La boda de Pepu y Montse en Sallent, Barcelona

El día de nuestra boda

Pese a que el tiempo nos amenazaba con que cayera un buen chaparrón de un momento a otro, a contratiempo tuvimos que decidir si montábamos nuestra boda en esos preciosos jardines en los que llevábamos más de un año soñando nuestra boda o bien optábamos por el plan B. Y como dicen en mi tierra ‘’Qui no arrisca no pisca’”. ¡Nos armamos de valor y decidimos ir a por nuestro sueño! Y gracias al tiempo que nos dio tregua, pudimos celebrar la ceremonia perfecta, pese a algún problemilla entre el viento y mi velo, fue una ceremonia de lo más emocionante, divertida y emotiva. Tan emotiva que (aunque nadie lo sabe) se me acabó saliendo una lentilla entre risas y llantos, lo pude solucionar ipso-facto (ya sabéis, la práctica, y los nervios de una novia de que todo salga bien, no se iban a j---- por una lentillita).

Después de la ceremonia aún nos aguantó el tiempo para hacernos un pequeño reportaje y fue ya cuando estábamos acabando que nos empezó a llover, pero Joan, el dueño el hotel y nuestro salvador, vino con un precioso paraguas blanco enorme cual sombrilla playera que nos tapó de la lluvia hasta llegar al celler (bodega) dónde nos tenían guardados unos aperitivos fríos para que comiéramos un poco. Porque no chicos y chicas, el día de la boda cierto es que no te da tiempo ni de comer. Eso nos sirvió para relajarnos porque ahora empezaba lo mejor, ¡el banquete! ¡Fue un banquete lleno de sorpresas, momentos improvisados, divertidos y emotivos!