La boda de Aida y Jose en Castelldefels, Barcelona

El mismo día confirmamos el menú de nuestro gran día pudiendo realizar cambios y pudimos elegir el salón (hay varias opciones disponibles), la decoración de las mesas y floral del exterior donde realizamos el pica-pica, e interior donde dio a lugar la posterior comida, así como la mantelería, los vestidos de las sillas, etc.

Y qué decir de la suite, la mejor de todo el hotel, una enorme terraza con vistas al mar, el baño increíble con jacuzzi incluso con televisión, zona de salón y vestidor impresionante, y la cama king size, espectacular.

Nos arreglamos, tanto el novio como la novia, en el mismo hotel, el sábado por la mañana y bajamos a la Iglesia en el coche descapotable de nuestro padrino, el cual también nos regaló el ramo; más tarde se lo entregaríamos a nuestra madrina.

La novia llevó un vestido de Rosa Clará, adquirido en Úrsula Escoriza (tienda de Santa Coloma de Gramanet, Barcelona), con pedrería y encaje, al igual que el velo con pedrería de Swarovski; los zapatos, la liga y la peineta nos la regalaron en la misma tienda. El traje del novio lo adquirimos en la misma tienda, con descuento y los zapatos de regalo.

Después de nuestros respectivos reportajes en el hotel salimos hacia la iglesia, la ceremonia fue a las 12 del mediodía, y después volvimos juntos en el coche de boda hasta el hotel, donde realizamos un precioso reportaje con sus impresionantes vistas al mar, con un picoteo al aire libre en la piscina donde todo estaba exquisito.

El banquete fue en el interior, también con vistas al mar, con el mejor vino de la casa y una velada increíble. Repartimos los detalles de la boda al finalizar la comida, unas hermosas figuritas de la casa Eventus (Barcelona) de “pit y pita”: dos muñequitos vestidos de novio y novia subidos a un patinete con una foto de los dos vestidos de novios en el portarretratos con la fecha de la boda, y peladillas de chocolate blanco detrás del patinete. Después de la maravillosa velada nos mudamos a la sala discoteca del hotel donde abrimos el baile con la clásica música lenta y, a media noche, la novia se cambió junto con otras invitadas de la boda, con un vestido de salsa, blanco por supuesto, y formamos una rueda casino en medio de la pista, ya que nos conocimos dando clases de salsa.

Al acabar la celebración, los novios nos retiramos a la grandiosa suite a celebrar nuestra noche de bodas. Y a día de hoy, seguimos celebrando todos los días nuestro gran amor. ¡Tenemos ganas de volver a casarnos! Bailamos y reímos hasta más no poder. Fue un ambiente genial, todo salió perfecto.