La boda de Albert y Manuela en Sant Marti De Centelles, Barcelona
En el campo Invierno Verde 2 profesionales
A&M
07 Dic, 2019El día de nuestra boda
Desde el momento de nuestro compromiso siempre buscamos celebrar una boda muy adaptable a nuestros gustos, y queríamos sentirnos libres a nivel de protocolos, así que para explicarme mejor voy a explicar cómo fue y de dónde sacamos las ideas y procedimientos de todo.
Nos casamos en invierno, así que teníamos que encontrar un lugar bonito, invernal, y que tuviera una sala climatizada para tener plan B y, sobre todo, para poder celebrar parte de la boda en un sitio resguardado. Así que escogimos el Mas Blanc, en Sant Martí de Centelles, por sus espacios ideales, por proximidad, y por tener opción de hotel para los invitados. Si te vas a casar en invierno es primordial tener en cuenta que la meteorología es mucho más variable.
La decoración la queríamos poner nosotros a nuestro gusto, al ser una boda en una época en la que hay muchos menos eventos, nos dejaron preparar algunas cosas el fin de semana anterior. La sala ya tenía unas luces, pero le queríamos dar más, así que añadimos bombillas sevillanas en las partes laterales, y algunas tipo Navidad, blancas, en la parte del baile. Además, aprovechamos para escoger y preparar algunas cosas con Ivette (la que gestiona el Mas Blanc), como las rodajas de troncos que nos facilitaron allí, algunas mesas, y otros extras que nos ahorramos alquilar. Además, pudimos hacer un primer viaje con todas las decoraciones que habíamos preparado. Como elementos decorativos propios teníamos:
Seguir leyendo »- Ramas de eucalipto que nos consiguió la florista.
- Potes de cristal: con mi madre y una amiga, desde más o menos 5 meses antes estuvimos recolectando, limpiando, y pintando potes de cristal con rotulador Posca blanco. Añadiendo velas de duración de 6h en Ikea quedaban realmente preciosos y resultones.
- Pizarras pequeñas: perfectas para señalar espacios o dar indicaciones a los invitados.
- Rodajas y troncos: como he comentado antes, la misma casa nos los prepararon tal como los queríamos. Los usamos para centro de mesa y para dar entrada a la ceremonia.
- Zona infantil: mantas y cojines. No hace falta grandes infraestructuras para tener una zona para niños. Compramos cojines en Ikea y llevamos alfombras bonitas que teníamos en casa (añadimos una manta debajo para que fuera más blando). Pusimos una cesta con juegos y un estante mini con más juegos y libros, y un poco más de luz.
- Para los mayores (y no tan mayores): hicimos dos álbumes de fotos de nosotros cuando éramos pequeños, y los dejamos al alcance de todos para que lo pudieran consultar en los momentos de parranda.
- Además, compramos 10 mantas de Ikea para que la gente las pudiera usar en la ceremonia, aunque al final hizo tanto calor que nadie las usó.
- Lo más bonito: tenemos una amiga artista que nos creó un marco con ramas y una tela trasera para hacer el photocall. Quedó precioso, y fue genial poderlo mover de fuera a dentro con tanta facilidad, cosa que nos permitió poder tener fotos fuera y dentro.
Pues bien, el día anterior de la boda nos quedamos a dormir en el lugar de la celebración, lo cual recomiendo al 100% porque permite estar mucho más tranquila. También se quedó a dormir mi amiga y maquilladora, y su compañero músico, que nos acompañó con música en la ceremonia. La boda era de mañana, así que fuimos a dormir temprano.
El día B llegó. Nos despertamos tempranito para poder desayunar con calma, y Albert se fue a controlar un poco la llegada de nuestro fotógrafo y el técnico de sonido, ambos conocidos nuestros: el fotógrafo era un chico de nuestro pueblo que seguía por Instagram, y le propuse ser nuestro fotógrafo, y el técnico de sonido era un amigo nuestro que siempre está en los conciertos y eventos del pueblo. Una vez controlado, Albert se pudo ir a duchar y prepararse con cierta calma. Mientras, yo estaba ya con el maquillaje, ya habíamos hecho dos o tres pruebas antes (recomendable), por lo que solo quedaba quedarse relajada y dejar hacer.
