La boda de Aroa y Yvonne en Palau De Plegamans, Barcelona

El día de nuestra boda

Tras varios cambios de fecha por el Covid, ya no podíamos alargarlo más y decidimos hacer una boda de día en vez de noche como estaba previsto. Un madrugón de la leche, nosotras, la familia, los fotógrafos y la maquilladora/peluquera; pero bueno, un día es un día. Una vez en Can Sidro, el sitio de la ceremonia, Aroa y los invitados me tuvieron que esperar 20 minutos, ya que faltaba por llegar mi tía y el niño que entraba delante de nosotras con carteles… Ya empezado todo, a la hora de los discursos saltó una espontánea, la novia de mi primo (el cual fue quien me entró al altar), a leer el discurso que me había leído mi hermana en casa… Mi hermana educadamente se levantó, fue al altar y leyó ella de nuevo el escrito. Al terminar todo, nos vinieron nuestros amigos a decirnos que después de eso, la chica había cogido a mi primo y a su hijo, el niño de los carteles, y se habían ido por el pasillo central. No volvieron y al irse en el coche, el cual me había llevado a mí, se llevaron mis zapatos de recambio, mi ropa del día siguiente, ya que nosotras dormíamos allí, la liga que iba a sortearla a trocitos… Todo. Siguen sin hablarme cuando yo no falté el respeto a nadie. Todo lo demás de la boda fue genial, pero con esto quiero deciros que disfrutéis de vuestro día, en todas las bodas siempre pasa algo, pero no dejéis que os arruine lo que tanto ha costado organizar; porque ese día solo se vive una vez y claro que cambiaría eso de mi día, pero a veces han de pasar cosas para darte cuenta de otras. Y volvería a repetir mil veces aun pasando eso en cada vez. Mi mujer me hizo sentir super especial y querida y los invitados que teníamos eran la caña y eso es lo que de verdad importa.