La boda de Quim y Estibalitz en Llerona, Barcelona
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Q&E
22 Jun, 2019El día de nuestra boda
Fue un día mágico.
Recuerdo levantarme por la mañana en casa de mis padres. Hacía un día espléndido. Y, aunque había descansado mucho, me levanté ya un poco nerviosa. Mientras desayunábamos los tres juntos, recuerdo que íbamos hablando sobre la boda, cómo iría vestido Quim, si los invitados saldrían satisfechos... Los nervios iban saliendo poco a poco.
Cuando acabamos de desayunar mi madre y yo nos fuimos directas a la peluquería y al salón de belleza. ¡Cada vez se acercaba más la hora! Cuando ya estábamos vestidas y arregladas, empezó a llegar la familia más cercana: abuelos, primos, tías y las amigas. Nos hicimos las fotos y ellos se fueron hacia la iglesia. A mi padre y a mí nos vino a recoger un coche antiguo precioso. No os podéis imaginar cómo iban creciendo los nervios a medida que nos acercábamos a la iglesia... Pero, fue bajar del coche, cogerme a la mano de mi padre, escuchar mi canción, ver a Quim en el altar llorando a moco tendido, y los nervios se esfumaron. La ceremonia fue corta y amena, y familiares y amigos nos leyeron unos escritos preciosos.
Seguir leyendo »Después de la ceremonia nos fuimos directos al restaurante. Todos los invitados recuerdan con especial cariño el aperitivo. Coinciden en que fue espectacular. Además, lo acompañaba el espacio, un precioso patio con luces y adornado con mucho mimo. ¡Quim y yo estábamos tan pendientes a todo, de los invitados, de la comida, y de que todo fluyera, que prácticamente no probamos bocado!
Poco a poco los invitados fueron entrando al restaurante. Cuando todos estaban sentados, empezó a sonar nuestra canción y entramos a la sala eufóricos mientras los invitados aplaudían y levantaban las servilletas. ¡Qué momento tan bonito!
Antes de servir el primer plato, nos pusieron un video que habían hecho nuestros padres. Un recopilatorio de fotos mías y de Quim de cuando éramos pequeños, con la familia y con los amigos. Muy emotivo.
Cenamos contentes entre gritos de "vivan los novios" y "que se besen". Y antes de que saliera el pastel, Quim y yo empezamos a repartir los detallitos, para los padres, abuelos y algunos amigos. Durante el corte del pastel Quim hizo un discurso precioso, que nos puso los pelos de punta a todos.
Después del brindis, hicimos nuestro baile. ¡Qué nerviosos estábamos! Pero la verdad es que lo habíamos ensayado tanto, que nos salió a pedir de boca. Fue un momento precioso. Y justo antes de terminarlo, cogimos a los invitados y los llevamos a la pista de baile a darlo todo. Nos lo pasamos en grande.
Sin duda, un día para recordar.
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