Tras ocho años de profesión como arquitecta y otros tantos trabajando en el sector inmobiliario, decidí explorar mi faceta más creativa con pequeñas incursiones en el mundo del retail, el escaparatismo y el home staging.

Los últimos tres años de trabajo como decoradora me permitieron conocer y participar en un nuevo ámbito para mí, la decoración floral.

Esto supuso un verdadero reto en los inicios, pero a la vez, el descubrimiento de una nueva línea de trabajo que afronté con verdadera ilusión y motivación.

Y así, cuando menos te lo esperas, has creado tu propia empresa junto a la mejor socia, llevas más de trescientas bodas a tus espaldas, y te das cuenta de que el trabajo se convierte en pasión y el esfuerzo que conlleva se realiza con entusiasmo.

Cuando surgió la posibilidad de gestionar mi propio negocio y liderar un proyecto empresarial, tuve la misma sensación de emoción que cuando das un salto al vacío. Después, me di cuenta de la oportunidad que tenía ante mí y de que los doce años previos gestionando equipos en grandes empresas jugaban a mi favor.

Y lo que era un reto acabó convirtiéndose en pasión y en el descubrimiento de una vocación.

Sin duda, tratar con personas es siempre la mayor dificultad, ya sean clientes, empleados o socios y, a la vez, es lo más satisfactorio y gratificante cuando recibes sus agradecimientos por el trabajo bien hecho.

Tal vez por casualidad o quizá fue el destino, las flores llegaron a mi vida, y con ellas descubrí un mundo apasionante y adictivo del que aprendo y con el que disfruto muchísimo.

Flor de Luna es un proyecto que nace del corazón de dos soñadoras que buscan el cuidado al detalle de lo que hacen con total responsabilidad y compromiso.