Mi look:
- Maquillaje: lo mejor es que sea suficiente natural para no sentirte disfrazada, yo iba con tonos supernaturales que simplemente resaltan tus rasgos.
- Corona de flores y ramo: Cokinss es una florista que se dedica sobre todo a proyectos artísticos, pero por proximidad, y a raíz de un taller que hizo de coronas de flores, me enamoró su estilo. Hicimos un par de pruebas de ramo, y escogimos tonos naturales y granates, sin caer en el perfil navideño (cosa que quería evitar al 100%).
- Vestido: aunque mucha gente no lo recomienda, lo hice con una modista (con experiencia), pudiendo escoger todas las telas y modelo de vestido. Era mi vestido escogido por mí y, sobre todo, único (lo único que recomendaría es ir a probarse otros vestidos antes para tomar ideas, no para copiar, sino para saber qué tipo de prenda te gusta y te favorece).
- Zapatos: fue todo un lío encontrar zapatos que no fueran rococós adecuados para una boda de invierno, por suerte, una amiga me acabó encontrando unas botas de Zara blanco roto que eran perfectas, con un tacón redondo y ancho, cordones y cómodas (debajo iba con medias transparentes y calcetines blancos bonitos, no se veían, comodidad, ante todo).
- Bolso de mano: en ese momento era fumadora, así que para mí era imprescindible tener un bolso de mano. Después lo agradecí muchísimo, ya que los invitados te dan cartas, sobres, escritos que va bien poderlos guardar en un sitio que tengas controlado. El bolso me lo hizo mi madre a partir de un trozo de tela de encaje que sobró del vestido, así que quedaba perfecto.
- Jersey: muy importante si celebras una boda en invierno. Quería un jersey de punto que quedara perfecto, así que lo mandé a hacer por dos mujeres especialistas en punto y ganchete. Pude escoger el hilo (que no picara), los botones y el largo (hasta la cintura).
- Joyas: tanto las alianzas, anillos de compromiso, mis pendientes y collar son de Anta Joies, la hermana de Albert. Todo fue diseño en oro, acordado, y con pruebas hechas para que fuera perfecto para nosotros.
- El pelo: quizás fue lo único que me arrepentí no haberlo hecho con un profesional. No quedó para nada mal, pero hubiese quedado mejor, seguro. El pelo me lo peiné yo, ya que quería algo natural y suelto (dado que ya llevaba la corona de flores).
El look de Albert era más sencillo, pero tenía tonos que lo diferenciaban del resto, el traje y camisa son de las tiendas más elegantes de la Roca Village, y los zapatos de Savoycats, hechos a mano, y de un tono azul marino realmente precioso. Aparte, llevaba un pequeño ramillete natural en la solapa inspirado en mi ramo. La verdad, es un detalle que viste al novio.
En una ceremonia normal, los novios son los que intentan organizar todas las intervenciones y participantes. En nuestro caso, le pedimos a mi hermano, el padrino, la hermana de Albert, la madrina, y Pep, amigo y concejal del ayuntamiento que nos casa, y una íntima amiga mía que organizaran nuestra ceremonia teniendo en cuenta la música (una amiga mía tenía que cantar, pero al final no pudo), y que nosotros queríamos leer algo dedicado. Si tenéis unos amigos o familiares con gracia, os lo recomiendo muchísimo, ¡ya que todo es una sorpresa!
La madre de Albert y mis padres nos llevaron al altar, y ya solo nos quedó disfrutar de lo que nos habían preparado: conciertos, poemas, textos graciosos, espectáculo con la colaboración del público... Maravilloso, entrañable, emocionante y divertido.
Una vez terminada la ceremonia, nuestros amigos del Ball de Diables nos ayudaron a llevar a la gente en la zona de aperitivo. También al aire libre, donde tocaba el sol. Allí aprovechamos para hacernos fotos con la gente y familia (se puede hacer muy pesado, pero es más importante de lo que parece tener una foto con tus invitados). Igualmente, nosotros no queríamos perdernos los aperitivos y hablar con la gente, así que aunque es más complicado de lo que parecía, pudimos disfrutar de algunos instantes con los demás invitados, y comer y tomar algo (al final los escoges para los demás, pero según tu gusto, así que tienes que disfrutar también). En esa zona habíamos dejado una caja para dedicatorias y la lista de las mesas, así la gente se podía guiar para entrar en la sala. También es donde pusimos el photocall, ¡y quedó perfectamente distribuido!
