La boda de Blanca y Daniel en El Molar, Madrid
Rústicas Primavera Beige 3 profesionales
B&D
29 Mar, 2025El día de nuestra boda
A pesar de que podríamos haber pasado la noche anterior a la boda en la finca, optamos por ir a un hotel rural con encanto, a unos 20 minutos. Queríamos tener nuestro propio espacio para arreglarnos y hacer un pequeño reportaje fotográfico antes de la ceremonia.
Ese día amanecimos muy pronto, a las 7:00, ya que la peluquera de confianza de Blanca venía al hotel. Desde ese momento nos separamos hasta vernos ya completamente vestidos y arreglados.
Como era muy temprano y los fotógrafos no llegaban hasta las 9:00, aproveché para relajarme un poco mientras los esperaba. Una vez llegaron, la verdad es que vestirme se hizo muy ameno. Si bien es cierto que no soy muy amante de las fotos y ellos querían captar cada momento, la hora que estuvieron conmigo se me pasó volando. Cuando terminaron, me cambié para evitar accidentes y aproveché para desayunar, ya que tenía dos horas para mí.
La segunda vez que me vestí fue, sorprendentemente, casi igual de lenta que con los fotógrafos. No conseguía que me saliera el nudo de la corbata, daba varios paseos por la habitación para ponerme cada complemento… Los nervios ya empezaban a notarse.
Seguir leyendo »Cuando terminé, me fui a la sala donde vería por primera vez a Blanca vestida. Este era un momento muy especial que queríamos que fuera solo nuestro, sin la clásica entrada de la novia con el novio esperando en la ceremonia. Entonces, ahí estaba yo, con los ojos cerrados y de espaldas, esperando que ella me tocara la espalda para poder vernos.
Aprovechamos para hacernos unas fotos juntos y pusimos rumbo en coche a la finca, donde, según nos confirmó la wedding planner, ya nos esperaban todos los invitados. Al llegar, tuvimos algunas dificultades con el vestido y el viento haciendo de las suyas, aunque no podemos quejarnos del tiempo, ya que nos hizo un día soleado y limpio en la sierra de Madrid después de dos meses de lluvias. Hicimos la entrada juntos y, según nos dijeron, bastante rápido, empujados por los nervios, aunque Inma, nuestra wedding planner, nos indicaba constantemente que bajáramos el ritmo. ¡Qué difícil y qué emocionante cuando todo el mundo te observa, sonriendo y aplaudiendo!
La ceremonia fue oficiada por dos de nuestros mejores amigos. Fue estupenda, con risas, lecturas de amigos y familiares, búsqueda de anillos entre las sillas de los invitados, ceremonia de poda de bonsái y lectura de votos preparados por los oficiantes. Una vez finalizada, fuimos a hacernos unas fotos con un caballo, Merengue, que tienen en la finca, y a continuación volvimos con los invitados para empezar la celebración.
El cóctel se preparó junto al lugar de la ceremonia, en una zona exterior al resguardo de los olivos del jardín de la finca. Añadimos unas setas de calor para que se estuviera a gusto al aire libre, consiguiendo que el lugar resultara perfecto para disfrutar de ese momento con todos.
El banquete fue en el interior, en un cortijo diáfano con una decoración estupenda y alegre que, además, habíamos personalizado con un toque temático de cine asociado a varios juegos. En cada mesa había un “capitán” que debía leer preguntas preparadas sobre nosotros, los novios, y repartir chupitos de licor como recompensa o castigo. Además, durante el banquete sonaron las bandas sonoras de las películas asignadas a cada mesa, y sus integrantes debían bailar o representar algo relacionado con la película. ¡Todos los invitados se animaron muchísimo con los juegos, y el banquete pasó volando! Lo finalizamos con un bonito brindis por nuestros invitados desde un balcón que daba al gran salón del cortijo.
Uno de nuestros hobbies es el baile, así que, cuando llegó el momento, las expectativas de los invitados eran muy altas. Fue estupendo prepararlo y enseñarlo, pero lo que no se esperaban era que varios invitados participaran en un flashmob al final de nuestro baile.
Entonces empezó la fiesta —¡ya habíamos pasado más de la mitad del día!— y fue tremendamente divertida. No cambiaríamos nada de ese día: fue todo perfecto, como lo habíamos querido y justo a nuestra medida.
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