Eduardo es un gran profesional, cuando en la primera entrevista comenzamos a hablar de lo que me gustaba y como me veía vestida de novia todo iba tomando forma. Nunca quise un vestido tradicional, ni si quiera sabía si lo quería en blanco y con su ayuda lo fuimos definiendo.
Al final en las diferentes pruebas lo íbamos cambiando y adaptando a mi cuerpo y a mis gustos. Hasta mi madre se acabó animando ha hacerse el vestido con él al ver el trato y la capacidad de creación de Eduardo también decidió hacerse su vestido. ( Es el vestido rojo de las fotografías),
Soy una persona a la que la encanta lo práctico y creo que con este diseño he conseguido tener una pieza que me puedo poner para más eventos y un chaleco único y original. Lo recomendaría sin dudarlo, especialmente si buscas algo original y único.

¡Gracias, Eduardo! Conectamos desde el primer día y supiste lo que quería desde el minuto 1, no quería el típico vestido de novia... ¡Quería algo especial y tú lo has conseguido! ¡Y mi madre preciosa! ¡Gracias por formar parte de mi día!

Plasmaron al 100% lo que quería de mi vestido. Un equipo amabilísimo, y momentos realmente divertidos en el Atelier que ayudaban a destensar. Encantadísima también con Felipe de Felipe, el estilista del equipo, que hace un trabajo excelente en maquillaje y peluquería.

Desde que tuve la primera entrevista con Eduardo supe que él entendería mi enfoque hacia el vestido que quería... ¡Y así fue el resultado! Lo mejor es que al novio, ansioso, también le encantó. Cada prueba de vestido fue mejor que la anterior y a eso se le añade la personalidad de Eduardo, que inyectaba esa chispa que necesitaba. ¡Simplemente, gracias!

En la primera entrevista Eduardo supo ver qué vestido era el que encajaba conmigo, tanto a mí figura como a mi personalidad. Durante el proceso fue asimilando mis opiniones y preferencias. Su equipo no se queda atrás. La experiencia ha sido fantástica. ¡Muchísimas gracias!

Eduardo no solo es un excelente diseñador. Me dio ideas para todo, es increíble qué imaginación tiene. Desde ideas para la celebración hasta para la ceremonia.
Estoy encantada de que haya realizado mi vestido, quedó precioso y con una confección impoluta (tengo familia del gremio que lo acreditan). Encima tuve la suerte de que pudiera venir el día de la boda a vestirme él personalmente y estar perfecta hasta minutos antes de dar el "Sí quiero".
Gracias a él también pude conocer a Felipe, el estilista, que me peinó y maquilló, que no solo se ocupó de hacerlo el día de mi boda sino de encargarse él personalmente desde los meses previos a la boda, de mantenerme tanto el color como la hidratación del cabello para que ese día luciera como nunca.
En fin, todo son elogios para todo el equipo, porque no puedo decir otra cosa, y por descontado que volveré a acudir a ellos para cualquier otro evento familiar.

No os podéis imaginar lo difícil que fue para mí encontrar a alguien que entendiera todas las ideas que tenía en mi cabeza para mi vestido, hasta que después de visitar varios supuestos atelieres apareció Eduardo en vida. Desde esa primera entrevista todo fueron facilidades, risas y complicidades, y realizó para mí un vestido muy sencillo que era lo que yo quería, pero con toda mi esencia y personalidad. Sé que esto suena a topicazo, pero me volvería a casar (sin que me oiga mi marido) solo por vivir de nuevo el proceso de mi vestido junto a Eduardo y su equipo.

Yo llevaba una idea muy clara de lo que quería... Pero Eduardo empezó a crear sobre mi un diseño espectacular y favorecedor y creamos juntos un vestido de novia que jamas pensé encontrar. La verdad es que, aunque yo pensaba que tenia una idea muy clara, él me hizo entender que había formas que me sacarían mejor partido, y efectivamente así fue. Además es un chico tan simpático que es difícil contener la risa a su lado y cuando sales de una prueba del vestido lo único que quieres es que sea ya la siguiente. Gracias por mimarme tanto, Eduardo.

