La boda de Vahn y María en Olot, Girona
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V&M
21 Jul, 2018El día de nuestra boda
Parecía que no iba a llegar nunca este momento, y aquí estoy, delante del ordenador, intentando poner en orden todo lo que pasó para que el día de nuestra boda llegara.
Hacía meses que todo estaba en marcha, para nosotros, la boda empezó en el momento que decidimos casarnos y todo el proceso ha sido mágico y especial. Los dos fuimos construyendo nuestro sueño para hacerlo realidad.
Y allí estábamos: yo, una novia soñadora y con muchas ideas en la cabeza; mi ahora ya marido, un novio realista, muy selectivo y con los pies en la tierra... Los dos prometidos con una página en blanco para empezar a dibujar los bocetos de lo que queríamos para ese día tan especial.
Las páginas de bocetos iban sumando y una vez llegado el día, la libreta se cerró, dejó de llenarse para vivir intensamente todo aquello soñado.
Aunque el día B era el sábado, el viernes empezó la intensidad de sentimientos a flor de piel. Así que empiezo por ahí...
Me desperté temprano, no podía dormir porque todavía quedaban algunas cosas pendientes y me dediqué a organizar un pendrive con todo el guion del día y las lecturas de la ceremonia para llevarlo a imprimir. Una vez hecha la tarea, me iluminé para mirar la predicción del tiempo y, horror, daban lluvias. Nuestro sueño de casarnos en una ermita en medio del bosque se estaba viendo oscurecido por las nubes que aparecerían mañana. Me metí en la cama de nuevo, en busca del consuelo de mi prometido y lloré como una magdalena. Me armé de fuerza para salir de nuevo y seguir el día. Nada podía cambiar así que intenté seguir adelante porque las horas pasaban rápido, eso sí, bajo mi brazo lucí mi paraguas durante todo el día, ¿no dicen que el día que cargas el paraguas no llueve y cuando te lo dejas, cae la del pulpo? Pues dispuesta a desafiar al tiempo estaba yo. Eso sí, después de encargar llevar a unas muy buenas amigas los huevos a las clarisas unos días antes.
Seguir leyendo »Con las uñas hechas y el coche de alquiler cargado hasta no caber un alfiler, nos pusimos de camino hasta el restaurante para dejar toda la decoración y después descargamos maletillas y trajes en el hotel rural donde pasaríamos el fin de semana.
En el hotel rural nos alojamos la familia más cercana y nosotros, los novios. Así que después del intenso viernes ultimando preparativos, nos esperaba una cena íntima y familiar, intentando dejar los nervios y el pesimismo a un lado. Al final de la cena, hicimos entrega de los gemelos para mis hermanos, de una pulsera especial para la hermana de mi marido y dos llaves simbólicas de madera para mi mejor amiga y mi cuñada (pareja de mi hermano). Esas llaves las utilicé para pedirles que estuvieran conmigo en el momento de cambiarme. Fue muy emocionante porque no se lo esperaban.
El despertador sonaba pronto. Esa noche dormí con mi chico, puesto que nos cuesta mucho conciliar el sueño si no estamos juntos y después de 5 años de convivencia no tenía sentido para nosotros dormir separados.
Miramos al cielo que durante la noche había amenazado con tormenta, pero amanecía despejado, al menos parecía que aguantaría para la ceremonia así que avisamos a florista y wedding para montar todo en la ermita. El tiempo, por fin, de nuestra parte.
Desayunamos con los más madrugadores de la casa y pronto, todo había empezado.
Llegaron Jéssica y Silvia de Silvia Chuecos estilistas preparadas a darlo todo con sus manos. Maquillaron y peinaron algunas de las invitadas y en seguida cogieron al novio. A partir de ese momento, Vahn y yo estuvimos separados.
En el hotel, los profesionales velaron para que nadie me viera, a excepción de mi madre, mi mejor amiga y mi cuñada.
Dos horas necesitaron Jéssica y Silvia para terminar mi maquillaje y peinado. Mis nervios empezaban a hacer de las suyas y tuve que interrumpir su trabajo en varias ocasiones para levantarme y así beber agua y mover las piernas un poco.
Llegó el momento de subir a la habitación. Todo estaba precioso y minuciosamente dispuesto para que pudiera cambiarme gracias a los empleados del hotel. Algunas fotos y vídeos del momento y algunos retoques finales bastaron para colocarme en la terraza y para que entraran mi abuela y mis hermanos y hacer la entrega del ramo. Fue un momento indescriptible, muy emocionante... Ahí se derramaron las primeras lágrimas. El ramo hecho por Raquel de Abelia i Mel era precioso, mejor de lo que hubiera podido pedir.
Al salir estaba ya junto a las personas que me acompañarían en el coche: mi madre, mi abuela y mi mejor amiga. Y el coche esperando: una volkswagen antigua en color lila, mi color. Era perfecta.
De camino a la ermita, paramos al restaurante para hacer un par de fotos. Nos hacía mucha ilusión tener fotos del comedor sin nadie.
