La boda de Sergio y Verónica en Mataró, Barcelona

En la prueba del vestido vino mi madre y mi madrina, y cuando vieron el vestido colgado no les gustó nada, es más me hice una foto que la vio mi madre y me dijo que no le gustaba, pero fue verlo puesto y mi tía automáticamente se echó a llorar y me dijo el vestido de novia te lo regalo yo (como el de mi comunión). Nos pusimos a llorar las tres como tontas.

Todo el tema de organización lo empezamos un año antes, porque yo quise hacer los detalles de la boda y del bautizo, los novios que regalábamos e incluso las minutas, a parte de otros detalles que hice, ¡todo un curro que sinceramente valió la pena!

Los meses pasaban muy rápido y entre medias fuimos a la boda de mi primo Javi, yo me emocioné muchísimo, supongo por el cariño que les tengo y también porque me veía en el altar.

El día de la boda, los nervios para mí no fueron para nada un problema, más bien atacaron a mi madre la pobre. La noche de antes dormí con mi marido, mi hijo se quedó en casa de mi suegra. Por la mañana me levanté, me fui a casa de mis padres y me empecé a maquillar, me ayudó una amiga, mi prima Eva me peinó, he de decir que quedé encantada, y llegó el fotógrafo y yo sin vestir, pero hice un pequeño esprín y llegué a la iglesia tiempo incluso antes que algunos invitados tardones.

Lo que no me esperaba para nada era la sorpresa que mis padres me tenían preparada: un coro rociero. Cantaron al entrar la canción de Núria Fergó, la de “Quiéreme”, yo no sabía qué hacer, me puse a llorar y cuando vi a mi pequeñín vestido de trajecito, madre me lo comía.

En la iglesia el encargado de la animación a parte del coro rociera que fue una pasada, era mi hijo Joan, desplegó todos sus encantos, chillidos, palmas, tacaneo y carrerillas a tutti pleni, es un bichillo, ¡pero me encantó! Le dio un toque cómico a la ceremonia.

Las fotos las hicimos tan solo mi marido y yo, porque Joan tenía que comer, así que nos fuimos a St. Viçent de Montalt a los alrededores de una ermita muy bonita las fotos salieron muy bien a mi gusto.

El convite, exquisito, todo salió a pedir de boca, el photocall duró dos minutos, los pequeñajos de la boda se encargaron de ello, se lo cargaron en un santiamen, pero alguna fotillo pudimos hacer. A parte tenía otras sorpresitas, como chapas personalizadas para los invitados, kit de emergencia de boda, máquinas de chuches para los peques, etc.

Después a la hora de repartir los detalles fue muy emocionante, cada cual mejor, el hecho de que los detalles fueran hechos a mano por mi (exceptuando algunos que no me dio más tiempo), le dio ese toque personal.

La fiesta fue una pasada, mi marido pinchó y he de decir que el dj que teníamos era un máquina, el típico dj speaker de pueblo una pasada, hasta la gente mayor se tiraba a la pista de baile, lo recomiendo 100%.

En resumen fue una boda/bautizo increíble, mi marido que no estaba muy convencido de la boda me dijo cuando llegamos a casa que guardara bien los vestidos de la boda que dentro de 25 años repetiríamos. En fin, fue un día que lo guardaré como un tesoro en mi corazón.