La boda de Tomás y Cristina en Murcia, Murcia

El día de nuestra boda

¡Un sueño hecho realidad! Todos esos nervios que se sienten meses, semanas, días, horas antes, se esfumaron a escasas horas de dar el mejor “Sí, quiero” de mi vida. Estar rodeada de familiares y amigos en el día más importante de mi vida, fue una sensación increíble. Me sentía plenamente feliz, y disfruté, disfruté cada segundo como nunca había imaginado. Cualquier momento o cualquier instante era mágico, y si ya me sentía así en los momentos previos, más feliz era aún de pensar en el resto del día que nos quedaba por delante. Estaba deseando ver a mi futuro marido, esperándome en el altar, con su sonrisa eterna, con sus ojitos emocionados, felices de estar cumpliendo un sueño. ¡¡Nuestro sueño había llegado y se estaba haciendo realidad!! Mi corazón terminó de estallar de felicidad cuando llegué a la iglesia, y ahí estaba todo el mundo... Todos estaban radiantes y todos me dedicaban una sonrisa, no sentía nervios, porque nuestro momento había llegado, y solo nos quedaba disfrutar. Así que agarré el brazo de papá y hacía adelante. Y ahí estaba él. Increíblemente guapo. Feliz, emocionado... Imágenes que guardo en mi retina como un tesoro. Nuestras miradas, nuestras sonrisas, nuestros gestos y nuestras manos entrelazadas en toda la ceremonia demostraban que estábamos completamente felices y por supuesto más enamorados que nunca. Siempre nos imaginábamos cada momento en nuestros pensamientos, pero os aseguro que supera todas las expectativas. Juro que a veces me faltan las palabras para describir todo lo que sentimos ese día. La salida de la iglesia como marido y mujer, las sonrisas de nuestros amigos, de nuestros familiares, las felicitaciones, todas las palabras bonitas que nos dedicaban... Quedarán grabadas en mi corazón por el resto de la vida. Y qué decir de la celebración, resumido en una palabra: brutal. Nuestra entrada al cóctel de bienvenida, eso sí que fue un sueño hecho realidad. Un año soñando, y dándole forma a un proyecto, que, gracias a todos nuestros proveedores, conseguimos llevar a cabo. Disfrutamos como unos enanos y se nos sigue erizando la piel cada vez que lo recordamos. Un espectáculo de fuegos artificiales y fuego real. Nuestro propio festival. El mejor festival de nuestras vidas. Los invitados disfrutaron muchísimo y sus caras lo demostraban, y eso, creedme, que es una sensación increíble. Felices nosotros y felices por ellos. El banquete, las sorpresas, regalos, y el viva los novios... Todo pasó tan rápido, que repetiría ese día una y mil veces. Aunque el mayor regalo de todos fue poder compartir este día con todos ellos. Gracias, amigos y familiares, por todo. Por estar, por disfrutar, por reír, por bailar, por emocionaros, por emocionarnos a nosotros, por saltar, por dejaros la voz, pero, sobre todo, por compartirlo con nosotros. Os queremos un mundo. Somos inmensamente felices. ¡Por una larga vida llena de festivales, cervezas y mucho rock!