La boda de Lluís y Eva en Llinars Del Valles, Barcelona
Al aire libre Primavera Rojo 7 profesionales
L&E
11 Jun, 2016El día de nuestra boda
Cada vez que pienso en nuestra boda, una sonrisa ilumina mi cara, y lo mismo le pasa a mi mujer. Casi sin dormir, a las 5 de la mañana ya estaba en pie. No podía hacer mucho, ya que no me iba a vestir 6 horas antes. Antes de que el fotógrafo llegara, fui a buscar unos churros con chocolate para desayunar como campeones, con mis padrinos. Estaba emocionado por el día que nos esperaba, y este paseíto me fue de perlas.
A la hora convenida, vino Albert de Imagina-t'ho en foto junto a mis dos padrinos. Tras las fotos de rigor (los complementos y la americana sobre la cama, el proceso de equiparme para el día...), hicimos varias fotos divertidas, aunque no todas fueron buscadas (hubo un pequeño problema con la corbata, tras acabar los nudos quedaba ridículamente pequeña), foto trajeados, comiendo churros con chocolate, jugando al Mario Kart, posando con espadas. La verdad es que el fotógrafo supo plasmar cómo somos.
En cuanto el fotógrafo se marchó, uno de mis padrinos fue a cumplir una de las misiones que les había impuesto, ir a buscar el ramo de la novia y entregarlo junto un poema. A mi mujer le encantó, y tengo que decir que yo al leerlo por la noche, me pareció genial. Mientras, mi otro padrino, al que entregué los anillos, y yo, nos fuimos al punto de quedada del autocar que pusimos para los invitados que quisieran. El autocar de Autocares Bello llegó antes de tiempo, por lo que nuestros invitados pudieron sentarse y esperar a los que llegaban un poco más tarde. Así pude saludar con tranquilidad a todos los que estaban allí. Tengo que decir que el conductor fue muy amable, y a la vuelta hizo más paradas de las que habíamos establecido, y los invitados estaban encantados.
Seguir leyendo »Mientras nosotros iniciábamos el camino hacia el lugar de la boda (Restaurante Can Biel), mi mujer esperaba al coche de Minivip's que habíamos contratado, un Mercedes Clase E muy elegante y chulo. Incluso lo hizo esperar un poco, ya que la hora convenida era demasiado pronto. El coche era una pasada, aunque es una pena que no incluyan las flores... (Tuvimos algún desajuste ya que al no llevar flores no lo reconocieron como el coche de la novia y la hicieron subir sin que todo estuviera listo).
Llegamos al restaurante con el autocar, y ya estaban casi todos los invitados. Habíamos dispuesto unos abanicos para ayudar a combatir el calor, los cuales ya habían desaparecido en cuanto llegué, creo que nos quedamos un poco cortos en la estimación de la gente que los utilizaría.
Yo estaba emocionado y ansioso de que llegara el momento de empezar y que los invitados disfrutaran de todo lo que teníamos preparado, y para que engañaros, estaba con muchas ganas de ver a la novia. Entré a saludar a todo el mundo, uno de los momentos más estresantes, decenas de personas queriendo saludarte y tú no tienen ni dos minutos para poder charlar con cada uno de ellos.
Tras la llegada de todos los invitados y la anécdota con la novia, llegó mi entrada. No vi las caras, pero con los aplausos risas y exclamaciones me di por enterado de su reacción en cuanto empezó a sonar mi canción de entrada: The imperial March. Supongo que la gente esperaba algo más de boda. Mi intención fue entrar serio, ya que el lado oscuro no sonríe, pero fue imposible con la reacción de nuestros invitados. Supongo que aquí ya vieron, que la boda iba a tener puntos sorprendentes.
Entonces llegó la entrada de la novia. Esta vez con una canción más ¿bonita? Everything I do (I do it for you). Las lágrimas brotaban, luchando contra los rímeles waterproof, los pañuelos iban hacia los lacrimales y todos los cuellos estaban torcidos hacia el lado para ver a la mujer más hermosa del mundo. Estaba radiante y preciosa, nuestras miradas se encontraron y nuestras sonrisas brillaron.
Toda la ceremonia fue genial, el lugar era espectacular, rodeados de naturaleza, lleno de verde, con unas magníficas vistas del Montseny. El juez de paz hizo una ceremonia cortita pero no fría.
