La boda de Miguel y Eli en Olivares, Granada

El día de nuestra boda

Un día espectacular, inolvidable, mágico, podría decir mil cosas de ese día, pero nada comparable a lo que de verdad es.

Yo salí muy contenta, lo aproveché al máximo, aunque con los días se me iban viniendo cosas a la mente, cosas que se me olvidarlo hacer y que quería hacer, como por ejemplo una foto con cada mesa de invitados, también me compré unos zapatos para después, para el baile, y me los dejé en mi casa.

Cosillas que a los días se te van viniendo a la cabeza. Pero en general superbién. Un día con muchas emociones. Lo repetiría una y mil veces con los ojos cerrados y todo lo que eso incluye, preparativos... De verdad no se puede expresar con palabras. Ese día es mágico. Ahora eso sí, es verdad que pasa muy rápido, aunque como ya digo, yo creo que lo aproveché a tope. Lo que más coraje me dio fue que el trayecto de la iglesia al restaurante era largo, y yo me suelo marear en los coches, y ese día... pues no fue menos.

Tuvimos que parar en mitad del camino, a ver si me recuperaba y cuando llegamos pues no tenía ganas de nada, ni de comer ni nada. Estaba esperando con ganas la copa de espera, porque en la prueba del menú estaba todo super bueno y me quedé con ganas de más, y ese día no pude probar nada. Una vez que entramos al salón ya me recuperé un poco, pero al llegar la carne, otra vez me puse regular, me costó mucho trabajo comerme un trozo. Casi no comí, fue la única espinita que tengo guardada, que repetiría para mejor.