La boda de Enrique y Verónica en Valdemorillo, Madrid

El día de nuestra boda

Después de cambios de finca, cambios de fecha, cambios de horarios de última hora y en mitad de una pandemia, llegó nuestro gran día. A día de hoy sigo agradeciendo todos los imprevistos que fueron surgiendo durante la organización de la boda, ya que sin ellos no podría haber sido tan perfecta.

Pudimos disfrutar de la compañía de los nuestros, de todos los que quisieron estar con nosotros en nuestro gran día. Comimos, bebimos y reímos como nunca. Después de más de un año de pandemia y restricciones, casi sin poder tener vida social, nuestra boda les sirvió a muchos de nuestros invitados como punto de inflexión para volver a disfrutar como disfrutábamos antes, para volver a sonreír y olvidar, al menos durante unas horas, de la situación que nos encontramos.

Verles tan felices, con esa ilusión y ese brillo en los ojos fue el mejor regalo que podíamos tener ese día. Y aunque digan que con la mascarilla se pierde conocer las expresiones de los demás, puedo decir que una gran sonrisa también se refleja en la mirada, y qué cierto eso de que una mirada vale más que mil palabras.