La boda de Jesús y Lovely en San Agustin De Guadalix, Madrid
En el campo Otoño Azul 10 profesionales
J&L
23 Sep, 2017El día de nuestra boda
Ese día me desperté prontito, en la cama del hotel y sin ningún tipo de nervios. Tal era mi "relax" que me dio por ir a comprar cositas esa misma mañana, desayunar por ahí y volverme tan contenta con mis compritas al hotel.
Ya en la habitación me puse música para estar animada y distraída (más de lo que ya estaba) y mientras esperaba a que llegara la peluquera y maquilladora me entretuve preparando las bolsitas del Candy Bar, escribir a algunas personas, trastear con la tablet, etc. y recibir mi ramo de la florista Yolanda Burgos.
Cuando llegó Sandra (de Sandra del Moral) ahí empecé a notar, más que nervios, emoción. Así muy contenta me dejé mimar por sus manos que me dejaron un maquillaje y un peinado perfectos para la gran ocasión.
Poco después llegó la fotógrafa del equipo de Miky Guerra y fue haciendo las fotos pertinentes mientras me maquillaban, peinaban, etc.
Cuando llegaron mi amiga y su hija, como hermana y sobrina para mí, ahí sí que empecé a emocionarme cada vez más, estábamos las tres preparándonos ahí juntas y fue un momento muy importante y especial para mí.
Seguir leyendo »Llegó el momento de ponerme el vestido y sí, la emoción iba en aumento y tal vez un pelín de nervios, pero muy poquitos; ya habría tiempo para que llegaran.
Ya, cuando llegó mi padrino y llamó a la puerta de la habitación del hotel fui cayendo cada vez más en la cuenta que se acercaba el momento, que venían a recogerme para llevarme al lado del amor de mi vida.
Y así fue, tras unas cuantas fotos en familia salimos rumbo a Finca Ronda donde por fin se haría realidad un sueño que preparamos con muchísimo cariño durante casi nueve meses y que íbamos a compartir con nuestras familias, amigos, compañeros de trabajo.
¿Cuándo empezaron los nervios de verdad? Cuando sonaron las primeras notas de la canción de entrada de la novia; empecé a bajar la escalinata de la finca del brazo de mi padrino, nerviosa, tal vez temblando un poquito, pero ahí estaba mi padrino, sujetándome firme y acompañándome durante todo el trayecto. Mientras íbamos bajando estábamos charlando y soltando alguna broma para romper la tensión y los nervios del momento.
Pero fue imposible, en cuanto bajé el último escalón, pisé el césped, vi a todos los invitados y avancé hacia mi ya marido esperándome en el altar ahí rompí a llorar de alegría, de nervios y de emoción. Mi chico estaba guapísimo, radiante y aunque ya le había visto en traje en bastantes ocasiones, ésta era realmente especial porque sé que se había vestido así para mí.
La ceremonia, con las lecturas de dos de nuestros amigos, fue preciosa. Nos dedicaron unas palabras que jamás olvidaremos. La anécdota para este momento fue que la oficiante tiró mi alianza de la cajita y ésta se coló entre las tablas del balcón donde se oficiaba la ceremonia y acabó entre la maleza del bosque. Así que os podéis imaginar nuestras caras y el murmullo de la gente. Por suerte, y aunque me fui de luna de miel sin ella, la alianza se recuperó a los tres días porque la finca pidió un detector de metales.
¿Que si dejé de llorar? Pues ya en el momento del cóctel, porque durante las felicitaciones de los invitados no paré ni un sólo momento, hubo mucho cachondeo con mi llorera, ha sido mítica.
En el cóctel ya estaba mucho más relajada, paseamos entre los invitados, nos hicimos fotos con ellos, estuvimos charlando. Y en la cena ya más relajada aún. ¿Y eso que dicen que los novios no prueban bocado? En mi caso mentira porque yo sí que cené, tal vez no probara el postre, pero el resto sí y lo disfruté mucho, y eso que no paraba de levantarme para pasearme entre las mesas.
El momento "detalles" para nuestras madres fue muy bonito y emotivo y aparte de a nuestras madres también le regalamos a la abuela de mi marido otro centro de flores. Las tres se emocionaron mucho.
¿Y otro momento de nervios? El primer baile. He de reconocer que lo dejamos literalmente para el último momento y bueno, al novio le pasó factura, pero quedó bonito. Un detalle que quisimos tener fue terminar la canción con los padrinos y luego ya mi marido con su abuela.
Y ya llegó el momento de la barra libre y discoteca donde todos los invitados se lo pasaron genial bailando, bebiendo y haciéndose fotos en el photocall.
A los invitados les encantó el emplazamiento donde celebramos la boda, les gustó mucho la comida, quedaron encantados con el servicio y les gustó mucho el detalle del Beauty Corner.
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