La boda de Fran y Laura en Madrid, Madrid

El día de nuestra boda

El día más feliz de mi vida, fue también un día muy loco.

Los nervios me asaltaron desde el primer momento; el sol no había salido, y yo ya estaba en pie con toda mi familia preparándolo todo para los fotógrafos. Nos fuimos mi madre y yo a la peluquería, y allí todo se complicó aún más, porque había una especie de celebración en una base aérea cercana, y estaban todas las carreteras cortadas. Yo quería morirme, porque venía muchísima gente del aeropuerto y de otras ciudades de España. Y para acabar de rematar, empezó a llover como nunca en la vida había visto; creía que el cielo iba a caerse encima de mí. Y claro, yo no dejaba de llorar.

Cuando volvimos a casa y nos vestimos, todo empezó a retomar una calma casi inmediata: llegaron los fotógrafos, el sol salió resplandeciente como nunca, las carreteras se liberaron y el tráfico desapareció, los invitados llegaron hasta el sitio de la boda, y yo pude recobrar mi sonrisa.

Mi suegro me llevó en su precioso coche nuevo hasta el altar, en un lugar mágico y único. No nos llovió hasta que no estábamos todos dentro en la cena, con lo cual ya nos daba igual todo lo que pudiese ocurrir fuera. Comimos maravillosamente en La Quinta de Illescas, y todo salió perfecto.