La boda de Verónica y Lourdes en San Fernando, Cádiz
De noche Otoño Blanco 9 profesionales
V&L
10 Oct, 2020El día de nuestra boda
Nuestro día fue mágico y único, para repetir mil veces más si se pudiese. Antes de explicar lo mucho que disfrutamos de nuestro gran día tenemos que decir que fue muy complicado celebrar nuestra boda. Nos casamos en plena pandemia por COVID en un año repleto de restricciones de todo tipo. Si ya fue difícil organizar cualquier evento en el 2020 imaginaros preparar una boda, jaja Fue todo un reto que conseguimos superar. Mi mujer y yo vivimos en Tarragona, pero yo soy de San Fernando (Cádiz). Es por esto por lo que la firma de los papeles y el enlace oficial fue en Salou (Tarragona), pero dias después celebramos la ceremonia oficial y el banquete en mi ciudad natal, con la bahía de Cádiz de fondo. Parece mentira que casi se cumplen 2 años de nuestro gran día. Las dos semanas previas a la boda fueron dignas de una película ya que nos pasaron muchísimas cosas que nadie querría vivir: 1. Nos llamaron del juzgado dias previos para decirnos que solo podrían entrar las novias, los 4 testigos y el regidor del ayuntamiento (por lo que mi padre y mi tía que venían expresamente desde Cádiz se quedarían sin poder ver el proceso de la firma junto con el resto de los familiares de Vero y nuestros amigos que estaban en Salou). 2. Dos dias antes de la firma nos vuelven a llamar y dicen que solo pueden entrar 6 personas contando con el regidor, por lo que tuvimos que prescindir de la firma de mi cuñada como testigo de boda. Suerte que pusimos de testigos a mi cuñado, mi madre y una de nuestras mejores amigas, así nos aseguramos de que toda la familia y los amigos se viesen representados en la ceremonia, (pero finalmente el regidor dejó pasar a toda la familia y amigos, ya que era en un patio grande al aire libre y todos pueden mantener la distancia mínima de seguridad e higiene).3. La firma se hacía en un edificio histórico en vez del juzgado de la ciudad, se realizaba al aire libre y la mañana amaneció con lluvia, (ya llegados a este momento solo queríamos firmar si o si como sea y donde sea, así que la lluvia no nos importó, pero justo en el momento de la firma no llovía y lo pudimos hacer todo como estaba previsto).4. Llega el día que tengo que recoger mi vestido a una modista de Sevilla (5 meses antes había estado allí para que me hicieran unos ajustes en la zona del pecho y cogiese el dobladillo). Le escribí a la modista para confirmarle de recogería mi vestido el día y la hora que ella me citó meses antes. Parecía que todo iba bien hasta que ¡no puede ser! La modista me entrega mi vestido sin arreglar. Según ella como todas las novias habían suspendido sus bodas por las restricciones había dado por hecho que yo también y casi me muero allí mismo. Fui con mi madre y a las dos casi nos da un "patatús" al instante. No teníamos tiempo para ningún imprevisto, no había margen de error, pues cada día previo a la boda ya teníamos marcadas las citas para la prueba de maquillaje, prueba de peinado, sesión de pre boda con el fotógrafo, teníamos que hacernos la manicura, recoger los detalles de la boda, las flores, prueba de menú... Teníamos que hacer en 5 dias lo que muchas parejas hacen a lo largo del año, ya que al no vivir en el mismo lugar de la boda, y las restricciones impedirnos viajar fuera de la comunidad autónoma, no tuvimos opción de bajar antes a Cádiz para todo eso, pues cuando lo teníamos organizado fue cuando empezó la pandemia y de canceló toda actividad programada. Suerte que la modista me tranquilizó diciéndome que fuese a comer algo por los alrededores que en una hora tenía mi vestido arreglado y listo (y así fue, tras una hora ya tenía listo mi vestido, pero las lágrimas que derramé no tuvieron consuelo durante esa hora). 5. Días previos a la boda nos llaman varias veces en dias diferentes para actualizarnos en todo momento sobre las nuevas restricciones (había acabado el verano y parecía que todos los contagios "inexistentes" entre julio y agosto empezaban a subir como la espuma desde que empezó el curso escolar en septiembre). Tuvimos que reorganizar casi todo: - El picoteo sería en la terraza y tuvimos que hacerlo sentados en mesas. - Bajó increíblemente el número de comensales por sala (suerte que no bajó lo suficiente como para tener que dejar algún invitado fuera, ya que no nos hubiésemos podido perdonar elegir quien podría venir a la boda y quien se quedaba en casa, nos parecía algo muy feo y que vimos peligrar cada día que pasaba) -Tuvimos que reorganizar las mesas ya que el límite fue de 10 personas por mesa- Cancelamos el cortador de jamón y la organización de una mesa dulce ya que no cumplían con las medidas de higiene y seguridad para contener el COVID, por lo que nosotras mismas nos encargamos de comprar todas las golosinas y detalles de la mesa dulce, de tal forma que estaba todo envasado individualmente y no habría problemas de contagios.- Nos dijeron que la hora de finalización de eventos, según ordenó el gobierno, sería hasta la 1:00 de la madrugada (y así fue, pero disfrutamos intensamente aun siendo una ceremonia de tarde/noche).