La boda de Toni y María en Barcelona, Barcelona

Así que desfilamos entre lagrimillas y sonrisas, y luego siguió la misa muy bonita. Y de repente, comienzo a sentir unas gotitas de agua... ¡Y comenzó a lloviznar en medio de la misa! Y el sacerdote como si nada, así que el fotógrafo nos pasó un parasol que habíamos puesto como decoración y nos resguardamos de la lluvia con este. A la gente le resultó gracioso lo de la lluvia, y el sacerdote dijo que eso significaba bendición para la pareja, así que todo salió hermoso.

Luego las fotos de grupo, ¡a divertirnos! Porque Santy puso a mis invitados a saltar, a cargarme, a modelar, de todo un poco, ¡y la gente encantada! Luego el cóctel y entrada al salón de fiestas. Entonces, ahí cambiamos el guion e hicimos la fiesta al estilo dominicano: se realiza el primer baile (que fue un merengue suave de Juan Luis Guerra), se comienza a bailar durante una hora más o menos, y solo después de haber calentado la pista, pasamos a la cena. ¡Eso de que a los dominicanos les gusta bailar es cierto!

Al hacer el primer baile nos pusieron fuegos fríos alrededor, que quedó muy bonito. Luego habíamos hecho una coreografía con algunos amigos y nos pusimos unas gafas de sol y bailamos el “Gangnam style”, y en medio de la canción invitamos a la pista a todos los demás invitados, ¡y se armó el jolgorio, todos nos reíamos un montón! Luego bailé unas sevillanas con mi suegra que es andaluza y fue un momento muy divertido.

Después pasamos a la cena que fue tipo buffet (lo tradicional allí) y así todo el mundo pudo probar cada plato y repetir si deseaban (¡la langosta fue muy popular para las repeticiones!). Repartimos entonces los regalitos que eran llaveros personalizados, a cada invitado se le dio un llavero diferente con su inicial y un charm que reflejara sus hobbies, les encantó el detalle.

Y luego volvimos a la pista, pero esta vez para tirar el ramo y la liga (que fue graciosísimo, porque el ramo lo agarró una amiga y la liga la atrapó su novio) y nuevamente fiesta, pero con hora loca. Entonces entraron unos diez bailarines vestidos de saltimbanquis, en zancos y con máscaras y animaron la fiesta repartiendo máscaras, pelucas, espantasuegras y confeti, ¡la gente no dejó la pista ni un segundo, fue divertidísimo! Todo el mundo disfrutó un montón y algunos nos dijeron que era la boda más divertida y bonita a la que habían asistido, lo cual nos llenó de alegría porque era el reflejo de lo bien que todos lo habían pasado, ¡y nosotros ni hablar! Fue un día mágico y maravilloso. ¡Un sueño hecho realidad!