La boda de Toby y Hannah en Alaior, Islas Baleares

Esa noche casi ni pude dormir, y me levanté muy temprano de felicidad y de nervios a la vez. Faltaban muchas cosas por poner en su sitio, y entre que me arreglaban y mil y un detalles, menos mal tenía que a mi hermana (que también fue la madrina) para tenerlo todo bajo control. Mientras el fotógrafo me decía: disfrutadlo, que se pasa rápido, mi hermana me hacía reír para colmar los nervios, y después de casi una eternidad, por fin me pude poner el vestido y el velo. Mi padre ya estaba esperando a la puerta, ambos estábamos nerviosos. Luego empezamos a caminar hacia el jardín donde se celebraría nuestra ceremonia, hacía muy buen sol, pero hacía mucho viento también. Mis nervios y miedos desaparecieron al ver a mi futuro marido esperando de pie junto al altar, mientras mi hermano y una amiga tocaban y cantaban la canción No Matter Where You Are de Us The Duo. Todo estaba precioso: las sillas con ramas de olivo y lavanda, los postes de pampas y flores frescas. Mi padre y el novio se dieron un abrazo, y él tomo mi mano para sentarme, haciendo que mis nervios disminuyeran. El pastor habló de un pasaje de la Biblia en Génesis 2:18-24 de cuando Dios creó a la mujer, y cómo el primer matrimonio se casó en el jardín del Edén y el pastor habló de la importancia de trabajar como equipo y amarnos tal y como somos (con nuestras diferencias culturales y personalidad, etc) porque el amor lo puede todo. La ceremonia duró casi 1h y media, lo cual se me hizo un poco largo, ya que mi vestido no tenía mangas y hacía mucho viento. Hasta que, por fin, nos intercambiamos los anillos, los votos, nos pusieron un velo encima y un cordel (para simbolizar unidad, liderazgo y autoridad de uno, y la sumisión y apoyo del otro). Y por fin, ¡el beso! El cual fue superesperado, ya que esperamos a darnos el beso en el altar. Después, cuando ya nos pronunciaron marido y mujer, los invitados ya tenían con ellos conos con pétalos (lo preferimos antes que arroz o confeti), y la verdad es que quedaron geniales en las fotos.

Después fuimos a la sala de aperitivos, donde estaba todo dispuesto y bien decorado. Mientras los invitados picaban algo, nosotros nos hicimos fotos como pareja, y el videógrafo hizo un par de tomas también para el vídeo de highlights. Y aprovechando el golden hour antes de la puesta del sol, el fotógrafo nos hizo unas fotos preciosas, no solo a nosotros, también con la familia, amigos y demás invitados. Fue una boda íntima y rústica con 30 invitados. Después de hacernos una foto con la puesta de sol, los invitados se fueron al lugar del banquete (también en la finca) con champán servido, hasta que llegamos y brindaron por nosotros y nos sentamos. Llegaron por fin los del catering, y la cena se estaba sirviendo, la cual estaba deliciosa. Después el momento más emotivo fueron los discursos, primero mi padre, que habló unas preciosas palabras de sus mejores deseos a los dos, luego el discurso del novio (que casi me derrite el corazón), hasta que llegó el turno de mi hermana, la cual me hizo llorar con su discurso. Charlando, comiendo y bebiendo, llegó la hora de cortar la tarta, que era una naked cake de dos pisos de pistacho y chocolate decorada con flores frescas y una figura de porcelana de Países Bajos con una pareja besándose al lado de un molino de viento. Cortamos un pedazo y brindamos con los brazos encrucijados, lo cual fue un poco difícil, porque el novio es mucho más alto que yo (incluso yo llevando tacones).

A la hora de fiesta me quité el tul que cubría mis hombros para la ceremonia y podía colgar la cola del vestido a uno de los botones atrás para que fuera más cómodo bailar. Nuestro primer baile como pareja lo hicimos con la canción Two Becoming One de Jonathan and Emily Martin, fue un momento muy especial, en el cual casi lloro de la emoción. Fue un momento mágico, como en las películas, como si el tiempo se detuviera y no hubiera nadie más que él y yo. Al finalizar, la fiesta continuó con música más animada, vimos los discursos de la familia del novio en vídeo, y encendimos bengalas, con las cuales nos hicimos fotos geniales.

La fiesta terminó temprano por el toque de queda, y al cerrar en oración la gente se fue despidiendo y deseándonos lo mejor del mundo: felicidad, amor, gozo y paz.

Así que cogimos nuestras cosas y las pusimos en el coche, que mi hermana decoró con tul blanco delante y flores frescas y lavanda. Y un dibujo de una pareja besándose en el cristal trasero y Just Married, fue genial, y nos dirigimos al hotel para nuestra noche de bodas.

Llevamos casi 4 semanas casados, y es lo mejor que nos ha pasado en la vida, es una aventura que se endulza con los años y sabe mejor como el mejor de los vinos a medida que pasa el tiempo. Ha sido todo gracias a Dios, que nos pudimos conocer y casarnos en plena pandemia fase 3 con tantas restricciones y líos. ¡El amor todo lo puede!

Consejos para el gran día

1ª regla en tu boda: ¡disfrutar! Es un día por los que muchos han preparado meses e incluso años. Es importante disfrutar. Los detalles son importantes sólo ese día, pero vívelo, cada momento y segundo. Saborea todo lo que ocurre a tu alrededor.

2ª regla: siempre habrá imprevistos. En lugar de estresarse o frustrarse, improvisad y haced de ello una anécdota, reíros.

3ª regla: la boda es el principio de una vida y aventura juntos, no es el final. Así que invertid en las 3 cosas más importantes, y el resto intentad minimizar o hacerlo más sencillo. Después de la boda hay más vida, hay que ser sabios con el dinero.

4ª regla: por último, desconectad, después de la boda pedidle a las madrinas o padrinos que se encarguen de todo: pagos pendientes, recoger los regalos, dejar el sitio impecable, etc. ¡Y vosotros disfrutad de la luna de miel y pasároslo bien!