La boda de Juan y Lorena en Sallent, Barcelona
Elegantes Verano Fucsia 9 profesionales
J&L
15 Sep, 2017El día de nuestra boda
Un sueño hecho realidad. SI me permitiesen repetir el día de mi boda pediría que fuera exactamente igual. Los nervios me hicieron despertar cuando el sol aún no brillaba. A mi lado, dormido, estaba Juan, ajeno al huracán de sentimientos que recorría mi cuerpo.
Amaneció el día lluvioso. De primeras sentí pena al pensar que tanto tiempo de preparativos no serviría de nada. Y ahí fue cuando sentí su mano caliente sobre mi espalda y un susurro con el que me hizo sonreír y soñar como otras tantas veces.
Conforme fue pasando la mañana la corriente de invitados era más visible. Llegaban todos radiantes, sonrientes, ilusionados y felices... En ese momento la realidad hizo que nos sintiéramos dichosos de tener una gran familia y unos amigos que valen su peso en oro.
Llegó el momento de recluirme en mi habitación como castillo con su muralla. Tuve mi momento con Aída, mientras se encargaba de maquillarme y peinarme nos contamos nuestras batallitas, fuimos como dos adolescentes compartiendo secretos de alcoba. Y llegó el momento. Empezaron a llegar mis damas, una a una, cada cual más bonita. En sus ojos pude ver la emoción del momento y con sus abrazos pude sentir la felicidad. No soltaron prenda de cómo estaba el novio, no dudaba que estaría guapísimo (lo que no sabía es que estaría espectacular).
Seguir leyendo »Entre mil risas apareció ella, era Cristina, con su barriguita de 6 meses. Venía dispuesta a realizar las fotografías que toda pareja sueña con tener en un día tan especial. Tanto ella como su compañero demostraron su profesionalidad detrás del objetivo de sus cámaras.
Picaron a la puerta y por un segundo se hizo el silencio y todas las miradas se centraron en mí. Eran las 6. Era el momento en el que saldría como soltera de esa impresionante suite y ya no volvería a ella hasta horas más tarde en brazos de quien es el amor de mi vida. Todas salieron corriendo para disponer todo lo necesario en la gran sala donde se celebraría la ceremonia. Me quedé a solas con dos de mis damas, Laura me ofreció un cigarro que agradecí (lo sé, fumar es malo, pero mis nervios eran aún peores), pero ella me conoce y con sólo mirarme sabe lo que necesito en todo momento, mientras la risueña de Anabelén me hacía comentarios graciosos que me alegraron el alma.
Enfilé las escaleras decidida, con el vestido amarrado a la altura de mis rodillas. Alcé la mirada y estaban Eli y Cris. Me emocioné al verlas puesto que ellas han formado parte de mi gran historia de amor. Nunca tendré forma de agradecer lo mucho que lucharon por ayudarme. Empezó a sonar mi canción, aquella que elegí para mi entrada, aquella que pase lo que pase nunca olvidaré, aquella que cuando vuelva a sonar hará que florezca una sonrisa en mi rostro.
Iba bien acompañada, nuestro hijo mayor me llevaba del brazo y los tres peques encabezaban el camino que me llevaría a él. Nuestras miradas se encontraron entre toda la multitud y fue cuando sentí que estábamos solos... la emoción se adueñaba de mi por completo.
Montse, a la cual tengo mucho cariño, fue la perfecta maestra de ceremonia, que dio paso a una emotiva lectura por parte de Eli y Sara. Era curioso observar como mis niñas alocadas temblaban de emoción. Yo leí, pero realmente no recuerdo ni como lo llegué a hacer... todo mi cuerpo era como gelatina en manos de un niño. Y llegó su momento, las risas y las lágrimas eran un constante ir y venir, no se limitó a hacer una introducción original recitando por Camela (broma que aplaudieron e hizo estallar a carcajadas a todos) sino que cantó y nos mostró de la mejor forma el inicio de la historia más bonita nunca escrita.
Una locura de pétalos, arroz, abrazos, besos, sonrisas... De esas que sabes que son verdaderas, de esas que te transmiten paz.
No quisimos hacernos muchas fotos puesto que de antemano decidimos que haríamos un post boda. Sabíamos que queríamos disfrutar cada instante de todos nuestros invitados. Es totalmente cierto cuando te dicen que las horas se hacen minutos.
Decir que el restaurante que elegimos ofreció un aperitivo extraordinario donde no faltó de nada. Mientras grandes y pequeños se dirigían a la gran carpa nosotros nos escapamos al celler donde nos esperaba una botella de cava y una variedad increíble de cosas deliciosas para comer, mucho apetito no teníamos así que nos decantamos por fundirnos en un largo abrazo y mil besos y caricias.
Se hizo la oscuridad en la carpa y de repente un despertador alertaba del inicio de nuestro vídeo de agradecimiento. Ahora sabemos que con una pizarra, unas tizas, un jardín y un teléfono somos capaces de hacer algo divertido y origina y tachán del frío blanco al dulce violeta que nos acompañó durante todo el banquete al tiempo que entramos los dos junto con los 4 peques bailando al ritmo de "No vacancy" de OneRepublic.
Mientras los peques estaban bien atendidos por monitores durante la cena y luego entretenidos con juegos y colchonetas, los mayores serpenteábamos las mesas al ritmo de conga, nos bebíamos hasta el agua de los floreros y disfrutábamos de una cena de cuento.
No podré olvidar la cara de cada uno de ellos al verse en nuestro particular photocall. Algo sencillo que llenó de ilusión y a la par se transformó en uno de los rincones más bonitos. Sin Laura, Iris y Cris sé que no hubiera sido igual. La dulzura y la delicadeza que les caracteriza hicieron de mi idea la mejor realidad.
No lancé el ramo, sino que fueron 14 y no lo hice sola, mi ya marido fue también partícipe de ese momento. ¿Por qué va a ser siempre sólo nuestro momento? ¿Los chicos solteros no tienen derecho a encontrar también a su media mandarina? Pues así lo hicimos, a ritmo de Mercy comenzamos a lanzar los ramos que nos había preparado Mercè, los mismos que decoraban el camino por el que desfilamos horas antes para dar el "Sí, quiero". Nos dieron las tantas de la madrugada, pero la verdad que entre la barra libre y la food truck de crepes dulces y saladas podríamos haber aguantado dos días más.
Sé que me he extendido, pero aún me dejo momentos que seré incapaz de olvidar. Me reafirmo en decir que si pudiese repetir no cambiaría nada de todo lo que viví.
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