La boda de Luis y Noelia en Toledo, Toledo
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L&N
21 May, 2021El día de nuestra boda
Dos días mágicos después de un año y medio de montaña rusa. Para contar mi boda tengo que ir por partes porque ha sido más bien un puzzle.
Nos prometimos en enero de 2020 y con la idea de casarnos en septiembre empezamos rápidamente con los preparativos del enlace. Después de buscar información y gracias a esta web empezamos a contactar proveedores. En febrero de 2020 reservamos nuestro sitio ideal, solo nos hizo falta ver uno, y también ya tenía elegido el vestido de novia. Todo era perfecto hasta que el día 14 de marzo, y con la prueba de menú el 15 de marzo, cierran como todos sabemos y con todos los contratos recién firmados, a encerrarnos en casa como todo el mundo. Fueron tres meses en los que dejé todo parado por la incertidumbre. Nuestra fecha era 18 de septiembre y aún quedaba mucho y teniendo restaurante y vestido, lo demás me preocupaba menos.
El tiempo fue pasando y viendo que no mejoraba la situación, nos llevamos el primer palo. Tener que posponer la boda, ya que la previsión no era mejor; las restricciones, muy altas y mucha familia de fuera de España no podría ni venir. Esto fue un palazo, pero nos aportó cierta tranquilidad. La nueva fecha, 21 de mayo.
Seguir leyendo »Volvemos a paralizar todo y a esperar acontecimientos cuando llega noviembre y nos cierran comunidades y nos restringen todo durante 6 meses. Me quería morir, levantarían las restricciones si todo iba bien a pocos días del enlace y entre restricciones y miedo, un desastre. Todo el mundo te decía que no sabía que depende de la situación. Y nosotros éramos los primeros interesados en no tener problema. Fueron unos meses muy deprimentes de espera e incertidumbre, sin saber cómo hacer o gestionar. Con toda la familia fuera de donde vivíamos y bueno, fue duro, ¿para qué engañarnos?
Por suerte, el sitio que elegimos estaba apoyándonos en todo y quitando el vestido, que estaba contratado, lo demás no estaba cerrado. Llega el mes de marzo de 2021 y con la maldita situación nos vemos en la desagradable tesitura de tener que volver a decidir. Era un riesgo preparar todo en mayo sin saber ni siquiera si los padres podrían venir, por lo que con todo nuestro dolor, una vez más teníamos que posponer. Pero los papeles caducaban… Así que para evitar más mareos y preocupaciones, decidimos ir a firmar en nuestra fecha. Hablando con el sitio y en vistas a volver a cambiar la fecha, esta vez al 24 de septiembre del 2021 (y última), cerramos una mini-cena con padres y hermanos muy manejable.
A 15 días de la boda, me entero de que estoy embarazada. Por suerte, el vestido en un mes me valdría y no hubo problema. Pero ya sabía que para septiembre no habría manera. Todos los proveedores que eran de Madrid se tuvieron que aplazar, no tuvimos problema con casi ninguno, pero lo malo fue tener que buscar fotógrafo, peluquería y maquillaje de última hora. Ya que íbamos a firmar en el Ayuntamiento y tendríamos una mini-celebración, queríamos tener un buen recuerdo de ese día.
De la primera boda, mi recuerdo es genial; hizo buen día, aunque algo ventoso y pudimos ponernos guapos y finalmente la restricción de comunidades se eliminó, así que los padres y hermanos pudieron acompañarnos. Fue un día bonito, raro y solos en el Ayuntamiento. Sin saber qué hacer con la mascarilla, con problemas en la música del Ayuntamiento, que te tienes que gestionar tú y no sonaba bien; pero finalmente nos dimos el ‘SÍ, quiero’, nos hicimos unas bonitas fotos y cenamos con los más allegados en nuestro sitio de ensueño y con una comida espectacular.
