La boda de Ariadna y Adrián en Barcelona, Barcelona

Llamé por teléfono a la que entonces no era mi mujer aún y pregunté dónde estaba y si tardaría mucho. Me dijo su ubicación y yo la repetí en voz alta. La trabajadora del ayuntamiento lo oyó y me dijo "aún le queda mucho, no llegará a la hora. Si pasa más tiempo no os podréis casar". Esto fue como un cubo de agua fría, los nervios volvieron y mi pareja, que lo oyó a través del teléfono, entró un poco en estado de ansiedad. Colgué para que no escuchara más a la trabajadora de allí amenazándonos con esto.

Intentaba yo hacer tiempo hablando con ella, preguntando si podría pasar la próxima pareja o si podríamos hacer algo, pero ella estaba muy estresada (llevaría todo el día haciendo bodas y cualquier retraso significaría terminar fuera de hora). Por suerte, nos dijo que fuéramos subiendo todos los invitados a la sala y que esperaría ella a la novia.

Llegó la novia 15 minutos tarde (en una boda de 30 minutos es bastante), pero por lo menos había llegado y el miedo a no casarnos se esfumó. Nos sentamos frente a la regidora y empezó la ceremonia. Ella iba hablando mientras iba pasando las hojas del expediente suyo a un ritmo más acelerado, incluso saltándose varias hojas, pero no se notaba, ella hablaba bastante bien. Supongo que está acostumbrada a esto. La ceremonia fue muy rápida, prácticamente 20 minutos desde que entramos hasta que salimos firmamos las actas, y por fin estábamos casados.

Al bajar nos esperaban todos con pétalos, arroz, confeti y más cosas para tirarnos. Fue un momento muy bonito para nosotros, nuestra primera vez como marido y mujer. A partir de aquí todo fue rodado, hicimos fotos con los invitados, una mini sesión de fotos nuestra allí en el mismo ayuntamiento y finalmente nos dirigimos al hotel donde nos esperaban los invitados para cenar.

Desde ese momento todo fue dejarnos llevar. El hotel y su staff se encargaban de todo, medir los tiempos, los momentos... Todo fue perfecto, la comida estaba mejor incluso que en la prueba de menú y los invitados se les veía bastante entusiasmados. Después de esta pandemia todos querían un poco de fiesta.

Cuando terminó todo, agradecimos a los invitados por su asistencia y despedimos a todos. Nosotros nos quedaríamos esa noche en el hotel, por lo que fuimos los últimos en abandonar la sala. Nos pasamos la noche quitándonos arroz de los zapatos, pelo y hasta de la ropa interior. Fue un día muy divertido y, sobre todo, inolvidable.