La boda de Víctor y Sandra en Cádiz, Cádiz
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V&S
29 Abr, 2017El día de nuestra boda
A decir verdad, el día de mi boda no estuve nerviosa. Siempre he pensado que cuando estás segura de lo que estás haciendo, no tienes por qué estar nerviosa. Bueno, vale, reconozco que el tema del baile si consiguió que quisiera salir corriendo del salón.
Los nervios los pasé días antes. A solo unos días de la boda empezaron a fallar invitados, y algunos aún no habían ni si quiera confirmado la asistencia, con lo que tuve que hacerme a la idea de que no tenía más remedio que no contar con ellos. Tuve que preparar las mesas corriendo, contando con la gente que sí había tenido el detalle de confirmar.
Como ya dije antes, algunos invitados nos fallaron incluso el mismo día de la boda, con lo que pagamos cubiertos de más. Ese ya no era el problema, eran los nervios y la rabia que te da saber que hay gente con la que no se puede contar cuando creías que sí.
Dicho esto, fue casi lo único que salió mal el día de la boda. El fotógrafo llegó a su hora. Mi madre estaba histérica, la chica de las flores trajo mi ramo de peonías, un ramo precioso que una vez que terminó todo, mi madre colocó en el cementerio donde está mi tío, me hacía mucha ilusión que él lo tuviera.
Seguir leyendo »Mi hermano y mi primera dama de honor, mi cuñada, estaban guapísimos. El sí estaba nervioso, no todos los días se casa su única hermana y se veía que estaba feliz.
Mi madre, como ya he dicho, estaba muy nerviosa. Muy pendiente de la hora, de que todo estuviera perfecto y de vestirme con el cariño que sólo te puede dar una madre. Yo llevaba un vestido de Pronovias, el modelo Odona, un vestido muy sencillo, pero perfecto y precioso a la vez, con unos zapatos blancos y una discreta tiara en el pelo.
Mi padre, que era el padrino, estuvo encargándose de nuestra hija, Emma de 17 meses, para que pudiéramos hacer las cosas lo más relajados posible.
A las 17:30 horas, una vez arreglados todos en casa, me recogió el tío de mí ya marido y me llevó a la iglesia, la catedral antigua de Cádiz, una iglesia preciosa. Estaba decorada con unas flores preciosas, en tonos rosas, fucsia y blanco con algún toque de verde.
El párroco, sinceramente, no me gustó como ofició la misa. Riñó a mis invitados por no rezar, insultó a la chica de las flores porque íbamos a llevarnos las flores al hotel dejando, claro está, un gran ramo a modo de ofrenda. Cortó varias veces a mi madre durante la lectura que hizo....En fin, un desastre, pero yo solo podía pensar en que estaba, por fin, después de 10 años, casándome con la persona más maravillosa del mundo entero, con mis amigos, los familiares que pidieron venir y nuestra hija como testigos.
Mi bebé iba preciosa, con un body blanco de manga corta y una falda de raso color cereza, como mis dos damas de honor, que estuvieron pendientes en todo momento.
Mi padrino estaba espectacular, con su traje y su corbata azul a juego con el vestido de mi madre.
Cuando íbamos camino al altar y lo vi allí delante, del brazo de su madre, que lloraba como una loca, yo solo podía sonreír y decirle a Víctor lo guapísimo que iba, yo estaba muy emocionada pero seguía tranquila.
Una vez que la ceremonia acabó y salimos de la iglesa, todo eran felicitaciones, arroz, papelillos de colores... ¡incluso un dron!
De la iglesia fuimos al parque genovés, mientras los invitados iban camino del autobús que los llevaría al hotel. El fotógrafo nos hizo algunas fotos y el dron nos grabó, ese es el regalo de unos amigos, un vídeo para que tuviéramos ese recuerdo.
Cuando acabamos las fotos en el parque fuimos a la playa de Cortadura, también en Cádiz, para hacer alguna foto más y otro trozo de vídeo, de allí nos dirigimos al hotel directamente.
El hotel en el que lo celebramos era el Hotel Vincci Costa Golf, en Chiclana, un hotel con cierto toque tropical, muy chulo. El trato recibido en el Hotel fue inmejorable. Cuando llegamos nos esperaba Marika, la mujer que organizó todo.
Hicimos el cóctel en el chozo de la piscina, habían puesto una alfombra roja y algunas antorchas a los lados del paseíllo que nos llevaba a donde estaban los invitados esperando.
Entramos con la canción Thousen years de Christina Perri, estuvimos atendiendo a todos los invitados, procuramos saludarlos a todos y estar un rato con cada uno.
Después llegó el momento de entrar al salón. Estaba decorado con las mismas flores que la iglesia, En tonos fucsia, blanco, rosa palo y verde (recordad que teníamos que llevarnos las de la iglesia, pero no fue posible).
Entramos con una canción de Jon Legend y Lindsay Starlin, All of me en versión violín... ¡y empezó la comilona!
El momento de la tarta fue un guiño a Víctor, él es un poquito friki y me hizo ilusión ver qué cara ponía cuando sacaban la tarta con Goku y Chichi vestidos de novios, con la banda sonora de Dragon Ball a piano de fondo. La verdad es que le gustó mucho el detalle, no se lo esperaba y los invitados se rieron, fue un momento muy divertido, después hicimos un brindis por los que estaban y los que no, por el hijo de un amigo que cumplía un añito ese día, y por el futuro bebé de otro buen amigo de Víctor, que llegará en octubre.
Debo reconocer que lo que sí me puso bastante nerviosa fue el momento del baile, habíamos ensayado muy poco y soy un poquito arrítmica....¡tenía pánico a ese momento!
Por suerte para mí, resolvimos bien la situación. Bailamos Thinking Out Loud de Ed Sheeran, no pudimos elegir mejor el tema, tanto por su elegancia como por el mensaje que transmite.
Bailamos los primeros minutos como habíamos ensayado, todo salió estupendo, nos dimos un beso y en ese momento paramos de bailar para sacar a bailar a los padrinos, y ese fue el baile más preciso que voy a bailar en mi vida, primero con mi marido y después con el hombre de mi vida, mi padre.
Una vez que acabó el baile....¡¡Empieza la fiesta!!
Contratamos un fotomatón, tenemos recuerdos de toda la noche con todos nuestros amigos, fue un acierto y lo recomiendo muchísimo, tuvimos 5 horas de barra libre, mesa de dulces y de mini pastelería francesa durante toda la noche y recena de montaditos, para que la bebida no cayera mal.
La fiesta se alargó hasta las 7 de La mañana, no me puedo quejar de la boda tan estupenda que tuvimos, fue un día inolvidable, quitando las tonterías que pasaron, porque al final, las flores, la iglesia y la misa es lo menos importante, porque lo que cuenta es que hemos creado nuestra familia, somos una pareja unida y tenemos una hija, unos amigos y unas familias maravillosas y a fin de cuenta... ¡eso es lo que verdaderamente importa!
Después, la noche de bodas fue en una suite espectacular, pero eso no se cuenta... ¡shhht!
Hasta aquí el día de nuestra boda. Agradecer también la ayuda que ha supuesto bodas.net en la organización, nos lo ha facilitado muchísimo, nos ha brindado grandes proveedores y nos ha dado muchas ideas.
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