La boda de Sandra y Alejandro en Zaragoza, Zaragoza
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S&A
15 Mar, 2014El día de nuestra boda
Toda la noche sin pegar ojo por los nervios del gran día. A las 8 suena el despertador, comienza un largo e intenso día de emociones y nervios. Me ducho y visto para bajar a la peluquería. Un café para tomar fuerzas con una amiga. En la 'pelu' me comienzan a lavar el pelo y a preparar todas las flores del pelo. Comienzan a peinarme. Horquilla por aquí, horquilla por allá, flor por aquí, flor por allá. Desde las 10 hasta la una y media en la peluquería -nunca había estado tanto tiempo- y hora de comer. Un buen plato de espaguetis con tomate y atún y de los nervios, se me cierra el estómago. A las 15 horas visita del fotógrafo a casa. Mi madre y mi hermana sin vestir, y yo en ropa interior dando vueltas por casa sacando las arras y los anillos para las fotos.
Comienzan las fotos, ponte aquí, ponte así, luego pasa allí y haz así. ¡Qué posturas tan raras e incómodas algunas de ellas! Viene mi ramo de novia y el resto de la familia para finalizar el reportaje de fotos. Llamadas de familiares para ver cómo van los nervios. Llama el novio para avisar de que sale de casa. Preparamos todo y nos vamos de casa. En la calle esperando a los taxis, nos hacemos unas fotos más. Se montan en los taxis y yo, junto a mi padre y mi cuñado -el chófer-, nos montamos en el nuestro y nos disponemos a ir hacia la iglesia. Por el camino, risas y nervios a flor de piel. Momento en el que piensas ¿Cómo irá el novio? ¿De qué color será el chaleco y la corbata? ¿Hace mucho aire? ¿Pasaré frío? ¿Perderé los zapatos? ¿Me caeré cuando entre a la iglesia? A lo que te das cuenta, ya estás en la iglesia. Mi frase al ver a tanta gente fue: "¿a tanta gente hemos invitado?" y nos echamos las últimas risas en el coche. A esto contesta mi padre: "son los justos y necesarios para hacer vuestro día inolvidable." Antes de salir del coche, ves como cientos de ojos te miran sólo a ti. Ves cómo cambia la cara del novio de nervioso a impactado al verte así. Su sonrisa llega de oreja a oreja. Sale mi padre del coche y en ese momento pienso ¡¡qué elegante va todo el mundo, ni que se fueran de boda!! Salgo del coche ayudada por mi padre entre gritos de ¡guapa! y ¡vivan los novios! Hora de poner el prendido. Con los nervios y los gritos de ¡¡¿atinas o no?!!, consigo ponerlo entre risas y nervios. Saludos, besos y abrazos a todo el mundo.
Seguir leyendo »Todos a la iglesia y los que no, ¡¡al bar!! Hora de entrar para dejar atrás la etapa de solteros y pasar a amarnos y respetarnos el resto de nuestras vidas. Comienza a sonar la música.
Entra la madrina y el novio. Delante de mí, cuatro damitas preciosas y elegantes con sus vestidos blancos. Dos de ellas con cestas blancas y pétalos para nuestra salida. Y las más mayores con los anillos y las arras. Las miras y las ves orgullosas por lo que van a hacer y por lo importantes que son ese día. Poco a poco van entrando. Es mi turno. Cambia la música, eso significa que toca empezar a caminar hacia el altar. Miras a todos los lados sin poder dejar de sonreír por lo emocionada que estás. Al fondo ves al novio como te mira y espera que llegues de nuevo a su lado.
