La boda de Carlos y Jéssica en Olmedo, Valladolid

Iba muy tranquila, pero fue ver a mis damitas y me puse a llorar. El momento de entrar a la ceremonia fue muy emotivo, iba como en una nube, no me enteraba ni por dónde tenía que ir, sólo veía un mogollón de gente y el pasillo como un túnel. Fui casi todo el rato mirando al suelo porque estaba muy implada así que no vi a mi marido hasta que no le tenía a medio metro. Su cara lo decía todo, ojos llorosos y una sonrisa tonta que no se le quitó en todo el día, y estaba guapísimo, tal y como me le había imaginado. La ceremonia civil preciosa, leyeron dos familiares y mi marido me leyó unas palabras, así que me la pasé todo el rato llorando, hicimos la ceremonia de la arena y hubo un dúo de violín y piano. Todos nos felicitaron por lo bonita y emotiva que había sido.

Ya después de la ceremonia estuve más relajada, el momento de la entrada al banquete con la canción de Madre Tierra de Chayanne fue muy divertido y el momento de cortar la tarta con las figuritas de nuestras gatitas muy emotivo.

Dimos ramos a las abuelas, regalos a nuestros padres, repartimos alfileres, y nos fuimos deprisa a la habitación porque me tenía que cambiar de vestido para hacer el baile de Thinking Out Loud. Nos salió mucho mejor de lo esperado, 1 año de ensayos dieron su resultado, lo disfrutamos muchísimo y dejamos a todos sin palabras (subí el vídeo en un post). Otra vez tuve que cambiarme y nos perdimos un poco de las 2 horas de baile que había así que me supo a muy poco. Luego nos bajamos a la ciudad a tomar algo y a las 5 de la mañana nos volvimos a subir para pasar la noche de bodas en el hotel.

Resumiendo, fue un día inolvidable, maravilloso, un sueño, con los sentimientos a flor de piel y rodeados de toda la gente que nos quiere. Lo repetiría todos los días de mi vida, eso sí, se pasa muy muy rápido, ¡así que futuras novias disfrutad cada segundo de vuestro día porque vuelan!