La boda de Fernando y Joana en Santander, Cantabria

El día de nuestra boda

Fue un día superespecial además de caótico, ya que tenemos dos niños y como era de esperar no iban a ponernos las cosas fáciles ya que son pequeñines.

Mi hija me puso difícil mi preparación, ya que necesitaba dormir y no había tiempo, pero a pesar de ello yo estaba tan ilusionada que estaba deseando irme para la iglesia. Por si fuera poco, me retrasé 25 minutos ya que mi madre junto con mi hija no conseguían aparcar, a consecuencia de esto, y yo ajena a todo, mi novio ahora marido estaba histérico, ya que en ese momento mi hijo se desquició y le enganchó del cuello y no había manera de que le soltara, el cura se me marchaba pero al fin llegaron y yo pude llegar.

La ceremonia fue muy interesante, ya que mi hija solo quería mis brazos y la tuve que coger, también se olvidaron de las arras así que mis arras fueron especiales porque fueron monedas de euros que mi suegro tenía en su bolsillo (las cuales esperemos que nos aporten mucha suerte).

Una vez acabada la ceremonia ya se pasó todo el nervio y fuimos para el restaurante felices, hasta decidimos parar a tomarnos de camino un vermú para dejar que la gente llegara antes que nosotros. Ya en el restaurante la gente disfrutó del lunch mientras a nosotros nos hacían fotos en los jardines de la finca y después llegó el momento de la comida, la cual fue muy rica, la gente salió muy contenta, ajenos a un par de fallitos los cuales me cerraron un pelín el estómago y no pude disfrutar de toda la comida, eso sí, resueltos enseguida. Lo demás todo fue fantástico, lo pasamos genial, nos acostamos a las 4 de la mañana junto con parte de la familia que durmieron en la finca. Al día siguiente amanecer allí fue genial, ya que compartimos el desayuno entre comentarios sobre la boda y la gente estaba muy contenta, así que nosotros mucho más.