Tras la lluvia de arroz y pétalos y unas pocas fotos con familia, nos fuimos al jardín que tienen en Can Biel abajo, junto a la entrada. Allí estuvimos con el fotógrafo un buen rato, haciendo fotos divertidas y dignas de poner en el álbum.
Llegamos al pica-pica y casi no tuvimos tiempo de disfrutar de la comida, ya que entre saludar a todos y fotos, nos dejaron muy poquito tiempo para relajarnos comiendo las exquisitas croquetas de arroz negro con muselina de ajo. Y casi ni probamos el jamón, ¡Con la pinta que tenía! Pero según nos dijeron, los invitados estaban encantados con la comida y con el servicio. Aquí llegó un poco de agobio, porque todos querían hacerse fotos, y los del restaurante estaban metiendo prisa… me hubiera gustado poder estar un poco más de tiempo haciendo fotos con todos los que quisieran.
Nuestro jefe de ceremonia metió a todos los invitados en el comedor y nos dejó unos minutos solos en la sombra, tomando algo junto a un respiro. Y entonces llegó la entrada al comedor. Nos hicieron esperar hasta que llego el estribillo de Happy, de Pharrell Willimas. Que nos abrieran las puertas y estuvieran todos los invitados agitando las servilletas fue genial. Un inicio de fiesta que les salió de dentro.
La comida fue espectacular, estaba todo delicioso y el servicio fue de 10. Muchos invitados alabaron las dos cosas y así se lo transmitimos a los artificies. El DJ durante toda la comida cumplió con nuestros deseos, y tenemos muchos momentos divertidos. Los invitados tenían igual o más ganas que nosotros de fiesta, y nosotros estábamos disfrutando viendo sus caras y escuchando sus risas. El jefe de ceremonia llevó el tempo perfectamente, ya que si fuera por nosotros tenían que venir a buscarnos porque estábamos por las mesas charlando con los invitados.
La dama de honor, tuvo una idea genial. Puso cámaras desechables en las mesas para que los invitados pudieran hacer sus fotos como regalo. Hay que avisar, que no todos saben utilizar cámaras no digitales, según parece.
Aprovechamos el brindis para hacer que los camareros repartieran los recuerdos a los invitados. No queríamos regalar una vela, un boli o yo que sé. Encontramos la mejor forma de gastar ese dinero que de otra forma, pensábamos que tiraríamos para que todos tuvieran una tontería en el cajón. Unicef nos dio la oportunidad de tener un pequeño gesto con los más necesitados gracias a El regalo Azul y a la vez sorprender a nuestros invitados con algo que no se esperaban. Como te dejan personalizar la portada y uno de los lados interiores, pudimos darle un toque nuestro a la tarjeta.
Y llegaron los bailes. Con I don’t wanna miss a thing de Aerosmith, hicimos nuestro baile de rigor, pero no se quedó en eso. Teníamos dos bailes montados, uno con los padrinos y otro con invitados escogidos entre los que más sorprendería. Al acabar nuestro baile empezó a sonar Thriller y los padrinos, a paso de zombi, se unieron a nosotros en el centro de la pista. Fue genial. Todos creían que la cosa había acabado, pero de golpe empezó Happy de Goldflames. Empujamos a los padrinos fuera de la pista, y se unieron los nuevos participantes. Para nosotros fue espectacular y los invitados disfrutaban como niños.
Durante la fiesta (momento discoteca), hay muchos momentos a remarcar, pero quizá destacaría dos: Follow the leader fue genial, todos los invitados bailando, yendo de un lado al otro y siguiendo las instrucciones del cantante. El otro fue con I will survive la la la. Hay montones de fotos de esos momentos, aunque para nosotros, se quedaran marcados en el recuerdo del día. Ni el calor agobiante que pasamos (el aire a toda pastilla no consiguió aliviarnos) pudo ensombrecer un día genial.
Y llegó el momento de la despedida, los coches marchaban lentamente, los invitados arañaban unos minutos para despedirse de nosotros y desearnos lo mejor. El autocar se llevó a los invitados que así lo pidieron y nuestro cochazo nos esperaba en la puerta. Los dos proveedores cumplieron los horarios. El viaje hasta el hotel fue tranquilo, mientras nosotros recordábamos los buenos momentos que habíamos vivido ese día.
Mi hermana nos regaló una noche de hotel en el Princess Barcelona y allí, acabó uno de los mejores días que hemos vivido, mientras leíamos nuestro libro de firmas.
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