La boda de Jaime y Ana en Hoyo De Manzanares, Madrid

El día de nuestra boda

Nuestra boda fue increíble. Todo salió redondo y cuando unas semanas después empezamos a ver cómo cambiaba la situación social y sanitaria, fuimos aún más conscientes de la grandísima suerte que tuvimos. Después de 12 años de noviazgo, por fin nos decidimos a dar el paso. Sería una celebración más bien mediana (160 invitados) donde uno de nuestros objetivos era que nuestro familiares y amigos disfrutasen de un día divertido y cargado de sorpresas, que la felicidad que sentíamos los novios en ese momento les contagiase y que disfrutáramos como niños.

Realmente, creo que así fue. Una boda sencilla, muy dinámica, sin excesivo protocolo. Nuestra máxima era que todos lo pasásemos bien, sin importar si algo no estaba perfecto o no salía exactamente como estaba pensado. Así que, con esas premisas, nos quitamos muchos agobios de encima. Todo fue rodado, el tiempo a pesar de la época, no nos defraudó. Uno de los sábados más soleados del invierno. Los profesionales que nos acompañaban dieron la talla muy por encima de los esperado, y los invitados participaron en todas las sorpresas que estaban organizadas, haciendo que se convirtieran en algo imprescindible de ese día.