La boda de Borja y Isabel en Barcelona, Barcelona
Al aire libre Otoño Blanco 7 profesionales
B&I
03 Oct, 2020El día de nuestra boda
Parecía que la fecha de este año no nos acompañaba, la pandemia era inminente y no cesaba... Aun así, mantuvimos la fecha inicial de boda. ¡Nos hacía tanta ilusión casarnos!
El día anterior refrescó y cayó alguna gota de agua, que limpió fugazmente la ciudad. El día B parecía que se acercaba, y no podíamos estar más emocionados. El día previo tuvimos la ocasión de compartir con nuestros amigos más íntimos una cerveza, y así celebramos el reencuentro después de meses y meses de confinamiento.
Chan, chan, chan, chan... ¡Y llegó el día! Maquillaje, peluquería, nervios, flores, zapatos, fotos, vídeos, más nervios... Era todo idílico, pero pasaba el tiempo demasiado rápido. En mi cabeza sonaba la canción de vals que tanto habíamos ensayado. Llegó el momento de salir de casa. Con mi mano izquierda agarraba el ramo, que me habían regalado, y con mi mano derecha estrujaba el brazo de mi padre. Abajo nos esperaban unos amigos con el coche nupcial, ellos iban a ser los que nos acompañarían a la iglesia y, posteriormente, al convite. En ese trayecto estuvimos algo nerviosos, pero aparentábamos mucha paz, o eso pensábamos. La entrada fue espectacular, ver a todos mis amigos, familiares y, sobre todo, a mi futuro marido sobre las escaleras del altar, me hizo sonreír de oreja a oreja. Los nervios se habían convertido, por arte de magia, en una alegría incesante.
Seguir leyendo »La misa fue muy bonita: el coro cantó las piezas que les habíamos sugerido y el sacerdote predicó una homilía que no olvidaremos nunca. Allí nos dimos el “Sí, quiero”, frente a la Virgen de la Basílica de la Purísima Concepción. No podíamos estar más felices. La salida fue muy emocionante, podíamos ver las sonrisas de nuestros invitados detrás de sus mascarillas de tela. Y ya nos dirigíamos al convite, cuando decidimos poner la música a todo volumen para celebrar la decisión más importante de nuestras vidas. Algunos invitados cogieron sus coches, otros el bus que habíamos reservado para ellos y siguieron la ruta hacia Turó del Sol (Sant Vicenç de Montalt). ¡Allí nos esperaba la fiesta!
Al llegar, se les ofreció un cóctel de bienvenida, mientras tanto, los novios debíamos hacernos la sesión fotográfica propia de ese día. Para hacer la entrada a lo grande, utilizamos unos humos de colores y una música animada que hizo que nuestros invitados se vinieran arriba y nos siguieran al ritmo de la canción. Ya con la copa en mano y algo de comida que habían empezado a servir, nos dedicamos a saludar y conversar con todos ellos. Posteriormente, nos invitaron a entrar al salón donde íbamos a tener un menú exquisito: una dorada con un fondo de patata, un entrecot con salsa de jabugo y una copa de mojito para finalizar. Pero, no todo acabó allí. Con música de fondo, repartimos algunos detallitos que teníamos pensado dar a algunos invitados y, como no, cortamos el pastel nupcial. Todo parecía un sueño hecho realidad. Entre susurros y unas risas, mi “ya marido” y yo nos pellizcamos un poco el brazo para despertar de ese sueño.
Para finalizar la celebración, nos dirigimos a la carpa donde iniciamos mi padre y yo el vals tan esperado, seguido de un baile con mi marido que hizo animar, aún más, a nuestros amigos. Ellos nos acompañaron con unas bengalas que les ofrecimos. Tras ese momento mágico, bailamos todos entre copas unas 4 horas, ¡y lo dimos todo! Hubo también un stand de crepes y gofres, que hizo un poco más dulce la celebración.
Fue un día muy especial, que recordaremos siempre como uno de los días más felices de nuestras vidas. Gracias a todos los que lo hicisteis posible. ¡Ahora empieza lo mejor!
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