La boda de Oliver y Patricia en Sant Agusti De Lluçanes, Barcelona
Rústicas Primavera Dorado 4 profesionales
O&P
28 May, 2016El día de nuestra boda
El día comenzó en Vinyes Grosses, en Sant Agustí de Lluçanes. Llevábamos allí desde el día anterior, puesto que al alquilar el lugar para celebrar la boda teníamos el fin de semana completo para 23 personas (que al final fueron 25).
La boda iba a comenzar a las 19h, por lo que después de descansar bien aquella noche, después de toda una semana preparando cosas comenzamos a hacer los preparativos finales para la boda. La mayoría de cosas pudimos llevarlas un par de días antes a la casa. Llegó Sonotech a prepararnos la zona de la ceremonia, de baile y convite para que pudiera estar todo con sonido. Nos hacía un sol precioso aquella mañana. Un poco más tarde las chicas comenzaron a prepararse para la tarde.
Todo iba viento en popa. Llegó el catering (El Graeller Rialler) y se apoderó de la cocina, comenzando a preparar una gran paella. También prepararon la sala del banquete. La novia fue a peinarse, montamos la tarta, de 3 pisos y con temática de cine, la cual quedó maravillosa. Dejamos a punto una mesa con fotos nuestras y nuestras iniciales en grande. Todo iba como lo habíamos preparado y teníamos en mente.
Seguir leyendo »Entonces fui a ducharme para prepararme y cuando salí vi que algo no iba como debería. En un momento el cielo se puso negro y comenzó a llover. Una tormenta. Lo primero que pensé es en todo el trabajo de aquella semana, en lo que habíamos montado esa mañana, el catering y el equipo de sonido. Pensé que tendríamos que pasar al plan B a tan solo 2 horas de la boda, pero entonces paró.
Yo entonces ya no podía bajar. Desde la ventana iba viendo como la gente se había movido para que las cosas no se echaran a perder. Habían tapado los altavoces, pusieron un par de toallas donde nos íbamos a sentar y carpas donde estaban preparando el catering. Comencé a calmarme y vino el oficiante a hacerme unas preguntas. Salí entonces a la terraza y vi que lo que había ocurrido antes muy posiblemente volvería a pasar. Y así fue, otra tormenta, aún más fuerte que la primera, cayó encima nuestro. No lo supe hasta más tarde, pero la primera paella que se estaba preparando se echó a perder. Ésta duró más tiempo, y éste se nos echó encima. Se acercaba la hora y no paraba de llover. Por la ventana veía como la montaña de enfrente desaparecía tras la niebla. Mi humor en ese momento estaba por los suelos y entonces llegó la familia. Unos con coches y otros en el autobús. Vinieron a vernos, mojados, pero con una sonrisa de oreja a oreja, consiguieron volver a animarme. Bajaron a la zona del catering y, finalmente, dejó de llover. Con todo lo que había pasado, la ceremonia se retrasó un poco, pero finalmente pudimos hacerla al aire libre, tal y como queríamos.
Mi madre me cogió del brazo, y comenzamos a bajar las escaleras para cruzar el patio de la casa rural, desde donde saldríamos hacia el altar. Ya no estaba nervioso. Íbamos avanzando, me pusieron mi música y comencé a bajar las escaleras. Y me resbalé. Suelo mojado y zapatos nuevos no es una buena combinación. Por suerte, iba cogido del brazo de mi madre. No es muy grande ni fuerte, pero consiguió aguantar el tirón y que no me cayera de culo en ese momento. Todo el mundo, graciosos ellos, comenzaron a reír al ver que no había ocurrido nada o por lo que había pasado. Jamás lo sabré. El caso es que continuamos hacia el altar por la alfombra (un poco húmeda). No sé si fue por los nervios que siempre digo que no tenía o por qué, pero el camino me pareció muy largo, y me parecía que había muchísima gente. Poco a poco me acerqué al altar y me quedé ahí, esperando a mi futura mujer.
La música cambió y tres ninfas, primitas de mi mujer, bajaron las escaleras portando unas pizarras en las que se leía "Ya llega la novia". Llegaron hasta mí y la música cambió nuevamente. Ahora sí, era ella. Acompañada por su hermano, bajó las escaleras y se acercaba, poquito a poco, donde yo estaba. Sé que suena a tópico, pero estaba preciosa.
¿La ceremonia fue la típica de una boda civil? ¡No! Para el oficiante contratamos a la compañía Bussiart, quienes nos proporcionaron un actor con la orden de hacerla divertida. ¡Y así fue! Los invitados no salían de su asombro y la ceremonia se hizo corta, y no precisamente porque durara poco. Una vez terminamos subimos de nuevo las escaleras por las que casi caigo y llegamos a la zona del catering.
