La boda de Hugo y Patri en Guadarrama, Madrid
En el campo Primavera Rosa 7 profesionales
H&P
15 May, 2021El día de nuestra boda
Tras haber pasado la resaca emocional de la boda, me gustaría poder contar la experiencia del día y de la boda en general. Ninguno de los dos hemos tenido nunca idea de casarnos, no por lo menos con bodorrio, nos lo habíamos planteado por la niña que tenemos nada más... Pero llegó el 2019, fue un año duro a niveles generales, y en octubre fallecieron 2 de los abuelos de mi pareja y yo no pude estar, ni despedirme. Ahí vimos la necesidad de tener ese papel en el que diga que somos familia. No quise que termináramos un año así, arrastrando esa tristeza (la muerte de su abuelo materno a mi chico le afectó sobremanera, era una relación muy fuerte la que tenían) y, a comienzos de diciembre, se me fue la pinza, me levanté pensando en pedirle matrimonio, lo organicé durante las horas de trabajo, salí directa a una joyería, de ahí a buscar a mi hija, al chino a por globos y cositas, y a casa a montar el follón.
Llené la habitación de globos con nuestras fotos colgadas, un discurso, y una caja con una rosa en medio de la cama. Cuando él llegó, mi hija fue a la entrada, lo acompañó hasta la habitación con la puerta cerrada, cuando abrió y encendió la luz, ahí estaba yo, rodilla clavada, para decirle lo mucho que le quería y que sentía la necesidad de hacer algo especial, de juntar seguramente por única vez en nuestra vida a familia y amigos, y de gritar ante todos que era el hombre de mi vida. Aceptó, claro, porque por eso escribo hoy aquí, y nos pusimos manos a la obra, mientras vi cómo él también recuperaba la ilusión por todo. Pero cuando estaba todo medio organizado, llegó la pandemia a desbaratarnos todos los planes, agobiarnos, a querernos hacer tirar todo por la borda en muchísimas ocasiones, de intentar apurar hasta el último momento para casarnos en octubre, ya que para él era especial hacerlo en esa fecha por el aniversario de sus abuelos. Y, al final, no pudo ser. Acabamos aplazando a 20 días del 12 de octubre. Y nos fuimos a mayo, el mes que siempre ha sido nuestro mes, el 5 nos conocimos, el 11 es su cumpleaños y el 15 ahora la boda, creo que, después de todo, tenía que ser así, nuestra boda tenía que ser en mayo, como muchos de nuestros recuerdos y nuestras primeras veces.
Seguir leyendo »Teníamos perdida la ilusión desde hacía tiempo, después de Navidad queríamos retomar, pero llegaron los rebrotes, otra vez el miedo de tener que posponer (ya no hubiera sido posponer, hubiéramos cancelado aun perdiendo el dinero invertido), de que tampoco pudiera salir adelante, de gente que se nos iba cayendo por el camino. De 87 que éramos en el 19, a 43 que fuimos finalmente. Y con bajas muy dolorosas que no vinieron por fuerza mayor, pero que estuvieron, porque la tecnología pudo hacerlo posible y tuve una testigo que nos leyó desde casa vestida de dama de honor a través de la tablet su discurso, de un hermano que no pudo tocarme la guitarra para entrar en el altar, pero que se buscó la vida para ir a un estudio de grabación y poder enviarme la canción tocada por él, de unos abuelos de casi 90 años que no podían venir por médicos desde otra comunidad y que también nos habían grabado un discurso sorpresa, y que nos hicieron llorar a toda la boda... Y esos votos de mi chico. Le amo, ¿vale? Pero es cierto que es más seco que un cardo, y con mis amigas me reía pensando en lo que me diría en los votos... Pues ojo, ni las lágrimas me salieron, la cara de asombro escuchándolo no se me quitó (las fotos lo demuestran) en todo el discurso, de unos 3 o 4 minutos por lo menos, diciéndome lo que no me había dicho en 14 años, y dejándome con las bragas por los tobillos (menos mal que no se vieron); vamos, ni yo, que me gusta escribir y tengo varios relatos escritos, me pude ni comparar, vergüenza me dio leer lo mío después (que no me curré en exceso precisamente pensando en que lo suyo no sería demasiado, para quedar así como más iguales).