Un rato después, sin que nos diéramos cuenta, la gente ya había entrado en el salón, y nos retaron a entrar bailando cumbia en la sala. Fue genial entrar y ver cómo todo el mundo está feliz por ti y se mofa un poco de tu movimiento de caderas.
Distribución de mesas y centros de mesa:
Al principio tenía clarísimo que la única forma de no discriminar a los invitados era hacer dos líneas de mesas rectangulares, una familiar y la otra para los amigos. Teniendo en cuenta la disposición de la sala, vimos que quizás no era la mejor idea, además, cuando empezamos a distribuir a los invitados, nos dimos cuenta de la mala idea que hubiera sido hacerlo en dos filas (no encuentro mala idea hacer mesas cuadradas en vez de redondas, aunque la gente no se puede ver tanto las caras, es igual de resultón). Albert y yo y nuestros padrinos y madrinas se sentaron con nosotros en la mesa presidencial, y luego desde nuestro lado hasta los extremos había padre y madres, familia y amigos.
En cuanto a decoración de las mesas, hicimos centros de mesa con el eucalipto cortadito, las rodajas de troncos, los potes de cristal pintados y las velas. Quedó exactamente como lo había diseñado (es una lástima no tener ninguna foto en la que se vea perfectamente cómo quedó). Aparte de los centros de mesa, hicimos una pequeña etiqueta con una pequeña pinza de madera, y pusimos a cada uno en su lugar, parece una imposición o algo más bien obligatorio, pero cuando dedicas un tiempo a distribuir las mesas lo haces pensando en las relaciones entre los invitados, así que es bastante importante hacerlo así para evitar que la gente se sienta muy incómoda con quien tiene al lado (igualmente a veces es inevitable no generar esa sensación al 100%).
Para el tema del menú y tener controlados a los invitados que venían y qué querían, hicimos un link corto que llevaba a un PDF clicable que llevaba a dos formularios distintos, uno para los amigos y el otro para la familia. En él pedíamos si venían todo el día, qué querían para comer (dorada o filete), si tenían alguna petición especial (vegetariano, gluten,...) y, en el caso de los amigos, si iban en autobús. Lo bueno del formulario de Google es que puedes extraer un Excel perfecto para darle directamente a la persona que gestionará el menú y servicio, y habiendo puesto nombres en cada asiento, es perfecto para no tener que ir preocupándote de quien ha pedido qué.
El pastel iba a cargo del mismo restaurante, y los cafés tenían la opción a acompañarse con licores (importante asegurarse de que lo incluyan en el precio).
Después del pastel y los cafés, repartimos los regalos que habíamos preparado a los familiares. Mi madre hace unos cuadros con artesanía, y nos hizo unos personalizados para cada familia. Nuestro error fue no haber hecho muchos más para tenerlos por si acaso, ya que quizás piensas que tu tía abuela va con tu tía, pero realmente es mejor hacer uno para cada una.
Los otros regalos los dejamos en una cajita cerca de la salida para que cada uno cogiera uno (contando para los amigos y para los familiares también). Estuvimos muchísimo tiempo pensando en qué regalar a nuestros invitados que fuera especial, útil y no fuera lo típico, y gracias a un artículo que encontré aquí en Bodas.net decidimos hacer jabones de lavanda y romero, hicimos algunos con sosa cáustica y otros con glicerina. Recomiendo mucho más la glicerina, ya que no teníamos ninguna experiencia y era mucho más seguro. De todas formas, en ambos casos obtuvimos resultados geniales. Empaquetamos dos mini jabones de 5x5cm o así, y quedaron monísimos.
Albert tenía muy claro que no quería hacer el baile ni nada similar, y aunque a mí me hubiese gustado, tampoco hace falta sentirse obligado, es para disfrutar, no para pasarlo mal. Aun así, después de algunas sorpresas realmente preciosas como mis padres cantando y leyéndonos algo bonito, y amigos de Albert brindándole unas palabras adorables, empezó el momento fiesta y baile.
