La boda de Mir y Laura en L' Ènova, Valencia

Después de visitar varios proveedores, y encontrarnos con que en el mercado hay muy pocos vestidos de novia cortos, en Vertize Gala nos hicieron una magnífica propuesta que además se ajustaba a nuestros bolsillos: elegir dos vestidos que nos gustaran y cortarlos. Y así fue, con la magnífica ayuda de Alina de Ana Composturas en Valencia cortamos y personalizamos unos vestidos, que llevamos con mucho gusto el día de nuestra boda. Otra gran decisión. En los 2 primeros meses de preparativos habíamos conseguido cerrar banquete, fotógrafo y vestidos… ahora nos podíamos centrar en lo “pequeño” pero no por ello menos importante.

A 10 meses de nuestra boda empezamos a pensar en contenidos, temática, invitados… y en los detallitos para los invitados a boda. Ambas somos personas detallistas, que nos gustan las manualidades y apreciamos especialmente los regalos que son hechos por una misma. Por otro lado, queríamos evitar los regalos que consideramos sexistas (regalo de chico para los hombres y de chica para las mujeres). y saltando de idea en idea nos vimos embarcadas en un proyecto arriesgado que nos iba a mantener entretenidas hasta casi la semana previa a la boda: con “fimo” fabricamos una réplica en miniatura de cada uno de nuestros invitados e invitadas, con imán. Unos 114 en total hicimos. Todos los imanes se expondrían durante el cóctel de bienvenida y al ir a su mesa cada invitado/a se llevaría su muñequito y encontraría una cajita personalizada donde guardarlo. Una locura. Una locura algo arriesgada que finalmente salió bien y que nos consta que nuestros amigos y familia apreciaron mucho durante la velada.

Los siguientes meses de preparativos no tienen mayor interés, compras, colas, hacer muñequitos de fimo, dudas, decisiones, presupuestos, seguir haciendo muñequitos, proveedores, los últimos fimos… y de repente te das cuenta de que te casas al día siguiente.

Uno de los motivos de decidir casarnos en El Huerto Eventos (además de por lo único y encantador del lugar) y la razón principal de que la boda fuera un viernes, era por poder disponer del “Hotel”, la noche del evento y la noche previa para poder alojarnos nosotras y algunos familiares que venían del extranjero. A pesar de que justo los 3 días que íbamos a pasar en el hotel (jueves-viernes-sábado) la previsión del tiempo no era muy buena, se portó bastante bien y pudimos disfrutar el lugar.

Hay veces que la previsión del tiempo se equivoca… pero no fue así en el día de nuestra boda. Anunciaba tormentas fuertes, y tormenta tuvimos. Por tener tuvimos de todo: lluvia, sol, arcoíris, granizo, más lluvia, y para finalizar la velada las nubes dieron paso a una magnífica “luna azul”, la segunda luna llena dentro del mismo mes, que nos acompañó hasta la madrugada.

Gracias a los grandísimos profesionales de Fandi, el Huerto Eventos, y a la excelente disposición de nuestros invitados/as, lo que en principio podría haber deslucido el evento, se convirtió en una anécdota divertida más que contar, y pudimos disfrutar al máximo de cada minuto de la celebración.

La sala estuvo a la altura de todas las circunstancias meteorológicas que se presentaron. Justo al terminar la ceremonia y empezar el cóctel comenzó a granizar y pasaron rápidamente al plan B, conduciendo a los invitados a una sala, sin que el ritmo de la comida y bebida se alterara lo más mínimo (al menos no percibimos el más mínimo contratiempo). Incluso tenían una decena de paraguas ya preparados en el momento que empezó la tormenta.

La comida excelente, el banquete un evento lleno de sorpresas, y para finalizar la noche, nuestros grandes amigos de Kultrún Batucada, nuestra otra familia, vinieron a compartir su energía con nosotras las últimas horas de la noche, en la piscina del hotel, tocando y bailando bajo la lluvia y bajo la luna llena cuando la lluvia decidió retirarse.