La boda de Sergio y Belén en El Puerto De Santa Maria, Cádiz
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S&B
24 Oct, 2020El día de nuestra boda
Fue el día más maravilloso de nuestras vidas. Fueron meses de sí, de no, de seguir adelante, de cancelarla, expectantes a las normas... Pero seguimos adelante, y menos mal que fue así. Fuimos unos 40 adultos y 8 niños (7 de ellos nuestros sobrinos). Cada uno dormimos en casa de nuestros padres, nos levantamos bien temprano. Los fotógrafos fueron antes a casa de él, y al llegar a mi casa, me contaron que estaba superemocionado, además yo le mandé con su mejor amigo, el cual lo ayudó a vestirse, un álbum con fotos de toda nuestra vida.
En mi casa nos levantamos antes de las 8, llegó la peluquera, empezó a peinarme y maquillarme, así íbamos hablando, y yo iba soltando nervios. Llegó mi mejor amiga al rato, me acompañó en todo momento, jamás lo olvidaré. Llegaron el fotógrafo y videógrafo, y a su vez, un precioso ramo que mi amor me mandó. Empezaron las fotos, y luego ya tocaba vestirme. Mi mejor amiga me ayudó en todo, medias, liga, liguero, mientras hablábamos de que por fin llegó mi día, he pasado mucha tristeza este año por un tema de salud que aún sigue, y jamás pensé estar bien anímicamente para celebrar este día, pero ahí estuve. Llegó el momento de cancán y traje, mi madre llegó para ayudar también. Ella, junto a mi padre, hermano y mi amiga me pusieron los complementos. Lo viví al 1000x1000, por fin estaba cumpliendo uno de mis sueños.
Seguir leyendo »Ya eran las 11:20, la ceremonia era a las 11:30, bajé las escaleras vestida de novia, tantas y tantas veces lo había pensado en mi mente. Me esperaba un amigo nuestro con su coche blanco lleno de moñas rosas, y ahí ya sí afloraron los nervios. Verme dentro del coche de la mano de mi padre, la gente mirando el coche... Dimos una pequeña vuelta y llegamos a la iglesia, y es ahí, a punto de bajarme, cuando el llanto pudo conmigo, estaba ahí a metros de mi amor, ver a parte de mi gente esperándome… Hizo que la emoción se me saliera del cuerpo. Estaban tres de mis sobrinos, los cuales hacían de damitas y el niño anunciaba mi llegada con un cartel.
Entré a la iglesia del brazo de mi padre con la marcha nupcial y entré llorando. No vi a nadie, no me fijé en nada, solo en ver a mi amor. Él lloraba, y no podía parar. Nos dimos un beso, nuestro último beso de novios. Una ceremonia espectacular, emotiva, cercana, cargada de amor, especial. Contratamos a una cantante y guitarrista, que nos pusieron los vellos de punta. Fue inmensamente especial, porque lo que cantó, elegido por nosotros, era único para nosotros. Una amiga y nuestro sobrino hicieron las lecturas. Mi sobrina llevaba los anillos, pero le entró la vergüenza y no quiso, y mi otra sobrina se preparó enseguida para las arras. Sentí una emoción impresionante, pero nada de nervios, por fin estábamos frente al altar y frente a Dios para gritar aún más fuerte lo que nos queremos. Todos nos dieron la enhorabuena por la ceremonia tan preciosa, incluso el diácono nos dijo que el amor traspasaba mirándonos. Algo muy especial que hubo fue que mi abuela vio la ceremonia vía videollamada desde la residencia donde está, y me quedé supertranquila de que pudiera estar, aunque fuese así.
Salimos de la iglesia envueltos en arroz y confeti y cantándonos. Nos sentamos en el coche mirándonos con una felicidad plena, radiantes. Fuimos a la residencia donde está mi abuela, ella estaba algo adormilada, pero me vio, y eso vale millones, mi abuelo se acercó a la residencia para verme, ya que el no quiso ir a la iglesia. Le entregué a mi abuela una réplica de mi ramo; me hubiese encantado que fueran otras circunstancias, pero el ir a verla en este día me reboso aún más el corazón. Luego fuimos a echarnos fotos y de ahí a la celebración. Todos nos esperaban, y fue ahí cuando llegó toda mi tranquilidad. Brindamos por todo y empezó el almuerzo. Todo el mundo feliz, a gusto, manteniendo las medidas de seguridad, que en ningún momento molestó. Reímos, lloramos, repartimos nuestros detalles. A nuestros amigos hubo algo especial, taza para él y para mí amiga otra réplica de mi ramo, jamás olvidaré su cara al ver que era para ella. Ellos nos dieron un regalazo que trajeron sus niños, un álbum de nosotros con ellos que nos encantó. Para las mamis hubo rosas preservadas, como mi ramo y para mi papi una taza; para los hermanos un cuadro. Con los nervios nos saltamos el baile, y tuvimos que decir que se nos había olvidado. Fue un momento precioso. Debido al Covid no estaba permitido el baile, así que llevamos el bingo para entretenernos, jeje, y a los invitados les encantó, hubo photocall y todos pasaron por él.
Otros amigos, ayudados por los fotógrafos, nos prepararon un vídeo en un proyector precioso. Disfruté muchísimo, lo viví al máximo, se me olvidó todo lo malo y mis invitados hicieron lo mismo. Acabamos sobre las 10 de la noche. Nuestra boda fue espectacular, maravillosa, emocionante, cargada de cosas bonitas, risas, llantos... Una pena que haya pasado, porque la repetiría una y mil veces, y si se puede celebrar una boda en plena pandemia.
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