La boda de Carlos y Doris en Vilanova Del Valles, Barcelona

El día de nuestra boda

Estaba sorprendida de los pocos nervios que tenía, ese mismo día me levanté a las 9, desayuné, me di una vuelta, y recogí un poco el piso. Llegó el momento de ir a por el ramo, de comer algo (aquí ya no me entraba mucho), y empezó a llegar la gente, la peluquera, maquilladora, mi hermana, sobrina, y más familia que se peinaba en mi piso. La maquilladora llegó a decirme que nunca había visto una casa tan tranquila el día de una boda.

Pero a las 16:00 todo cambió. Llegó el resto de familia, llegó el fotógrafo, y los nervios se hicieron evidentes. No paraba de ver gente, órdenes de qué hacer, yo sin vestir, gente que debía coger el autocar y que ni siquiera había saludado en mi casa. No me dejaban mirar la hora, pero yo sabía que íbamos tarde. Sólo quería ponerme mi vestido, y al final en dos minutos me ayudaron a ponérmelo. También tengo que decir que, pese a tener sólo un pequeñísimo adelanto de las fotos, valió la pena. Momentos preciosos captados.

Llegó la hora de salir hacia el restaurante. En el coche mi hermano, mi madre y yo. Ahí sólo quería que pasase todo (tonta de mí, si lo mejor es vivir cada segundo). Llegamos, y veo a lo lejos a toda la gente. Veo a mi futuro marido, pero él sólo puede ver el coche. Tengo la suerte de poder ver de lejos su entrada, ¡qué guapo está!