La boda de Salva y Noelia en Montseny, Barcelona
En el campo Otoño Rosa 8 profesionales
S&N
16 Oct, 2022El día de nuestra boda
El día de nuestra boda fue, para nosotros, sencillamente precioso y perfecto en todos los sentidos.
¡Mi pareja y yo llevamos juntos 17 años así que os podéis imaginar la ilusión tan grande que nos hacía celebrar nuestra boda después de tantos años! Era algo que los dos habíamos querido hacer siempre pero no había sido posible hasta este momento. El año previo a la boda, nos esmeramos mucho con todos los preparativos tratando de que fuera un día muy emotivo y personal. Para nosotros, lo más especial, era poder reunir a nuestros seres queridos ese día que viajaron desde distintos países para acompañarnos.
La elección del lugar fue algo muy bonito porque los dos somos unos apasionados de la naturaleza y visitamos infinidad de lugares hasta que dimos con el nuestro. Fue realmente especial porque, resulta que hacía 14 años habíamos visitado ese mismo lugar en una jornada de puertas abiertas que hicieron y nos quedamos prendados. Cuando estábamos buscando, de pronto, recordamos ese lugar y decidimos volver a visitarlo y fue un flechazo. Nos casamos en medio del Parque Natural del Montseny, en la Masía Can Marlet, que, además de ser preciosa y tener una ubicación bucólica, cuenta con cocina propia y una comida deliciosa. Fue como un sueño poder casarnos en medio del bosque, al lado de un riachuelo, rodeados de árboles, montañas, verde, flores y pajarillos.
Seguir leyendo »Nuestra boda fue un domingo, yo me fui la primera a la masía tempranito para arreglarme allí. La peluquera y maquilladora, que era fabulosa en lo profesional y en lo personal, se desplazó para arreglarme allí y pasamos la mañana las dos solas en la suite nupcial tranquilamente. Se me pasó la mañana volando y estuve muy relajada y tranquila con ella hablando de nuestras cosillas en aquella preciosa habitación.
De repente, sobre las 12:30h, ya empezaron a llegar mis padres, mis amigos cercanos, el fotógrafo, los del video y todo se volvió un torbellino. Ahí ya empecé a ponerme nerviosa porque todo eran prisas porque se acercaba la hora de la ceremonia. ¡Me di cuenta de que había sido muy buena decisión ir allí tempranito e instalarme tranquilamente, colocarlo todo, arreglarme con calma, porque tuve el tiempo de paz y tranquilidad previo a la vorágine posterior!
Estaba muy feliz, radiante diría, no me podía creer que hubiera llegado el día después de tanto tiempo y no cabía en mí de la emoción. Mi mejor amigo fue el encargado de ayudarme a ponerme el vestido y fue un momento muy especial que siempre recordaré. Yo no tengo mucha familia, únicamente mis padres y mi tío y, para más inri, mi madre sufre de Alzheimer y no estaba en condiciones de poder ayudarme ella en esa tarea así que escogí a mi persona más cercana que en este caso era mi mejor amigo desde pequeñita. Me alegro mucho de haberlo escogido porque me ayudó a estar cómoda y tranquila en esos momentos y con gran paciencia y esmero abrochó cada botón de mi aparatoso vestido. Para mí era importante que fuera alguien cercano que me insuflara confianza porque yo soy un poco insegura con mi físico y me costó muchísimo escoger un vestido de novia con el que me encontrara bien, a todos les encontraba problemas, o me veía muy grande, o no me gustaba algún detalle y por eso, era fundamental sentirme tranquila y segura ese día.
Una vez vestida, el fotógrafo y los chicos del video entraron en la suite para hacerme las fotos previas recién arreglada y fue un momento divertido porque, una no posa todos los días, así que me puse en sus manos e hicieron varias fotos. El momento en el que mis padres entraron en la habitación fue muy emotivo al vernos todos arreglados, recuerdo que mi padre trataba de contener las lágrimas porque se había propuesto no llorar (en mi familia somos muy sentidos jeje) y no quería que yo llorara tampoco, pues decía que estaba muy guapa y se me iba a estropear el maquillaje.
Enseguida, todo el mundo se marchó porque ya comenzaba la ceremonia y me quedé sola esperando que llegara el momento de ir hacia el altar. Recuerdo los nervios, las mariposas en el estómago, las ganas de saltar, reír, llorar, la emoción de saber que estaba a punto de caminar hacia el altar me embargaba.
Nuestra ceremonia fue civil y nos casó una gran amiga nuestra y fue realmente precioso. Fue una celebración sencilla, personal y emotiva sin más pretensiones que las de celebrar el amor y compartir nuestra felicidad con todos nuestros seres queridos. El lugar era realmente de cuento de hadas, nos casamos literalmente en medio del bosque bajo un arco de flores con un riachuelo detrás escuchando el agua caer. Tuvimos la gran suerte de que, pese a ser mediados de octubre, nos hizo un día espectacular con un solazo y una luz increíbles.
Recuerdo especialmente el instante en el que yo estaba agarrada a mi padre, esperando que fuera nuestro momento de empezar a caminar y sonó la primera nota de mi canción. Se me cortó el aire, me bajó toda la sangre del cuerpo a los pies, los nervios se apoderaron de mí y la emoción emergió imparable saltándome las lágrimas. Recuerdo ir andando como flotando en una nube entre sonrisas y lágrimas de felicidad y la emoción de ver al final del pasillo a mi chico llorando y temblando. No podía dejar de mirar a mi chico, no veía a nadie más, nuestras miradas se conectaron y el tiempo se detuvo mientras yo me acercaba a cámara lenta. Resulta que él me había preparado una sorpresa, un detalle de esos pequeños pero de calado profundo que te atraviesan el alma. Llevaba una rosa roja en la mano que me entregó al llegar al altar, emulando a Richard Gere en una de mis películas favoritas.
