La boda de Bradley y Rocío en Madrid, Madrid
En el campo Primavera Azul 9 profesionales
B&R
01 Jun, 2019El día de nuestra boda
Nos casamos el sábado 1 de junio a las 17:00h y el día comenzó así... Son las 8 menos 10 de la mañana. Yo estoy durmiendo en casa de mis padres. Mi entonces prometido estaba en nuestro piso con amigos suyos que habían venido desde Inglaterra y se quedaban con nosotros. He dormido mal, muy mal. Agitada y consciente de tal agitación. Me despierto y oigo a mi madre en el salón. Está viendo las noticias y la previsión del tiempo. Yo ya sabía el tiempo que iba a hacer, había estado mirando accuweather desde hacía semanas... Iba a hacer un día espléndido.
Me levanto de la cama y mi madre me pide que le lleve a la peluquería, que está imposible aparcar en esa zona. ¿A esas horas? Pues sí, imposible aparcar a las 9 de la mañana en la zona de la peluquería de mi madre. En fin, la dejo ahí, tiene para rato. Mientras tanto, yo me vuelvo a casa donde mis 5 hermanos ya están despiertos y preparando el desayuno. Mis hermanas están haciéndose las uñas en el salón. Todo va bien. Desayunamos y cojo el coche y me voy a la peluquería de la madre de mi amiga, donde me hago pelo y maquillaje. De camino a la peluquería, paso a recoger las flores que me hace una amiga también. Las tengo en un cubo desgastado con agua y voy con cuidado en el coche de no verter nada.
Seguir leyendo »Toda la mañana estoy mandándome whatsapp con mi pareja.. Cómo vas, cómo te sientes, qué vais a desayunar, qué plan lleváis de mañana... Los nervios están a flor de piel y tanto él como yo nos lo notamos mutuamente. hay mucho 'jajaja' nervioso en nuestras conversaciones, y muchos emojis, demasiados. Estoy en la peluquería, viene mi amiga y su novia que también van a hacerse el maquillaje y pelo. Hablamos y nos ponemos al día, desde que se fueron a vivir a Inglaterra no las había visto (hacía 5 meses ya...). Mañana perfecta, ambiente relajado y yo más feliz que una perdiz. Me hacen el pelo, el maquillaje, y con cada brocha de maquillaje, yo ya me voy viendo más cerca del altar. Son casi las 2 de la tarde y ya estoy lista para irme. Viaje de vuelta a casa. Hay tráfico y me pongo nerviosa. El fotógrafo viene a casa a las 15:30 para la sesión de fotos.
Llego a casa en torno a las 14:45 y me doy una ducha rápida. ¡Hace calor ahí fuera, y sumado a los nervios, estaba como un pollo asado! Salgo de la ducha y mis hermanos están listos en el salón. Mis hermanas, no tanto. Una está planchándose el pelo mientras la otra se intenta poner celo de doble cara en el vestido para que no se le vea el sujetado. ¡Yo por dentro estoy que no soy yo, estoy viviendo una montaña rusa de emociones! Llama el fotógrafo. Ya está aquí, dios mío. ¡Mi boda ya ha empezado!
Pido a mi madre y otra hermana que ya estaba lista que vengan a ayudarme con el vestido. El fotógrafo hace unas fotos preciosas del vestido, de los detalles de los botones de la parte de atrás y de mi madre y mi hermana ayudándome. Mi madre está más nerviosa que yo y tira, sin querer, 3 jarroncitos con flores. El agua se esparce por toda la mesa y cae al suelo. Se me moja la parte de abajo del vestido. Mi madre pega un grito, mi padre sale a ver qué ha pasado, pensaban que se había caído... ¡Los nervios los estamos viviendo ya todos! Una vez estoy vestida, vamos haciendo fotos. Primer con hermanos, luego con hermanas, luego con todos. Luego con mi madre, con mi padre, con los dos a la vez... Las lágrimas se me escapan y a mi madre también, no os voy a engañar. Foto aquí, foto allá... Yo me noto atacada. Miro el móvil, son las 16:15h. Mi pareja me ha escrito diciéndome que ya van en taxi él y sus 6 amigos.
Nos ponemos en camino y salimos hacia la iglesia. El coche (de mis padres) me lo han decorado mis hermanas y está precioso. De camino a la iglesia, mucha gente nos pita y nos saluda, todo son sonrisas. Nos hacen fotos y gestos de un corazón... mi padre y mis dos hermanas que vamos en el coche les seguimos el juego. Mi pareja me vuelve a escribir. Están llegando los invitados y él con su español va saludando como puede. Hay gente que no conoce, pues es familia lejana mía. Mis hermanos están allí para ayudarle. Nosotros estamos ya casi, casi. La iglesia está a la vuelta de la esquina, pero tenemos que esperar un poquito.
Mi madre me escribe. Ya estamos dentro, Bradley está entrando ya con su madre. Bien, vamos a la puerta de la iglesia y aparcamos. Me bajo con la ayuda de mi padre y nos quedamos a la entrada de la iglesia, esperando a que la canción de a entrada del novio pare. De repente oigo voces por detrás. Cuatro amigos míos acaban de llegar, algo tarde. Les digo, ¡pasad, pasad! ¡Pasan y la gente gira cabezas pensando que soy yo!