- Los invitados no podían levantarse a bailar por lo que organizamos varios juegos de baila durante el banquete y contratamos un fotomatón para mantenernos felices y distraídos. -Y muchas más cosas para hacer 2 películas más, jaja Pero, llegó el 10/10/2020, llegó nuestro gran día, por el que habíamos estado esperando desde que le pedí matrimonio a mi mujer el 13/05/2017 en Paris. Nos levantamos cansadas del ritmo que habíamos tenido durante toda la semana, nerviosas por todo lo que había pasado, pero sobre todo por lo que faltaba por venir (deseábamos que ese día fuese perfecto y finalmente así fue). Recuerdo que bajamos de la suite del hotel a desayunar y a mí no me entraba ni el aire. En cambio, mi mujer desayunó más a gusto que un arbusto, jaja. Ella estuvo todo el día tranquila hasta que desfiló por la alfombra roja a las 18:00 y se paró en el altar a esperarme junto con su padre. Durante esa mañana llegaron la peluquera y maquilladora que se encargaron de ponernos divinas. Luego se encargaron de arreglar a los invitados que venían de fuera (facilitamos todo lo que pudimos la estancia de nuestros invitados que venían de fuera de Cádiz para que no tuviesen que estar buscando donde arreglarse ni tener que desplazarse por una ciudad que no conocían. Llegó la hora de comer y recuerdo que mi cuñado nos trajo a la habitación comida del McDonald’s para que al menos tuviésemos algo en el cuerpo, pero ni media patata frita me entraba. Yo seguía sin comer de los nervios que tenía. Llegaron las 15:30, hora donde el fotógrafo y videógrafo empezaron con la sesión de fotos en la habitación de hotel de mis suegros, donde mi mujer Verónica se vistió. Desde esa hora me costaba hasta respirar y no volví a ser yo hasta que no vi nuevamente a mi mujer a las 18:05 al final de la alfombra roja. Después de acabar con Vero, vinieron a hacerme la sesión de fotos y video a mi mientras me preparaba en la suite. Allí acababa de llegar mis padres corriendo de casa (habían llegado al hotel y cuando mi madre se empezó a vestir se dió cuenta que se había olvidado de coger el cinturón de su vestido, por lo que corriendo tuvieron que volver a casa para cogerlo). Todo esto me tranquilizaba mucho más, nótese la ironía, jaja Por fin, llegó las 18:00, todo estaba listo, las damas de honor tenían controlado que las novias no nos pudiésemos ver por los pasillos. Empezaba por fin el inicio de todos los momentos mágicos que vinieron después, ya no había marcha atrás, atrás debían quedar el nervio escénico, el nerviosismo al pensar que algo podría salir mal, la pena por los que no pudieron venir, el miedo a los posibles contagios, todo absolutamente todo quedó atrás. A mí se me quitó todo cuando por fin, después de una larga espera, vi a mi mujer esperándome al final de la alfombra roja mientras caminaba entre nuestros familiares y amigos queridos. Por fin, nos reencontramos vestidas de novias delante del altar, un lugar hermoso perfectamente decorado como queríamos, algo sencillo, natural, con la bahía de Cádiz al fondo...Nos abrazamos y lloramos como tontas, saludamos a todos los allí presentes y vivimos unas de las ceremonias más bonitas que podíamos haber imaginado. Cuando le dieron el micrófono a Vero para leer sus votos ella no podía casi leer de los nervios, así que le hice la broma de quitarle el papel y no dárselo si seguía llorando. Ella es muy cortada, y se puso nerviosísima cuando le toco hablar (y eso que no tenía nada de nervios o al menos no se le notaban jajaja). Me llegó el turno, y parecía que había leído mis votos durante toda la vida. Lo leí felizmente, sin miedos, con ilusión, y cada palabra que decía más confianza tenía de que todo saldría genial. No tartamudeé ni un poquito, y el discurso me quedó hasta bonito (está feo que lo diga yo, pero es verdad, jeje). Unos votos con amor, pero sobre todo dejando claro que amor es amor, que empezamos a querernos por casualidades de la vida y que nada ni nadie nos tendría que juzgar por eso, ya que daba igual que fuésemos dos mujeres pues lo importante es que somos dos personas que nos amamos. Tras la ceremonia donde estuvimos acompañadas en todo momento por música en directo a violín, nos realizamos las fotos de protocolo con todos los invitados antes de entrar al banquete. Cuando ya todos los invitados cogieron asiento y encontraron su destino (como nos gusta viajar la temática de la boda fue sobre viajes y lugares del mundo), hicimos una entrada triunfal con una canción que nos puso a todos de pie y animando. El menú estuvo espectacular y la atención de los camareros junto con el maître fue impresionante. Diferenciamos la cena en 3 partes: La primera parte constaba de abrir boca con una selección de picoteo variado mientras disfrutábamos de la animación que nos ofreció un monologuista (contó nuestra historia de amor de una forma simpática, divertida, y también estuvo interactuando con los invitados con su humor y sus chistes).La segunda parte fue el banquete oficial donde aprovechamos para dar regalos a las personas más importantes de nuestras vidas, y disfrutamos haciendo un concurso de baile, donde cada mesa tenían que bailar la canción que les había tocado al azar. La tercera parte fue a partir del primer baile, donde disfrutamos de la barra libre, música, fotomatón y un candy bar personalizado. Todo salió genial y todas disfrutamos de lo lindo ese día mágico. Nuestra historia es aún más larga y con muchísimos más detalles que no hemos contado por la gran expansión que supone, pero añadiremos algunas fotitos del gran día y si alguien está interesado en saber más, aquí estamos para responderos a todos. Esperamos poder ayudar a las parejas que tengan dudas sobre algo o quieran algún consejo. Y como nos gusta decir: todo lo que hagáis con amor será irremplazable. Love is love.
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