años intentaron destrozarlo todo, vestido, decoración… Suerte que el Turó y dos damas de honor nos ayudaron a intentar paliar sus fechorías, las cuales os aseguro que fueron sórdidas (tipo apagar velas con licor, romperle el vestido a la novia, etc.), porque si hubiese sido por los padres…

Como colofón el pastel de Urb&Cake resultó, no sólo estar buenísimo, según los comensales, sino un acierto estético con la temática que buscábamos. Oliver nos hizo sentir muy escuchados y nos dejó participar activamente en el diseño así como en todos sus detalles. Resultó ser una grata experiencia.

La velada fue fugaz, emotiva, fluida y amena. Mágica. Estaríamos repitiéndola en bucle. Logramos culminar un sueño del mejor modo posible y pese a todas las tragedias, contratiempos, llantos, problemas de salud y enfados que nos han rodeado sin cesar y hasta el segundo previo hemos logrado realizar una meta personal enorme tal y como la habíamos soñado. Nos resulta increíble remembrarla y descubrir que logramos todo lo que nos propusimos y lo muy gratificante que fue para nosotros y para el resto ya que no tienen ni un sólo pero si no palabras de felicitación, admiración y agradecimiento.

¿Lo más importante? Fue un momento único, impulsado y alimentado por unos profesionales brillantes, acompañado por unos invitados implicados e inmejorables y compartido desde el amor con todos. Mágico e imperecedero.