Encontrar a Eduardo ha sido encontrar un auténtico tesoro. Su amabilidad, sonrisa y humildad es parte de su secreto. Llegué a su taller sin tener mucho presupuesto, quería algo diferente, pero es cierto que mi presupuesto era limitado. Eduardo consiguió que mi sueño se hiciese realidad y respecto este hándicap con el que yo llegaba. Todo su equipo de concepcionistas son auténticos profesionales de la costura. Realmente una decisión que volvería a repetir incluso con los hijos cerrados.

He de decir ante todo que estuve mucho tiempo mirando y buscando un lugar donde poder realizar mi vestido de novia. Tras diferentes visitas, encontrar el atelier de Eduardo Andés fue lo mejor que me ha pasado. Un exquisito atelier, decorado como esos pequeños palacios de antaño que te trasladan a un espacio extremadamente romántico. Desde el principio todo el equipo de Eduardo me atendió como en ningún sitio habían hecho. La capacidad creativa de Eduardo es realmente sorprendente y no dudaré nunca en recomendarlo una y mil veces si tienes claro que no quieres fallar en ese día tan especial para todas nosotras.

El estrés de no saber qué estaría haciendo con los encargos no era lo peor. Me casé con el vestido sin terminar. Canceló la última prueba a 5 días de la boda. Él aseguraba que estaría todo para el sábado y cuando me puse el vestido me quedaba grande, la manga derecha estaba sin rematar, los botones se caían, el cinturón se sujetaba con alfileres, la cola no duró ni un minuto recogida... A 3 días, Eduardo mandó "presupuestos extras" a mi suegra: exactamente el doble de lo acordado para peluquería y maquillaje, mangas ya presupuestadas y pagadas en el inicio, "pedrería" no pedida ni aprobaba por ella para su vestido, una pamela que tampoco pidió y el chaqué del novio que no se iba a poner. Ella le llama para hablar sobre esos nuevos precios, a lo que él responde muy amargamente que son los precios de un profesional. Ante la inminente boda, paga sin rechistar todo lo que se le pide. Mi suegra le pidió que, para la confección de su vestido, tuviera en cuenta tapar bien la zona del broche del sujetador, un sujetador especial para personas que han sufrido cáncer de mama. Sin que ella tuviera conocimiento, Eduardo le incluye en el presupuesto extra 500 euros sin IVA de una tela brillante que le tapa solo esa pequeña zona, con el siguiente comentario: “mi diseño no es el problema, el problema eres tú y tu pecho. No me deis más guerra porque no sabéis lo que soy capaz de hacer”. La sensación de secuestro exprés fue continua todo el proceso. El desarrollo del vestido empezó 8 meses antes. La web, con vestidos de princesa, y la localización del "taller" te hacen pensar que puede tratarse de un nuevo diseñador aún por descubrir. Al entrar, choca la incongruencia estética (falta de luz, sillones vintage hundidos y rotos por debajo y la falta de climatización (pruebas de 3 horas a 40 grados y a 10 grados en invierno). En la primera visita, ambos desarrollamos un boceto de un vestido con dos partes para poder combinarla con una tercera de cara al baile, con un presupuesto máximo para todo de 4000 euros, incluyendo el detalle principal, un toque azul. En febrero, Eduardo atendió la visita de mi novio, sus padres y su hermana, llegando a la conclusión de que, si nos vestía el mismo taller, tendríamos una coordinación perfecta de colores, formas y tejidos. Mi novio dejó encargado un traje de chaqueta azul y en la primera prueba le plantó un chaqué casi hecho, sin haberle consultado a él, porque según Eduardo iba a ir mejor. Mi suegra llevó un vestido con el mismo corte y forma que mi vestido. Por cierto, podéis ver la foto de los mismos adornos en el vestido de una clienta en su tienda de Asturias. En la primera prueba de mi suegro, le probaron una chaqueta con las mangas 20 centímetros más cortas. De repente, mi vestido se convirtió en una sola pieza, el color azul no quiso ponerlo y me pasó presupuestos escandalosamente inflados de diferentes adornos para dar el toque final. Pocas veces me he sentido tan abatida: a dos meses de la boda, teniendo todo perfectamente hecho y organizado, y sentirme tan triste solo de pensar en el vestido. Haber confiado en una persona con pocos conocimientos de confección y costura, tener que aguantar los desplantes de cambios de día y hora (sabiendo que todos vivíamos fuera de Madrid y que íbamos solo para las pruebas), soportar que se hiciera pasar por una asistente que no existe en realidad… La sensación de secuestro exprés era cada vez más latente. A 10 días de la boda, pagué 750 euros más por los apliques en los hombros, supuestos cristales de Swarovski, evidentemente sin certificado de la casa y exactamente los mismos cristales que me puso mi amiga Blanca para el tocado del velo. Para colmo, a 5 días de la boda cancela la ultima prueba. Yo no vi el vestido acabado. Vivo fuera, coincide con dos festivos. Le di opción de ir otro día y tampoco pudo atenderme. Finalmente, el sábado apareció en el lugar de la celebración, sin muestra de humildad, con mi vestido, al que no me dejó ver hasta que me vestí. Si escoges hacer tu vestido con él, tienes que tener claro que no va a ser el que crees porque el vestido lo decide él y tiene que gustarle a él, que vas a pagar más de lo que pagues en un inicio y que, probablemente, pasaras un estrés que no necesitas.