Acaba la canción del novio y empieza la mía. cojo a mi padre del brazo y me dice... ¡Allá vamos! Doy un paso tras otro hasta llegar a la mismísima puerta de la iglesia. En cuanto doy un paso dentro, noto que el velo me tira y se me cae. ¡Válgame el Señor! Una mujer que estaba ahí corre y me lo vuelve a poner. Le doy las gracias mientras nerviosa sigo caminando. Las caras están giradas hacia mi padre y yo. Veo a gente que ha venido desde muy lejos para acompañarnos en este día y me emociona. Y cuando miro al frente, le veo a él con la sonrisa más lúcida y sincera que jamás haya visto. Las lágrimas empiezan a caer mientras voy caminando hacia el altar. Dios mío, qué suerte tengo. Cuando llegamos al altar, nos damos un beso en la mejilla y saludamos a nuestros padrinos con un beso también. Su madre está radiante de felicidad, solo hay que verle la cara. Yo también lo estoy, aunque las lágrimas puedan causar otra impresión, pero son lágrimas de felicidad plena.
La ceremonia sale bien. El cura es bilingüe español/inglés, aunque de nacionalidad india. Es una de esas personas a las que miras y cuya sonrisa te transmite un afecto y un cariño que encogen. Todo va bien, el coro es un espectáculo. Vaya voces tienen. Me alegro de que mi madre insistiera una y otra vez en que cogiéramos coro, dan vida a la ceremonia. Todo sale de lujo. La gente tiene libritos con la ceremonia tanto en inglés como en español. Abanicos, también tienen abanicos que hemos puesto a du disposición (fue una compra de último minuto cuando el miércoles vi que las temperaturas estarían en torno a los 33 grados. Amazon entregó en un día los 60 abanicos de papel, que, por cierto, dieron muy buen resultado y dan bastante aire).
Una vez terminada la ceremonia, los invitados salen y cogen bolsitas de pétalos esperando a que salgamos. Nosotros salimos con paso decidido y firme y nos encontramos con todos nuestros invitados tirándonos pétalos al aire celebrando con nosotros este día de máxima felicidad. Acto seguido, nos dirigimos al coche y los invitados a los autobuses. Ponemos rumbo al cortijo, en la sierra de Madrid. Llegamos antes que nadie y nos vamos haciendo la sesión de fotos. Foto aquí, foto allá, poneros así, poneros asá. Todo muy divertido y natural. Empiezan a llegar los invitados mientras estamos en los últimos minutos de las fotos. Según empiezan a llegar los invitados, empieza el cóctel.
Bradley y yo no probamos bocado. no porque no nos ofrecieran, sino porque estábamos tan emocionados de ver a tanta gente venida de fuera para nuestro día que queríamos estar con todo el mundo y hablar con ellos. Además, de los nervios, teníamos el estómago en un puño. No nos entraba nada. El fotógrafo nos hace fotos con amigos y familiares y todos parecen disfrutar de la comida y de la compañía, y nosotros no podemos estar más cómodos. Tenemos 1 hora y 45 minutos de cóctel. La mejor decisión de la boda es haber hecho el cóctel más largo que el estándar de 45 minutos. En este tiempo en el jardín del cortijo la gente puede moverse libremente, hablar tranquilamente. Además, a nosotros nos da más tiempo a estar con todos, pues una vez dentro, estás algo más sujeto a tu mesa.
A las 21:00 los invitados pasan al salón y nosotros nos quedamos fuera en un banco. Apenas hemos podido hablar entre nosotros, pero no importa, tenemos un momento para relajarnos y pararnos a hablar, pero no nos salen las palabras, nos damos un abrazo que lo expresa todo. El fotógrafo sigue ahí, sacando fotos instantáneas y naturales a escondidas. Nos casamos el 1 de junio. El día que se jugaba la Champions en Madrid, Liverpool vs Tottenham, a las 21:00h, hora en que comenzaba la cena propiamente dicha. La mitad de los invitados son ingleses, y Bradley es del Liverpool...
En un momento en el juego del BCN-Liverpool, Bradley me dijo de broma delante de unos amigos que, si Liverpool pasaba a la final, pondríamos el himno de la Champions en la boda. Tal y como estaba el resultado y lo difícil que parecía que Barcelona se lo estaba poniendo, dije, vale, no tengo nada que perder, porque no va a pasar… Todo cambió en el juego en casa que Liverpool se clasificó para la final, pero lo prometido es deuda. Nos levantamos del banco y caminamos hacia el salón. Empieza a sonar el himno de la Champions mientras entramos y nos dan una copa de champán. Llega un momento en el que el himno se va a pagando y empieza a sonar la bamba.... Ni corta ni perezosa, me pongo a bailar por las mesas a ritmo de 'yo no soy marinero' y Bradley me sigue por las mesas, moviéndose como buenamente puede. La gente no se esperaba este baile, esta entrada. Ni yo misma me lo esperaba, la verdad. Pero cuando empezó a sonar la canción, el cuerpo me lo pidió y yo se lo di.
La gente se volvió y empezó a bailar también en sus mesas mientras agitaban las servilletas en el aire. ¡Un espectáculo! Llegamos a la mesa presidencial y mientras la gente aplaude nos tomamos esa copa de champán, que ya iba por la mitad con tanto movimiento. Vaya una noche. ¡Vaya un día! Vaya un todo. Cenamos (más bien, cenaron los invitados, pues a nosotros no nos entraba la comida de tanto nervio) y siguió la fiesta. La noche terminó con todos nuestros amigos y familiares formando un corro alrededor nuestro mientras cantábamos a pleno pulmón 'Angels' de Robbie Williams. Pelos de punta solo con recordarlo y alguna que otra lágrima mientras escribo este resumen del día, que no llego a poder expresas plenamente con palabras.
No puedo estar más agradecida a todos nuestros amigos y familiares por el apoyo y por habernos acompañado en un día tan sumamente importante para nosotros, ese fue, sin duda alguna, el mejor regalo de todos. Si habéis leído hasta aquí, ¡enhorabuena! Gracias por leerme.
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