Comienza la misa. Lágrimas de alegría y de recuerdo por los que ya no están aquí. Pañuelos de papel que van y viene, maquillaje que se va en el pañuelo. Llega la hora del Sí Quiero, o así lo interpretamos todos. Damos la vuelta a la mesa del altar y nos ponemos de cara a todos los invitados. Con los nervios a flor de piel, comenzamos a decir esas palabras que nos unirán toda la vida. Tras decirlas el uno al otro mirándonos a los ojos, dice el padre: "ya sois marido y mujer, ¿qué vais a hacer?" Nos besamos. Nuestro primer beso de esposos, ya se queda atrás la soltería. Ahora a seguir un futuro unido. Se acercan las damitas con las arras y las alianzas. Un beso y un abrazo muy fuerte para cada una y se van a su sitio. Como indica el ritual, nos ponemos las alianzas y luego pasamos las arras el uno al otro. De vuelta a nuestro sitio, toca la paz. Besos al novio y a los padrinos. Bajamos a darles la paz a nuestras abuelas y volvemos a nuestro sitio. Es el turno de las peticiones. Una prima y dos muy buenas amigas salen a leer. De vuelta al sitio, es el turno de la hermana del novio. Sale a leer frente a nosotros una carta muy personal escrita para este día. Momento de pañuelos de papel y lágrimas. Tras un fuerte abrazo, termina la ceremonia y es hora de las primeras fotos dentro de la iglesia. Foto por aquí, foto por allá, es hora de salir. A lo lejos ves gente haciendo pasillo con arroz, pétalos de rosa, garbanzos, confeti, serpentinas, lazos de pasta y no sabemos cuántas cosas más. Intentamos huir por la puerta lateral, pero el padre nos lo impide. Preparados, listos... ¡Ya! Salimos corriendo hacia el coche pasando por debajo de aquella nube espesa de todo eso y gritos de ¡viva los novios! y ¡huir cobardes! Nos sacudimos lo que podemos para que no salgan muchos restos en las fotos del jardín.
Fotos con el resto de invitados. Para saciar la boca seca, nos traen un refresco y una cerveza. Acabado el reportaje con las familias, es hora de ir al bar a tomar algo y coger fuerzas para el resto de las fotos. Nos montamos en el coche decorado con pegatinas, latas atadas a cuerdas, al estilo americano, y un gran cartel detrás en el que pone "recién casados". En la plaza del Pilar hacemos más fotos, en el puente de piedra muchas más y luego al restaurante para hacer unas pocas más y unirnos con los invitados.
Entrada al cóctel. Dos copas de champán nos esperan. Todos gritan ¡Qué beba la novia! ¡Qué beba la novia! Pego un sorbo y mi cara cambia por momentos -no me gusta el champán-. Fotos y gritos por todos los sitios. Vienen las damitas corriendo hacia nosotros para darnos un beso, mi ya marido se agacha y sin problemas. Me agacho yo, y se me tiran encima. Risa de amigos y familiares e incluso la mía. Me ayudan a levantarme y empieza a salir comida por todos los sitios. Todo el mundo con comida en la boca y yo sin poderme llevar un trozo a la mía. Tras hablar con la mayor parte de los invitados, toca la hora del banquete y nuestra entrada triunfal como marido y mujer. Todo el mundo sentado, comienza a sonar la música y las servilletas se alzan por encima de las cabezas para dar vueltas. Nuestro turno, se abren las puertas y ¡¡salimos!! Vueltas entre las mesas y a nuestro sitio.
¡Comienza la cena! Sorpresas, regalos y comida. Canciones, gritos de alegría y risas. Suena nuestra canción, "Por eso te canto", significa que llega el corte de la tarta. Sale una estructura con varias tartas y el maître nos indica la que debemos cortar. Tras hacer fuerza con la espada y ver que no cortaba, hacemos más fuerza y nos damos cuenta entre risas y cachondeo que era de corcho. Situación inolvidable para el resto de nuestras vidas. Todo el mundo ríe a carcajadas.
Es la hora del baile. Nuestro primer baile de casados. ¡El vals de las mariposas! Tras este momento único para nosotros, comenzamos a bailar nosotros y el resto de los invitados como si nos fuera el alma en ello. El 'buen rollo', la armonía y las ganas de fiesta se dejan ver. Hasta las 4 y media de la mañana hay gente bailando. A partir de esta hora unos deciden irse a casa y el resto nos quedamos a continuar la marcha por el centro.
Sobre las 6, llega la hora de irse a casa y a descansar. Cogemos un taxi y de vuelta a casa. Comprobamos que nadie a entrado y que no nos han hecho ninguna broma, y a dormir.
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