La realización de mi boda no pintaba como algo sencillo. Muchos invitados, familia fuera y mil cosas que jamás pensaba que existían ni que había que hacer para que todo fuese perfecto. Quería que mi vestido fuese algo increíble, siempre he soñado con este día y lo que tenía claro es que quería que fuese espectacular. Llamé al atelier de Eduardo y desde el primer momento sentí un gran cariño y profesionalidad hacia todo el equipo. Eduardo es una persona excepcional que enseguida supo captar mi idea, darme su opinión y crear algo que sin duda ha sido maravilloso: mi vestido. Tras las diferentes pruebas, fui viendo como mi vestido cada vez se iba haciendo más y más bonito. Realmente era un cuento soñado y yo era la princesa. Exquisitez en cada prueba, mimo, atención en cada detalle e incluso incorporación de nuevas ideas en el proceso para que mi vestido cada vez fuese más sorprendente. Han hecho que, sin duda, mi boda haya sido el día más especial de mi vida. He estado tan entusiasmada en cada paso que daba con Eduardo en la creación de mi vestido que no dudé que incluso mi madre, que vive en murcia, viniese a Madrid para que Eduardo fuese su diseñador. Fue emocionante vivir intensamente con mi mami un proceso tan fino, exquisito y divertido. Eduardo y su equipo me lo han puesto muy fácil en todos los aspectos. Solo son palabras de agradecimiento hacia su atelier y de tristeza por saber que este proceso ya ha acabado. Sin duda, creo que todas las novias del mundo deberían conocer la mente creativa de este diseñador tan humano, tan amable y tan sensible. Gracias a todo ese equipazo y en especial también a su estilista, Felipe. ¡Yo también soy una novia Andés!

Un maravilloso profesional rodeado de un magnífico equipo de costureras.
Mencionar especialmente a su estilista Felipe.

Eduardo Andés es un autentico profesional y persona. Ha sido una grata experiencia para mí el diseñar mi vestido de novia junto a él. Ha quedado de un sueño, una verdadera obra de arte. Ideal.

Nunca habría pensado ir así de guapa el día de mi boda si no hubiera encontrado una persona como Eduardo. Desde el primer momento tuvimos más que buen feeling... Ha sido una complicidad fuera de lo común, es una persona maravillosa y como diseñador no tendría la palabra exacta para definirle... Dio en el clavo con mi personalidad y supo sacar lo mejor de mí. En todo momento todo fueron facilidades y cada prueba en su maravilloso atelier fue un momento de risas y emociones que hizo que todo el proceso de mi joyita de vestido fuera muy, muy especial y que siempre los guardaré en mi corazón. En definitiva, nada habría sido igual el día de mi boda sin haber acudido a él y a su maravilloso equipo al que siempre estaré muy agradecida.