La boda de Iván y María en Cercedilla, Madrid
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I&M
28 Ago, 2015El día de nuestra boda
Después de meses de preparación, de nervios, de estar separados, uno viviendo en Madrid y el otro en Frankfurt. Después de tantos días, por fin llego nuestro día. Él se fue al hotel la noche antes, allí estaban sus padres, su hermano, su familia (todos venían de Sevilla y Huelva). Yo me quedaba en casa de mis padres. Pero esa noche, nos fuimos todos a tomar algo, era el inicio de un gran día.
Mi día comenzó muy tranquilo, me levanté a eso de las 11 de la mañana, había dormido increíblemente bien, y eso que llevaba dos días fatal con la alergia. Una ducha para empezar bien el día y a las 13:30 horas empezaba todo. Primero a la pelu con mi madre, relax a tope. Me hicieron un recogido precioso que nos costó encontrar el día de la prueba.
Al llegar a casa ya estaba todo preparado. Mi vestido colgado en la puerta del armario, y en mi cama todos los detalles preparados, la lencería, el broche, mi pulsera y el colgante (regalo de nuestro último aniversario de novios), las medias, la batita que me pondría mientras me maquillaban, y los preciosos zapatos. Fue emocionante ver todo ahí colocadito. No comí gran cosa, un sándwich, pues no nos apetecía ponernos a cocinar, algo fácil y práctico.
Seguir leyendo »A las 15:30 horas llegó la maquilladora, y de ahí ya todo paso súper rápido. A las 16:30 horas ya estaba peinada y maquillada, mi hermana, mi cuñado y mi sobrino llegaban en ese momento, junto con mi prima (otra hermana para mí) y mi hermano y su chica. Todas nos metimos en mi cuarto y entre todas me ayudaron a vestirme. El cancán, el vestido, los complementos.... Y en un abrir de ojos ahí estaba, yo creo que radiante (me sentía muy feliz), con mi precioso vestido. Era la hora de bajar al salón y ver a mi padre y a los chicos. Fue entonces cuando llegaron los fotógrafos a casa, y a la vez que llegaban ellos, llegaba también un regalo sorpresa de mí ya marido. Un oso de peluche con un globo de helio con la fecha de nuestra boda y 3 rosas rojas, y una tarjetita dedicada por él, ¡fue muy bonito!
Fotos con todos, fotos aquí y allá, y yo no paraba de sonreír. Vino la peluquera a casa para ponerme el velo, eso fue el culmen de mi preparación. Yo estaba muy feliz.
En casa sólo nos quedamos mi padre, el chófer (un gran amigo de mis padres y mío, otro padre para mí, y orgulloso y feliz de ser el quien me llevara a la iglesia, invitado por supuesto a la cena) y yo. Todos los demás se fueron a la iglesia, pues faltaban cosillas por colocar, dar los libreros de la ceremonia, colocar el arroz... Entre qué salíamos de casa y no, llegaron un par de vecinas para verme, toda una expectación en el barrio... Y entonces llegó el momento de entrar al coche.
En la última curva, detrás de la iglesia, le agarré la mano fuerte a mi padre, ¡mi corazón estaba desbocado! Estaba muy nerviosa, tenía muchas ganas de salir del coche y entrar en la iglesia.
La primera persona que vi fue a mi jefa (vino desde Alemania con su marido y los niños para mi boda) emocionadísima de verme con mi vestido blanco, y yo que soy muy sensible, pues me emocione también, y mi entrada a la iglesia fue con lágrima de felicidad en mis ojos. Fue alucinante ver a todo el mundo, nuestros amigos y familia allí reunidos para un momento tan especial de nuestras vidas. Cuando llegué al altar y vi a mi marido, no le di un beso, nos dimos un pedazo de abrazo.
La ceremonia fue sencillamente preciosa, con una música clásica en directo de lo más bonita. Mi suegra leyó algo escrito por ella al inicio de la misa, y mi madre leyó algo escrito también por ella al final de la misa. ¡Qué emoción! Nos casó un buen amigo mío que conocí siendo una adolescente, eso también me hizo muy feliz. En la ceremonia concelebraron 2 sacerdotes más, ¡hasta ellos se emocionaron! Llore, sonreí, y fui feliz de declarar mi amor ante toda nuestra gente con Dios en medio. Estuve tan nerviosa que parece ser que tuve un tic en la mano, no paraba de agarrar el vestido y estrujarlo, pero yo no me di cuenta de eso, ¡me lo dijeron más tarde!
A la salida, todo fueron fotos, el arroz, ¡que se besen!, abrazos y besos por todas partes. ¡Me emociono de pensarlo!
Nos fuimos al restaurante, previo paseo en coche por las Dehesas de Cercedilla, para dar tiempo a toda la gente de llegar al restaurante. Qué bonito llegar allí y ver a todos con su copa de vino esperándonos. Nos dieron regalos (un bote de arena de la playa con conchas cogidas por mi niño alemán al que he cuidado durante 2 años y fotos nuestras colgadas en él, y unos muñecos de goma Eva grandes, hechos por mi madrina, unas copias super bien hechas de nosotros y nuestras vestimentas), se hicieron millones de fotos, los niños corrían y jugaban, el jardín estaba precioso, y nosotros disfrutamos como locos el resto de la noche.
Nuestra entrada al salón para la cena fue de lo más divertido, ya todos estaban sentados cuando nos pusieron la canción de “Marry You” de Bruno Mars, nos dieron 2 copas de champán y entramos bailando al salón, todos gritaban y coreaban, ¡fue alucinante! ¡Y todo improvisado! Lo siguiente fue el corte de la tarta, sorpresa de mi prima (esa otra hermana para mí), una tarta preciosa cuyos muñecos eran 2 pingüinos, uno informático y otra maestra. ¡Super cuca! Y finalmente llego nuestro baile, una canción que define nuestra relación al 100%, “Come What May”, de la película Moulan Rouge. Baile improvisado también, pero muy sentido por nosotros.
El resto de la noche pasó volando, risas, bailes, confidencias con mis amigas en el baño, alegría por todas partes y felicidad a raudales. Todo salió exactamente como nosotros queríamos, nada nos falló y todo el mundo se lo pasó en grande.
Puedo decir sin lugar a dudas, que fue el día más feliz de mi vida, y sé que para mi marido también lo fue. Un día mágico, con nuestras familias y amigos, estuvimos toda la noche de aquí para allá, con unos y con otros. Me lo pasé de verdad que super bien, ¡lo repetiría mil veces más!
Tuve mi "Felices para siempre", ¡y somos el matrimonio más feliz del mundo!
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