La boda de David y Julieta en Salar, Granada

Empezaba a pasar el tiempo y todavía no tenía conmigo ni mi ramo, ni a las damas de honor, ni a los pajes, con los cuales no había hecho ningún ensayo. Rondando las 7 de la tarde llegó todo prácticamente a la vez, me puse a hacerle los arreglos del peinado a una de las damas de honor y mi hermana se puso a peinar a la niña de las flores. Luego fui a ponerle el fajín al paje, llevándome la sorpresa de que le quedaba demasiado pequeño, se lo hicimos a distancia y las medidas estaban mal, por lo que el paje tuvo que ir sin fajín (¡con lo bonito que quedó!). Rápidamente me puse a ensayar con los pajes un poco mientras le metía prisa al novio, que no empezó a prepararse hasta las 19:30, el resultado, se cortó al afeitarse y llevaba la cara llena de heridas.

Total, entre unas cosas y otras no salimos del cortijo hasta las 20:15. Cuando llegamos a la hacienda era un caos, la gente no estaba sentada para comenzar la ceremonia y nadie se hacía cargo, ahí fue cuando exploté y comencé a llorar. Una vez sentados todos, era mi hora, pero no iba a salir del coche hasta que los músicos tocaran mi canción de entrada (Con te partire, de Andrea Bocelli). La cuestión es que el novio entró antes de tiempo, cuando la gente no estaba aún sentada y los pobres músicos se descoordinaron un poco con la música, así que dejé a la gente esperando mi entrada hasta que sonara la música que yo pedí.

A partir de ahí, el resto de la boda fue viento en popa, todo el mundo se emocionó, todos celebraron, todos rieron y se lo pasaron muy bien. A pesar de fallos puntuales, la boda salió perfecta y la gente nos decía que tuvimos una boda como las que salen en las películas, ¡fue mágico!