Todo salió perfecto. La ceremonia no pudo ser más emotiva, hasta mi cuñada nos regaló una estrella con nuestro nombre en la constelación de la Osa Menor. El cóctel fue genial también, comenzó a salir el sol, que estaba cubierto por las nubes hasta ese momento, y pudimos disfrutar en mesas bajas en el exterior del jardín de la finca, donde había una cascada para hacernos las fotos con amigos y familia y que quedaran de película, y poder ir por las mesas saludando y haciendo acto de presencia y agradecimiento a todos los que finalmente vinieron.
En la comida todo fue genial, la gente quedó encantada con el menú y el cóctel, cada uno en sus mesas con los suyos, y la comida transcurrió fenomenal. Con el postre llegó el dar los regalos así más especiales (padrinos, oficiante, que fue mi primo pequeño el que se lo curró todo y solo tengo buenas palabras para cómo lo ofició), y la réplica que fue para la amiga (mi mejor amiga y la que nos presentó a mi marido y a mí), que no pudo estar, pero que su chico se pasó por mi casa el día antes para recogerlo y que en una videollamada se lo tiré y... ¡Le llegó al vuelo! ¡Fue un momentazo! Lloró más que yo (está embarazadísima y el día antes de la boda le dieron el alta del hospital, que había estado ingresada por riesgo de parto prematuro, por eso no vino), y al final todo salió maravilloso.
Y llegó la barra libre, que no era lo que pensábamos, pero que igual salió redonda. No había DJ ni discoteca, pero nos pusieron el pincho que les dimos con nuestras canciones para que por lo menos sonaran de fondo, nos montaron la mesa del candy, que habíamos preparado nosotros mismos, y contratamos el fotomatón y a un mago para amenizar el ambiente, y vaya si se amenizó, entre las copillas, el cigarrito fuera, el mago haciendo trucos increíbles, las risas en el fotomatón, las 2 horas volaron. Nuestra intención era ampliar a 4 horas la barra libre cuando no había Covid todavía, pero al final lo dejamos con las que venían incluidas, lo que al final se quedó un poco corto, pero bueno, lo disfrutamos lo más grande y luego los de otras comunidades se fueron a sus casas, la familia también se recogió (mi hija se fue con los abuelos), y el autobús con los colegas se vino a mi barrio, donde nos esperaron todos en el bar de la plaza a la que vamos siempre a seguirla liando un poquito más.
De ese momento ya me acuerdo de menos porque me tomé una copa después de años sin hacerlo (hasta en la barra libre estuve a vino), y la cosa ya se desmadró, lo que sé es que los de mi pueblo (que viven en Madrid) acabaron rondándome (es una tradición de mi pueblo de ir en las fiestas una noche casa por casa cantando los hombres a las mujeres), los vecinos del barrio que estaban en la plaza al grito de vivan los novios cada 2x3, el dueño del bar invitándonos a beber, y las risas, me acuerdo sobre todo de reírnos a carcajada limpia. Fue un oasis en medio de una pandemia como la que estamos. Y me quedo con eso. Conseguimos que la gente se divirtiera, y siendo responsables, que se olvidaran de todo lo que llevamos a las espaldas. Y un alivio, porque para nosotros (y sé que compartimos sensación muchos aquí) la organización ha sido dura en momentos, y una montaña rusa de emociones. Pero ya acabó y no pudo ser todo más perfecto, imposible. Y me quedo con eso. Agradezco a Bodas.net que tengáis esto así de bien montado, porque la ayuda brindada ha sido infinita, casi todo lo contratado ha salido de esta app, y a todos los servicios Finca Miravalle, Mago Roncero, Autobuses Albabus, Telefotomaton, El Vestido de la Novia, etc. Gracias. Y a los demás por leerme aquí y haberme leído y ayudado en los posts publicados, ¡es genial este foro! Gracias.
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