La boda de Fernando y Ana en Sevilla, Sevilla

El día de nuestra boda

Aún tengo lagunas del día de nuestra boda. Por la mañana acompañé a mi madre, mi hermana, mi abuela y mi mejor amiga a la peluquería, me tenían preparada una botella de champán y un ramo de flores. A partir de ahí, el día pasó a cámara rápida.

El coche de novios me recogió puntual, por lo que creo que soy la única novia del mundo que llegó justo a su hora. La iglesia estuvo preciosa, la música espectacular, y los detalles que tuvieron familia y amigos durante la ceremonia fueron realmente emotivos, a la salida había un trio cantando a Salve, regalo de mi querido esposo, ahí ya no pude aguantar más y lloré como una magdalena.

Las fotos fueron un poco caóticas, me hacía ilusión hacérmelas en la plaza de España, pero cuando llegó el momento lo que quería era estar con los míos y ver qué tal lo estaban pasando. Llegamos a la celebración, y el cóctel paso en un plis plas, la cena, aunque no probé bocado, ya que quería estar con todo el mundo y no me podía dividir, luego hubo algún que otro problema que nos descolocó totalmente, pero bueno, finalmente la barra libre, ¡no hay nada que no cure un cubata!