Poco pudimos disfrutarlo nosotros, aunque lo que probamos nos encantó. Después de las felicitaciones de los familiares y amigos, los fotógrafos nos convencieron para hacer 4 fotos. Al final la novia le pilló el gustillo y nos hicimos alguna más y después de eso, fotos con todos. Vamos que para cuando terminamos ya se nos hizo de noche. Mientras tanto, por parte de los invitados, les preparamos una sorpresa. Como la boda estaba tematizada en cine, contratamos a un actor que hacía de director e iba grabando unas escenas pactadas por nosotros con los invitados. Obviamente, la sorpresa fue mayúscula y los invitados se lo pasaron muy bien.
Abrimos el salón para la celebración del banquete. Los invitados iban entrando, y nosotros pedimos al catering si podían darnos un poquito de picapica, que no habíamos podido probar mucho. Ahí pudimos parar un poco y enterarnos de cómo estaban yendo las cosas.
Entramos al banquete, y la gente se levantó con las servilletas en mano y animando. Tuvimos que atravesar todo el salón con la gente súper animada. Ahí te das cuenta de que tienes mucha familia y amigos. El caso es que, una vez sentados, comenzamos con los platos:
Primer plato: paella mediterránea. Tremenda, yo me la terminé entera. Aunque eso sí, la sensación era un tanto extraña, todo el mundo nos miraba, y eso no es muy normal para nosotros, que normalmente pasamos un poco desapercibidos. La gente respondía genial, estaban muy animados.
Segundo plato: parrillada de carne. Muy buena también, pero tenían razón cuando me dijeron que tal vez sería mucha comida para después del arroz. Como sea, no me arrepiento. ¡Comí muy a gusto y todo estaba buenísimo! Y aquí fue donde la cosa se comenzó a torcer. Otra vez volvió la lluvia, y esta vez acompañada de rayos, truenos y viento. Un pequeño tornado apareció en el lugar donde se supone que íbamos a celebrar el baile, donde se había hecho el picoteo al principio, rompiendo luces, carpas e incluso el surtidor de cerveza. Y allí estaba la gente del catering y dj Jou, quienes terminaron chorreando y luchando por salvar la situación, ¡y vaya si lo hicieron! Los invitados tan sólo se enteraron de algunos relámpagos, pero les llegó bien, tanto el sorbete como el pastel. ¡Fueron ellos quienes quitaron mesas y prepararon el sonido mientras nosotros hacíamos los regalos para que después del banquete siguiera la fiesta.
Una vez entregados los regalos a los invitados, fuimos nosotros los que recibimos una sorpresa: mi cuñada, junto a sus 3 primitas, comenzaron a hacernos un musical (sí, tal y como suena, ¡Un musical! Al que luego se añadieron prácticamente todos los invitados. Obviamente no lo esperábamos y nos gustó muchísimo. ¡Estoy deseando ver el vídeo! Y después llegó el momento culminante de los invitados: ¡La entrega de premios!
Lo comenté hace unos párrafos: los invitados iban grabando una secuencia de unas películas mientras estaban con el picapica. Pues todo aquello no fue en balde: montamos un proyector y reprodujimos el resultado final editado. Todos pudimos ver lo que habían hecho y nosotros teníamos que decidir quién era la ganadora. ¡Todas fueron tronchantes! Gente con traje y vestido haciendo escenas absurdas. ¡Maravilloso! El gato al agua se la llevó, Los Cazafantasmas…Y, finalmente, comenzó el baile.
Comenzamos el baile nosotros, como es habitual. El tiempo había sido un factor determinante durante toda la noche, así que dimos orden al dj de comenzar directamente con canciones actuales y animadas. La gente también tenía muchísimas ganas de bailar. Mientras tanto, en la otra punta de la sala, se colocó un candy bar (¡gracias Saltimbanqui!) y un fotomatón, donde la gente que estaba tomando algo de la barra libre podía hacerse unas fotos graciosas. Todo se alargó al final hasta las 3:30, que fue cuando llegó el autobús a recoger a los invitados.
Una vez terminado todo, en el salón quedamos mi mujer y yo, comentando los detalles y riendo. El día fue largo y estresante, pero también bonito, divertido y animado. Todo el mundo, cuando se despedía, nos comentó que se lo pasaron muy bien y que todo fue muy original. Y yo me quedo con sus caras, las cuales veía que realmente se habían divertido. Cuando uno organiza algo te sientes orgulloso del resultado.
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