La boda de Roberto y Carolina en Arganda Del Rey, Madrid
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R&C
16 Oct, 2015El día de nuestra boda
El día soñado, mejor de lo que habíamos imaginado.
Los preparativos comenzaron en enero de 2014, mes en el que conseguimos fecha para nuestra boda. Poco a poco fuimos preparando cada detalle, cada pequeña cosa que queríamos que estuviera en nuestro Día B.
El 3 de mayo, habíamos quedado con Nuria, de "La Pérgola Blanca", para que ella nos contara un poco como son las celebraciones en sus salones y qué servicios ofrecen. Salimos de allí encantados, pues en todo momento nos sentimos arropados y escuchados. No miramos más fincas ni restaurantes, hicimos nuestra reserva allí y a día de hoy, seguimos pensando que fue lo mejor que pudimos hacer.
El 29 de diciembre fui en busca de mi vestido de novia. No dudé, tenía claro que María Diezma Novias me vestiría en mi día. Y así fue, sólo tuve que enseñarles una foto con lo que me gustaba, y ellas dieron en el clavo. Me probé el primer vestido, el modelo Haro de St. Patrick, los ojos me brillaban y me sentía una princesa de cuento de hadas con él. Sacaron otros 3 modelos, completamente diferentes, pero yo sólo quería volver a probarme ese vestido que había hecho que soñara mi llegada al altar. No lloré, sólo podía sonreír, porque ya tenía el vestido.
Seguir leyendo »El último día de enero de 2015, fui a probármelo de nuevo, con un velo... que nada tenía que ver con lo imaginado, era aún mejor. De seda y amantillado, lo que siempre quise. Antes de eso, nos sentamos con nuestro amigo Edu de "Hernández Fotógrafos" para que él nos contara qué haría en nuestro día, aparte de ser uno de los invitados. Nos fuimos de su estudio con muy buen sabor de boca, con el gusto de haberle confiado al mejor, los reportajes de boda, tanto fotográfico como vídeo.
En febrero tocaba vestir al novio. No dudó, quería un traje de "Benítez & Paulano", pues lo había visto en el catálogo que nos dieron en las "1001 Bodas" unos meses atrás, y no miró más. Ese día tenían mucho trabajo, y teníamos que ir con cita previa, pero nos atendieron sin ningún problema y sin esperas. De ellos sólo podemos decir, que son muy profesionales y atentos, en cada prueba, nos sentimos como en casa.
Llegó el momento de hacer los "Cursillos Prematrimoniales". De estos cursillos tenemos un gran recuerdo, conocimos gente maravillosa y nos dieron testimonios de parejas con muchos años de experiencia que nos ayudaron mucho a cambiar la visión, que hoy en día, se tiene del matrimonio.
El verano pasó entre bodas de amigos y familiares, mientras veíamos pasar los días y llegaba el nuestro, donde podríamos en marcha nuestro proyecto.
Pasaron las pruebas de vestido, de peinado, maquillaje, de traje del novio... y el día cada vez estaba más cerca. Pero no puedo olvidar una de las pruebas más importantes para mí: los zapatos para el día B. Unas sandalias en azul real, con 8 cm de tacón. Siempre dije que si algún día me casaba, lo haría con unos zapatos de ese color, y mi suegra hizo mi sueño realidad regalándomelos. Porque, aunque tenga más de 150 pares de zapatos en casa, esos eran y son especiales, pues eran los soñados, con los que me sentí segura del paso tan importante que íbamos a dar. La tienda elegida para este momento fue "Menbur".
Dos semanas antes de la boda, nuestras despedidas de solteros, organizadas por nuestras familias y amigos, fueron divertidísimas e irrepetibles. Un recuerdo maravilloso de aquel 3 de octubre nos invade aún.