Al salir de allí me di cuenta que algo faltaba: el bastón de mi padre. Ese bastón lo tenían que sostener mis hermanos mientras me llevaban del brazo hasta el altar, no podía faltar y con los nervios, nadie había pensado en él. Llamé al hotel y me calmaron, ellos me lo llevarían hasta la furgoneta y así lo tendría.
Con el bastón en mano, seguimos haciendo ruta, pero mi hermano me llamó para decirme que no podía seguir, que debía esperar. Yo siempre había dicho que sería puntual el día de mi boda porque siempre soy puntual, y no, ese día no quería cambiar porque para mí, significa respeto a los invitados que esperan. ¿Qué pasaba? Resulta que las weddings planners que debían estar en la ermita, no habían llegado y nada de lo que se tenía que colocar estaba en su sitio: botellitas de agua para cuando los invitados llegaran, misales para seguir la ceremonia, pomperos y conos con pétalos para lanzarlos al final de la ceremonia, ofrendas, etc. Todo por hacer. Así que con la voluntad de mis hermanos y mi cuñada todo se repartió antes de la llegada del novio, pero tuvimos que esperar.
Una vez todo en orden, nos dieron el aviso de proseguir. Vahn iba primero, montado en una moto y llevando a su madre sentada en el sidecar mientras sonaba la canción de "Have a nice day" de Bon Jovi. Una vez aparcada la moto, empezó la música de Karla Ruíz y Gavin que tocaron todas las canciones de la ceremonia. En ese momento se oyó "Your song" de Elton John para que mi novio y mi suegra hicieran el camino hasta el altar.
Al ratito entré yo con la furgoneta tocando el clásico claxon de las películas y una vez colocada la falda y el velo a escondidas, salí cogida de los brazos de mis hermanos haciendo el recorrido hasta el altar con la canción "Compta amb mi" de Txarango.
La misa transcurrió con normalidad, con algunos momentos emotivos y otros más graciosos y al terminar, la gente se acercó a felicitarnos porque les había encantado la ceremonia. Tuvimos la suerte de contar con el párroco de mi parroquia y modificamos el clásico guion para hacer una misa totalmente personalizada y apta para creyentes y no creyentes.
Aprovechamos para hacer cuatro fotos de pareja en la ermita mientras los invitados iban hacia el restaurante y poco después aparecimos nosotros dando brincos para nuestra entrada al aperitivo.
Durante el aperitivo aprovechamos para hacernos fotos con los invitados, para hablar con los distintos grupos de amigos que habían venido y para pegar algunos mordiscos de lo que estaban sirviendo. También, habíamos encargado al videógrafo grabar un lipdub con los invitados y ese momento sirvió para interrumpir a los grupos e ir animándolos para hacer los minutitos de grabación (eran 10 segundos por grupo).
Al terminar el aperitivo, los invitados entraron al comedor y se sentaron en los sitios respectivos. Un comedor de mesas y sillas de metacrilato transparente les esperaba para dar comienzo al banquete nupcial. La sala se inundaba con el color de las flores, los vasos de agua lilas y las servilletas lilas, fue nuestro toque personal.
Nuestra entrada se produjo al sonar "Més que la meva sang" de Lax'n'Busto y dimos tumbos por todo el comedor hasta llegar a nuestra mesa con nuestros familiares.
Al terminar cada plato, cambiábamos de sitio para estar también con los distintos amigos y de vez en cuando nos divertimos con los gritos improvisados de los invitados o con las congas "obligadas" según la canción que sonaba. En cada mesa pusimos un encargado para que la liara un poquito. Ese encargado tenía que hacer bailar a la gente cuando sonara "su canción". Así, con mucho ojo para no interrumpir la comida, el dj puso las canciones seleccionadas para el momento.
El corte de la tarta acabó con una miniguerra entre mi marido y yo, después de yo estamparle un trocito de tarta en la cara. Lo suelo hacer con los postres en general y ese día no podía faltar... El pobre siempre cae.
Haciendo la sobremesa, hicimos la maratón de repartición de regalos. Teníamos preparados: 3 acuarelas para mis suegros, mi madre y mi abuela, 5 cuadros para las parejas estables (nada de presionar para que salga una boda), 1 cuadro para unos recién casados, 3 particiones de mi ramo para las solteras de oro y 2 paquetes de cerveza con una liga simbólica para los 2 solteros de oro. Como no quisimos alargar ese momento y aunque cada regalo iba con su música, lo repartimos bastante rápido para no aburrir al personal.
En seguida entró en acción Lu. Una chica que contratamos para que nos montara una coreografía con los invitados haciendo percusión corporal. Era la excusa para que todo el mundo se reuniera en círculo y se levantara de las sillas.
Al terminar, proseguimos con el baile nupcial de recién casados, un pseudovals corto y una salsa con algunos pasos para que los invitaros copiaran y... Barra libre con discoteca.
La gente se fue yendo hasta que quedarnos los últimos cerrando la fiesta.
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