La boda de Rubén y Eva en Madrid, Madrid

Después nos montamos mi padre y yo en el coche que contratamos en Vintage City Tour. El chofer, 10/10, muy amigable. La gente, cuando bajé de mi casa al coche, estaba muy nerviosa e increpándole un poco (también tenían un poco de curiosidad), pero lo enfocó muy bien, nos dio un paseo por el Retiro antes de llegar a la iglesia.

Mi celebración, genial; duró bastante, pero se me acabó haciendo corta. La retrasmitimos por YouTube, y el único incidente fue un golpe de calor. Pusimos como detallitos en la entrada alcoholes con nuestra fecha que encargamos a Kleaning, muy bonitos. No pudimos usar los conos de arroz para evitar un tumulto, que la gente se agrupara y esas cosas. Nuestras alianzas son preciosas y son de Roselin. También llevamos un cojín y una cesta que hizo mi madre con nuestras iniciales y los trajes de los niños son de Teresa y Leticia, una tienda de Madrid con la que estoy encantada. Mi ramo es de Flores en el columpio, y es preservado, es decir, dura en el tiempo sin estropearse. No se lo di a nadie porque le tengo mucho cariño, ya que el día que me debía haber casado en junio que estábamos confinados, todos mis hermanos se pusieron de acuerdo para regalármelo entre todos y es un detalle que quiero conservar.

Después, el coche nos recogió y nos llevó al convite, Miravalle. He de decir que los chicos de allí estuvieron superatentos se portaron muy bien. Llevábamos bastantes alergias y nos dejaron ir el día de antes a dejar los detallitos, marcamos los sitios con alergias y pusimos unas fotos en las mesas. Los detallitos fueron unas Power banks de la empresa Vita móvil. Venían cargadas, personalizadas y envueltas individualmente cosa que agradecimos por el Covid. Luego, a todos les pusimos una bolsa pequeña de chuches que preparamos antes individualmente en casa en sus copas. A los niños les preparamos una bolsita a cada uno según su edad y les hicimos unos manteles para colorear e intentar que estuvieran entretenidos la mayor parte del tiempo.

La comida, increíble. Todo el menú de nuestros invitados fue sin gluten ya que yo era celíaca y quería comer bien ese día. 10/10 . Nadie llegó a la carne de toda la cantidad de comida que nos pusieron, hubo gente que se llevó tuppers de allí. Nuestras mesas estaban divididas en grupos de 6 personas para respetar la normativa, y nuestro fotógrafo pasó mesa por mesa haciéndoles fotos, las imprimió y les dio una copia a los invitados y otra las pegó en un libro de firmas, por eso os recomiendo a este fotógrafo, porque vi la calidad de las imágenes ya en la boda y cómo se adaptan a las diferentes situaciones. También pusimos en la sala unas letras enormes con luz y la palabra LOVE, donde por grupos reducidos podían sacarse fotos.

Después de la cena hicimos algunos juegos sentados como el de levantar los zapatos de mi marido y el mío y respondiendo a preguntas comprometedoras. Cuando terminamos el postre, se hizo una especie de chillout, pusieron una lista de música que nosotros preparamos de antemano y podían pedirse alguna copa senados en la mesa. Lo único que para respetar las normas se nos hizo muy, pero que muy corto, ya que llegamos más tarde de las 8 pm, y a la 1 am ya estaba todo despejado. Durante todo este tiempo, la peluquera Verónica se quedó conmigo, me retocó el maquillaje cuando se me iba la lagrimita... increíble.

La verdad es que fue una boda no al uso, pero fue genial, mejor de lo que podría haber esperado en esta situación y hasta donde nosotros sabemos con 0 casos de Covid. En cuanto a nuestra luna de miel, 10/10. Fuimos a Tenerife al hotel Gran Meliá Palacio de Isora. Se notaba que no había ni un 10% de la capacidad porque no te cruzabas con nadie, y aún así mantenían todos los servicios, espectáculos sentados y al aire libre, piscina, spa... Hicimos dos excursiones y las comidas fueron increíbles.