La boda de Roberto y Paola en Zaragoza, Zaragoza
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R&P
25 Jun, 2016El día de nuestra boda
Lo primero que hice cuando me levanté fue mirar por la ventana y ver el día que hacía. Con suerte, hacía el día perfecto… soleado y con algo de aire, perfecto para no pasar calor. Me sorprendí al ver que no estaba tan nerviosa como podía esperar. Los nervios me los fueron pegando mi hermana y mi madre, que estaban ya atacadas. Para relajarnos nos bajamos a desayunar con mis padres a un bar, eso me ayudó mucho para despejarme y controlar los nervios.
Llegaba la hora de irme preparando, lo primero ir a maquillarme. Gracias a las chicas que me maquillaron porque estuvieron muy atentas y nos lo pasamos muy bien juntas, en ese rato. Después, una de mis amigas, que es peluquera, me vino a peinar a casa. Un momento muy especial, pues estábamos las dos muy nerviosas y emocionadas.
Llegó la hora de vestirme, con ayuda de mi madre y mi hermana fuimos paso a paso poniendo el vestido. Uno de los momentos más especiales es ver la carita que se les pone al verte vestida de novia.
Una vez vestidos todos vino el fotógrafo a hacernos las fotos en casa. Momento, también, muy especial porque estábamos todos con las emociones a flor de piel.
Seguir leyendo »Una furgoneta Volkswagen me esperaba debajo de casa, no he visto una furgoneta más bonita que esa. Una de mis ilusiones, llegar a la iglesia en una furgoneta así. Durante el viaje no solté la mano de mi padre... ¡estaba realmente nerviosa!
El momento de entrar en la plaza, donde estaba la iglesia, es indescriptible. Miles de emociones en un solo segundo. Quería llorar, reír, gritar..., pero ver la cara de todo el mundo al verte y, sobre todo, ver a mi marido esperándome… ¡qué bonito!
La ceremonia fue preciosa, la hicimos muy personal, con canciones elegidas por nosotros y cantando y tocando las guitarras parte de mi familia. Mi madre y mi hermana salieron a leer unas palabras que jamás olvidaré. Qué decir…, pues que no dejé de llorar de la emoción en solo momento.
Llegamos en la furgoneta al jardín del restaurante y nos hicimos muchas, muchísimas fotos. Nuestros invitados no paraban de reír, bailar, beber, comer...
Entramos bailando al salón y, a partir de ahí, no pararon de llegar sorpresas; videos de amigos, monólogos, emociones a flor de piel con los regalos que les hicimos a nuestros seres más cercanos...
Y ya llegó la hora de pasárselo bien, de bailar de beber.
Me quedo con la sensación de que todo salió perfecto, todo el mundo se lo paso en grande, y que soy muy afortunada de tener a mi lado a mi familia, a mis amigos y a mi marido.
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