Algunos familiares y amigos dijeron unas palabras, nosotros nos leímos nuestros votos, que fue, sin duda, el momento más bonito y personal y tuvimos y un cantante que con su guitarra cantó varias de nuestras canciones favoritas y dio calidez al momento. Nuestro sobrinito de 2 años nos trajo los anillos y terminamos la ceremonia con un gran beso de película.
No puedo explicar con palabras la aureola de felicidad y alegría que nos envolvía en ese momento. No podíamos dejar de sonreír, abrazarnos y besarnos viviendo por fin ese momento. Mientras los invitados fueron andando hacia la zona del cóctel, nosotros nos fuimos a hacer unas fotos por el bosque.
Los dos somos muy melómanos y de lo más variopintos con gustos musicales muy variados así que eso quedó reflejado en nuestro día. Pasamos del guitarrista de la ceremonia a una batucada de samba brasileña para nuestra entrada al cóctel que fue una pasada. Nos sentimos como Beyoncé cuando sale al escenario jaja, los chicos de la Masía prepararon la escalera por la que se accedía al cóctel con bengalas de fuego frío en ambos lados e hicimos nuestra entrada triunfal bajando la escalera con los fuegos artificiales y bailando al ritmo de la batucada de samba brasileña. No os podéis imaginar las caras de sorpresa de los invitados y lo divertido que fue. Todo el mundo enseguida empezó a saltar y bailar con nosotros y cuando llegamos al final de la escalera toda la gente nos rodeó y empezamos a bailar todos juntos al ritmo de los tambores y rodeados del grupo de batucada que, además de tocar fenomenal, eran súper enérgicos bailando y saltando y le dieron un “hype” tremendo al momento. Sin duda, uno de los mejores recuerdos que tenemos, lo pasamos brutal.
Durante el cóctel disfrutamos del solecito al aire libre, de la estupenda comida (había muchísima cantidad y variedad a la gente le encantó) y tuvimos también al mismo cantante de la ceremonia tocando covers de los 90-2000 de Estopa, Alejandro Sanz, Antonio Orozco, etc varias canciones de esas que nos sabemos todos y animan el cotarro. Se nos pasó volando y estuvimos la mar de animados y entretenidos bailando, riendo, hablando con nuestros amigos y disfrutando del momento.
Para la entrada al salón, contamos de nuevo con nuestros amigos de la batukada y preparamos con nuestro DJ una canción especial que tenía base de música dance con los tambores encima estilo Safri Duo. La entrada fue un subidón total, jugaron con las luces al ritmo de la música, el DJ y los tambores iban super sincronizados y nosotros entramos saltando y bailando entre las mesas con todos los invitados. Fue un momentazo de locura total en el que todo el mundo se levantó y se vino a bailar con nosotros dándolo todo.
Durante la comida, apenas tuvimos tiempo de asimilar que ya estábamos en nuestro banquete, se nos pasó el tiempo volando y de repente ya estábamos cortando la tarta (una tarta personalizada super cuqui que nos hicieron nuestros pasteleros favoritos con todo su cariño) y brindando sin casi darnos cuenta. Cuando nos quisimos dar cuenta ya habíamos hecho hasta las entregas de los regalitos y las flores a nuestras madres.
Y así, llegamos al inicio del baile, para el que habíamos escogido una orquesta de salsa cubana que fue sensacional desde el primer momento. Nuestro primer baile fue muy divertido porque habíamos estado practicando durante mucho tiempo una canción que habíamos pedido a la orquesta y, en el último momento, a mi chico le entró el pánico escénico y decidimos no bailar así que avisé a la orquesta de que empezaran tocando otra canción y que no bailaríamos. De pronto, mi chico se armó de valor, me cogió y me sacó a bailar al centro de la pista de forma improvisada y terminamos abriendo el baile con la canción de Enrique Iglesias "Bailando", fue un momento divertido y al final todo el mundo se unió a nosotros.
Durante la actuación de la orquesta lo pasamos genial bailando y riendo con todos nuestros amigos las canciones pegadizas típicas que todos nos sabemos: Marc Anthony, Daddy Yankee, Rosalia, Romeo Santos, Son by 4, Juan Luis Guerra, Enrique Iglesias, etc
Después empezó a pinchar el DJ música más dance de discoteca para continuar la fiesta y seguimos bailando sin parar. Creo que nunca habíamos bailado y reído tantísimo como aquella noche. No nos sentamos ni un segundo, fue increíble como nos mantuvo la adrenalina a tope durante todo el día y la noche. Fue algo sensacional, un día mágico que nunca vamos a olvidar. Terminamos bailando nuestra canción favorita para acabar la fiesta con nuestros mejores amigos, como nosotros los llamamos cariñosamente, "La resistencia" que nos acompañaron hasta el último minuto y se quedaron allí a dormir con nosotros en la Masía para desayunar juntos al día siguiente como colofón final.
Fue un sueño hecho realidad, fuimos tremendamente felices y todo quedó precioso. Reafirmó nuestra idea de que no es necesario hacer un gran despliegue ni una boda multitudinaria si no lo deseas o no alcanza tu presupuesto. Nosotros fuimos 70 personas, todos cercanos e invitados desde el cariño, nadie por compromiso ni imposición y todo fluyó y fue perfecto en nuestros corazones de principio a fin. Sin duda, volvería a repetirlo y revivir todas esas emociones que ya forman parte de nosotros para siempre.
4 meses después, todavía siento la emoción recorrer mi cuerpo cuando veo los vídeos y las fotografías. Sin lugar a dudas, el mejor día de nuestra vida.
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