Cuando estuvimos haciendo la lista de invitados, había una serie de colegas (unos 10-15) que queríamos que nos acompañaran en nuestro día, pero que no podíamos asumir ni por espacio ni por dinero que vinieran, por lo que decidimos invitarlos a la fiesta de la boda, ofreciéndoles como a todos un bus de ida y vuelta y el detalle de la boda, así como la barra libre y el pica-pica de la cena. Debían ser las 18h de la tarde cuando empezó la parte del baile. Mi hermano se ofreció con mucho gusto a hacer de DJ durante la parte de la fiesta, pero teniendo en cuenta que empezaría a las 18h y terminaría a la 1h, era demasiado tiempo. Además, a mí me apetecía que viniera un grupo en directo para romper el hielo y animar a los invitados. No miento diciendo que una de las mejores decisiones que tomamos fue contratar a un grupo de cumbia y salsa. No siendo nuestro estilo de música favorito, fue realmente una buena opción, ya que todo el mundo, incluso algunas abuelas, se puso a bailar. El grupo se llama los Made In Barcelona, y tocaron durante un par de horas interactuando con el público. Es importante puntualizar que a las 20h ya se había terminado gran parte de la barra libre, por lo que pedimos que nos ampliaran todo lo de la barra necesario para que no faltara nada.
Antes o después del grupo de salsa aparecieron de nuevo los Diables tocando los tambores, y nos llevaron fuera para hacernos unas pruebas y regalarnos un pequeño espectáculo de fuego y un cofre lleno de oro.
Cuando mi hermano se ofreció de DJ, yo sabía que a mí me encantaría, pero él se preparó una sesión que nos dio muchísima pena que no guardara, ya que clavó todos los estilos de música que gustaban a la gente, desde rock, ska, pasando por techno y reggaetón, y músicas exóticas tremendamente bailables.
Así nos dieron la 1h, que llegó el bus y nadie se había enterado. Tuvimos dudas de a qué hora terminar, pero realmente la 1h es una buena hora, teniendo en cuenta la cantidad de horas que llevas y, sobre todo, lo que la gente lleva bebiendo. Lo bueno de acabar en ese momento es que te ahorras momentos incómodos producidos por el exceso de alcohol.
El bus: recomiendo al 100% contratar un bus, porque hace que la gente esté muchísimo más tranquila y unida, tanto al llegar como en el momento de irse. Cuando contratas un bus para una boda saben qué se pueden encontrar a la vuelta, así que mientras seas sincera y acuerdes bien las cosas, no tienes por qué tener malentendidos. Nosotros alquilamos un bus de 60 personas, a la ida iban unas 40, después por la tarde unas 15 y por la noche casi 60 (siempre hay gente que de vuelta prefiere alargar y volver en bus que irse con algún coche antes). Como suponían 400-600€ más en el presupuesto, al final decidimos preguntar en el formulario de Google si la gente estaría dispuesta a pagar 10-15€ para ir en el bus que gestionaríamos. Evidentemente la mayoría de la gente aceptó. Es la manera para quedarse tranquila de que la gente está a salvo y tú has hecho lo que has podido para tener una fiesta segura, y la gente te agradece que hagas la gestión y solo se tengan que ocupar de hacerte una transferencia y estar en el sitio X y a la hora X.
Al día siguiente nos despertamos y pudimos desayunar con toda la familia, y después vino la parte que conlleva hacer una fiesta organizada por uno mismo: recoger. Sinceramente, fue pesado, pero ir recogiendo las pequeñas cosas nos iba recordando el gran día que acabábamos de vivir.
Por último, me gustaría confesar que no es fácil asumir que todo con lo que llevas trabajando más de un año termina, felizmente, pero termina, y que no sabes por qué, pero miras las fotos y sientes nostalgia en vez de alegría. Eso pasa, y cuando te liberas de ese sentimiento, ver todas las fotos, preparar el álbum, y recordar momentos se hace maravilloso. Repetiría la experiencia millones de veces, solo con Albert, claro está.
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