Después de casarnos oficialmente, tuvimos que ponernos en marcha con la celebración y cruzar los dedos para que todo fuera bien. Conseguimos los proveedores, modificamos los planes y nos adaptamos y tras tres meses muy malos por el embarazo, conseguimos cerrarlo todo. Tuvimos mucha incertidumbre con los invitados, no llegábamos al mínimo y pensábamos que teníamos que pagar al menos 20 cubiertos fantasma al precio del cubierto, que no es precisamente barato, y con el Covid nos daba pánico que la gente te dijera que sí y luego, nada. En una primera ronda de llamadas se cayó mucha gente; familia, sobre todo del extranjero, pero puesto que era solo una celebración y era muy lejos y la situación, lo entendimos. Hubo excusas de algunos, ¿para qué nos vamos a engañar? Y la verdad, no les echamos de menos. Otros fallaron por trabajo, pero eso estaba dentro de los planes, al ser viernes. Total, que de 130 nos quedamos en unos 70 sin contar niños, que eran muy poquitos.
Mi miedo era que no bajase más esa cifra y no perder más dinero y que no lloviese. Lo demás estaba todo previsto. Vestido de novia premamá esta vez por Amazon para evitar más gastos, todo cerrado. Y entonces empecé a tener problemas para gestionar el tema de peluquería y maquillaje. Total, cambio a 3 semanas vista al sitio que me lo hicieron la primera vez y encima me hicieron buen precio. Confirmamos los invitados y sus alergias uno por uno, así asegurándonos las menos bajas posibles, y dejamos 5 en duda que no nos cobran si no van. Así queda la cosa. Solo nos quedaba preocuparnos de tener un día de 10. Pero como siempre hay un giro de guion al final de las historias, a 3 días vista, con todo montado y planteado, cambia la previsión del tiempo y la boda ideal en exterior que íbamos a hacer para evitar problemas Covid y demás, se ve chafada por la amenaza de lluvias y la Dana. Otra vez con miedo, avisamos a aquellos invitados que nos dijeron que si era en interior, no vendrían. Otro palazo, reconozco que alguna lagrimita solté. Fue duro. Pero llegó el día. Nada se podía hacer y la suerte estaba echada.
La segunda boda. Ese día nos despertamos y con todo preparado, fuimos a la finca a dejar los regalos y dar últimas instrucciones. Justo después llegaron mi padre y una de mis mejores amigas a acompañarme durante el día. Comimos, descansamos, peluquería, maquillaje, vestido; todo bien. Feliz de tenerles a mi lado y quitar tensión por fin. En el último ensayo del baile con mi pareja, todo mal. Los nervios afloraban y no conseguía que lo poco que habíamos ensayado saliera bien. Qué desastre. Pero llegó el momento de irnos y ya no había vuelta atrás. El tiempo aún aguantaba y entramos por fin a la finca en un coche descapotable prestado y superfelices. Ver a todo el mundo allí me emocionó hasta el punto de echarme a llorar de felicidad y emoción.
Por fin. Con ellos. Gracias. El día transcurrió feliz, con muchas emociones, buena comida y en un sitio ideal. Y horror, la lluvia podía asomar en cualquier momento. Pero la suerte quiso estar esta vez de nuestra parte, nos permitió cóctel exterior, fotos y abrazos y gracias a un angelito que me cuida desde el cielo, que es mi madre, aguantó sin llover hasta el momento de la cena, que al ser ya en interior, no afectaba. Vino todo el mundo, disfrutamos de un día maravilloso y me quedo con un final de cuento que repetiría mil veces, pero sin la preparación. Por fin puedo decir que pude celebrar nuestra boda de cuento, disfrutar de la gente que realmente nos quiere y agradecerles habernos acompañado y en el mejor sitio y con los mejores proveedores que haya podido elegir. No lo cambio por nada. Y lo más bonito es que en este cuento pudo acompañarnos mi chiquitín que muy pronto estará con nosotros y le podré contar nuestra historia en persona.
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