Y llegó, el día 16 de octubre de 2015 llegó. Sin nervios, como si nada. Nos despertamos muy pronto, pues queríamos disfrutar de unas horas juntos antes de volver a vernos en el altar a las 17h. La primera sorpresa del día llegó a casa en forma de desayuno, regalo del hombre de mi vida. A las 10 de la mañana fui a buscar mi vestido y mi velo y allí lo tenía Carmen, preparado en la tienda, esperándome. Llegué con él a casa de mis padres, y la habitación de mis progenitores esperaba preparada para que yo me vistiera unas horas después. Sobre la cama: abanico personalizado, zapatos, tocado, cojín con los anillos, la liga, la caja de las arras, el perfume... en definitiva, cada detalle organizado y dispuesto para no tener que buscar nada en el último momento. Colgado, el vestido. A media mañana vino mi prima, quién me maquillaría como ella sólo sabe hacerlo, pues es una profesional como la copa de un pino. El peinado, Esther, una estupenda peluquera que se ha convertido en amiga, mientras veía a mis padres, hermanos y sobrinos con los nervios a flor de piel. Un rato después, mi mejor amigo me escribió para decirme que mi futuro marido, estaba emocionado, pues había leído la carta que le escribí y que él le había entregado.
Llegaron los fotógrafos a casa, y allí estaba yo, esperándoles. Foto aquí, foto allá, y a vestirse. Mi hermana, nerviosa, subía la cremallera del vestido temblando, mientras yo sonreía y sonreía. Después de unas cuantas fotos y vídeo con mi familia y amigos, llegó el momento de salir de casa.
A las 17:00h, el coche que me llevó hasta la Ermita de Nuestra Señora de la Soledad aparcaba puntual, y su chófer, amigo de la familia, me ayudaba emocionado a bajar de él. Mis princesas, mis niñas de arras, esperaban ansiosas para entrar delante de mí. Miré dentro, y allí estaba él, sonriéndome, esperándome tranquilo. Del brazo de mi padre y padrino avancé por el pasillo mientras sonaba "Esta tarde se casa mi niña". Una ceremonia muy bonita, oficiada por D. Alberto, que no dejó escapar ni un solo detalle y nos sentimos muy cómodos. Mientras oíamos a nuestras familias y amigos, llorar emocionados, nosotros no podíamos dejar de sonreír, sin nervios y felices de habernos unido para siempre.
A la salida de la Iglesia, nos esperaba una lluvia de arroz, pétalos y confetti, que yo misma había preparado unos meses antes, todo personalizado, junto a unos pequeños sobres donde se leía "Como nos quieres un montón, llorarás de la emoción". Nos llevaron a hacernos unas cuantas, y maravillosas, fotos, pero... lo mejor estaba por llegar. La celebración de nuestra unión.
El cocktail, el banquete y la barra libre, aún son recordados por los invitados a nuestra boda, como algo único y genial. Durante el banquete, sorpresas para el novio, para mí, para los padres, y para los invitados. Un juego de retos, les esperaba sobre la mesa junto a una tarjeta de agradecimiento. Como no queríamos cortar la liga ni la corbata, unos días antes, adjuntamos a esas tarjetas de agradecimiento un pequeño recuerdo de ello. Hecho a mano por mí, y que no dejaron a nadie indiferente. La mesa dulce montada por mí, llevaba chuches y chocolate para todos, pero también tenía una parte salada, porque no a todos les gusta el dulce. Los regalitos de las mujeres: una pashmina con una tarjeta muy positiva como acompañamiento, un alfiler muy actual y un kit de supervivencia. A los hombres, una pequeña frasca de vino de Arganda, con una etiqueta diseñada por mí donde se leía "Quién vino a Arganda y no bebió vino ¿A qué vino?". Los niños tenían una mesa de juegos con cuentos, pinturas, muñecos y puzzles. Además, cada uno se llevó su regalo a casa, los más pequeños libros para pintar y pinturas y los más mayores una taza, pero todos con chucherías. El photocall hecho por nosotros 100%, tuvo visitantes durante toda la celebración.
El primer baile de casados, "Ahora tú" de Malú, nuestra canción. Romántico y único. Hicimos un segundo baile, el novio con la madrina y yo con el padrino, "Quiéreme siempre" de Estela Rabal, fue un momento muy emotivo que revivimos cada vez que lo recordamos. Las horas pasaban, llegó el momento de acabar ese día... pero lo acabamos FELICES, como lo habíamos comenzado casi 24 horas antes, y con la seguridad de que será irrepetible.
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