La boda de Ramón y Alicia en La Rabida, Huelva
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El 19/09/2020 178 2 0
R&A
19 Sep, 2020
El día de nuestra boda
Nuestro gran día fue, para nosotros, el mejor día de nuestra vida hasta la fecha.
Casarse en tiempos de pandemia no es fácil para nadie. Tuvimos contratiempos de todos los colores, íbamos según lo que iban permitiendo y cambiando sobre la marcha. Acabamos con la mitad de invitados, celebrándolo por la mañana, cuando en principio iba a ser de tarde, y tuvimos que cambiar la hora con una semana de antelación. Ya os podéis imaginar, hablar con la iglesia, proveedores (algunos ya con compromisos por la mañana), con todos los invitados que tenían los trajes de largo a punto.
Pero, a pesar de todo, salió espectacular. Todos nuestros proveedores se adaptaron, los que en un principio nos dijeron que no iban a poder, finalmente corrieron y se adaptaron a las circunstancias. Los invitados quedaron encantados, sobre todo con las medidas de seguridad anti-Covid que incluyó cada proveedor y que nosotros por nuestra parte procuramos.
Nosotros no queríamos una boda con muchos invitados, pero con la reducción nos dimos cuenta de quién era especialmente imprescindible y quién no.
Seguir leyendo »Creo que lo único que me faltó ese día fue tiempo para disfrutarlo. Los nervios por la boda, sumados a los que llevábamos de serie durante el último mes...
Lo que más me permitió disfrutar fue delegar algunas responsabilidades en mi hermana y mi cuñada, que ayudaron con los detalles de los invitados, el arroz, los menús de algunos invitados, los niños...
Toda mi familia se volcó desde el principio, ayudando con cada detalle. Mi abuelo pintó nuestras invitaciones, mi madre hizo el porta-arras y los lazos de los coches, yo diseñé con mi marido el porta-anillos, e hicimos el aro con engranajes y mi prima lo piragrabó, también hice las flores para las mujeres, todo lo referente a papelería... Hasta mis tíos ayudaron con el montaje de los detalles de los invitados. Somos una familia muy DIY. Mi madre me sorprendió el día de la boda con una pulsera de azahar de porcelana, y un abanico blanco hecho por ella misma.
Los pocos amigos que vinieron animaron el baile con peticiones de canciones y bailando en pequeños grupos.
Tal y como me dijo mi suegra, ese día estuve en mi boda como ella en la suya, en una nube.
Recordaré con especial cariño las lágrimas de mi padre y de mi ya marido ese día, dos hombres que no suelen ser tan sentimentales, mis dos amores.
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